Cultura
“Los Murillo” del Museo Regional, a examen
Especialistas del INAH y de la UNAM examinan 11 piezas que retratan la vida de San Francisco de Asis
La restauradora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Adriana Cruz Lara Silva, comisionada al Museo Regional de Guadalajara, encabeza esta investigación en la que también participan expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y que contempla la aplicación de técnicas espectroscópicas, como la fluorescencia de rayos X, así como fotográficas avanzadas mediante rayos infrarrojos y ultravioletas.
Estos estudios que podrían extenderse hasta mediados del año entrante, “nos podrían indicar más adelante, y en correlación con los aspectos históricos e iconográficos del conjunto, si estamos ante una serie europea de tradición sevillana o, en todo caso, es una colección novohispana que equívocamente se atribuyó a la escuela de Murillo”, señala Lara Silva.
De acuerdo con la especialista, “aunque no deja de tener su importancia si el grupo pictórico pertenece o no al taller de Murillo, en este momento lo que nos interesa es poder establecer lo relativo a los materiales que utilizó su autor o autores, cómo se trabajaron las composiciones, de qué manera se mezclaron los colores, etcétera”.
En el centro de la polémica
El conjunto de óleos sobre lienzo de mediados del siglo XVII conocidos como “Los Murillo”, cuyas dimensiones oscilan entre los tres y medio y los cuatro metros de ancho y tres metros de altura, siempre han sido objeto de polémica, debido a que no cuentan con firma ni documento alguno que avale su procedencia del taller de Bartolomé Esteban Murillo.
Sobre el origen de esta controversia, Paco de la Peña, director del Museo Regional de Guadalajara, cuenta que “según la leyenda, los lienzos tenían como destino la ciudad de Lima, Perú, y por error llegaron a la Nueva Galicia”. Más tarde, en las primeras décadas del siglo XX, estos cuadros protagonizaron una rencilla entre el entonces director del museo, Ixca Farías, y un reportero del periódico El Independiente, quien había cuestionado la autenticidad de las obras en las páginas del diario.
Ixca Farías contestó inmediatamente dirigiendo una carta a la redacción del rotativo, en la cual afirmaba la procedencia del taller de Murillo.
Así, popularmente trascendió identificar a tales lienzos como “Los Murillo”, según Paco de la Peña.
Identificación
Los temas de la serie franciscana abordan, entre otros aspectos, el Capítulo de las Esteras, La Conmemoración de la Última Cena, La Estigmatización, La Entrada con las palmas y El Tránsito de San Francisco, así como la confirmación de sus llagas por parte del papa Gregorio IX y la verificación del cuerpo incorrupto del santo.
A la maestra en Historia del Arte Adriana Cruz Lara Silva le apoyan el doctor José Luis Ruvalcaba, del Instituto de Física de la UNAM, además de las especialistas Eumelia Hernández y Elsa Arroyo, del Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte del Instituto de Investigaciones Estéticas de esta misma casa de estudios.
“En estos momentos realizamos la toma de muestras y los registros, a la vez que comenzamos a discutir las características particulares de cada cuadro. La intención de todo esto es que el estudio de los materiales y las técnicas de manufactura nos pueda indicar la escuela a la que pertenecen, es decir, identificar la serie”, resalta la restauradora.
Asegura que vincular el conjunto a una escuela pictórica no resulta tarea sencilla, pues los materiales usados de uno y otro lado del océano Atlántico, en este caso España (Sevilla) y la Nueva España, son similares, porque “mantuvieron una relación Imperio-Colonia”.
Lara Silva recuerda que “Murillo fue un pintor muy influyente en su tiempo y en los siglos posteriores. Gran cantidad de artistas tanto de Nueva España como de España lo continuaron, por lo que se habla de la ‘Pintura Murillesca’, aquella que no produjo Murillo pero que sí la inspiró’.
La especialista concluye que “Los Murillo” del Museo Regional de Guadalajara no son los únicos lienzos atribuidos al pintor sevillano que se encuentran en la capital de Jalisco. En la Catedral se halla una imagen de la Inmaculada Concepción que también le ha sido adjudicada.
Sobre la Escuela Sevillana de Pintura
En el siglo XVII se desarrolla en Sevilla la escuela pictórica más importante de España.
El líder de esta escuela es Diego Velázquez. En los años que pasó en su ciudad natal se convertirá en el mejor representante del naturalismo, a pesar de su juventud. Sus trabajos se caracterizan por las tonalidades oscuras -empleando negros y pardos- y el realismo con el que representa tanto a las figuras como a los objetos que les rodean. La temática no es muy variada, interesándose por asuntos religiosos, escenas de la vida cotidiana y retratos.
La principal aportación de Zurbarán a la pintura española del Barroco será el reflejo de la vida, las creencias y las aspiraciones de los ambientes monásticos, para los que el pintor realizó básicamente toda su obra. Su estilo se mantuvo prácticamente invariable, desarrollando el naturalismo tenebrista para crear escenas cargadas de verosimilitud, en la que los santos se presentan ante el espectador de la manera más realista. Por esta razón, Zurbarán es el pintor de los hábitos. Esta inmovilidad fue durante varias décadas el secreto de su éxito.
Murillo es quien mejor representa el nuevo lenguaje de la fe, a cuyo servicio puso su particular sensibilidad inclinada a valores dulces y amables. Con una facilidad portentosa, creó una pintura serena y apacible, como su propio carácter, en la que priman el equilibrio compositivo y expresivo, y la delicadeza y el candor de sus modelos, nunca conmovidos por sentimientos extremos. Colorista excelente y buen dibujante, Murillo concibe sus cuadros con un fino sentido de la belleza y con armoniosa mesura, lejos del dinamismo de Rubens o de la teatralidad italiana.
Herrera el Mozo transformará la Escuela Sevillana al aportar lo aprendido en Italia, interesándose por el espacio y por las representaciones triunfantes y fogosas. Proclama un nuevo barroco, decorativo y apasionado, al usar fuertes contrastes de composición, tonos y luces para crear un todo efectista, donde una técnica también nueva, de pincelada agilísima y deshecha, sirve magistralmente a esas mismas búsquedas.
La ductilidad de lenguaje de Valdés Leal le permitió superar su inicial falta de personalidad para crear un estilo que fue mejorando progresivamente a lo largo de su vida, tanto en calidad técnica como en contenido expresivo. Fue sin duda un artista de su tiempo, preocupándose por el movimiento, por la riqueza de color y por la variedad compositiva, utilizando una pincelada fluida con la que intensificaba la expresión de sus personajes y la vibración lumínica de sus obras.
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