Cultura
Los Anteojos de Baskerville
Calle de la amargura
Quien esto escribe, puso a consideración dos puntos por los cuales el gobierno del presidente Calderón está moralmente obligado a dar marcha atrás en su decisión. Primero, por haber adoptado el concepto de mundialización en sus principios de doctrina en la XLV Convención Nacional de 2002, el cual concibe como una “globalización responsable”. Un proceso en el que los protagonistas son las personas, las comunidades y las naciones, que se relacionan entre ellas con libertad y dignidad, mismas que “al lado de la estructura tecnológica y económica mundial, construyen leyes e instituciones responsables y solidarias, que brindan un marco de acción conocido, construido y aceptado por todos, con pleno respeto a la cultura, tradición, valores y creencias de cada pueblo”. Para el PAN, en la globalización no existen las personas ni comunidades con historia, cultura, necesidades y proyectos, sino “entes económicos dentro de un mercado global”, mientras que la mundialización sí ofrece esta posibilidad. Y una forma de impulsar la mundialización, es precisamente participando activa y estratégicamente en organismos internacionales tales como la UNESCO.
En segundo lugar, el PAN adoptó en 2007 por primera vez en la historia de un Programa Nacional de Cultura, las declaraciones y convenciones más importantes de la UNESCO como principios de su política cultural. Al ratificar la Convención sobre la Diversidad Cultural, el Presidente Calderón, a través de un decreto promulgatorio, se reservó uno de los artículos más importante de la misma, el artículo 20 titulado “Relación con otros instrumentos”, es decir, el espíritu de la Convención. El artículo establece la “potenciación mutua, la complementariedad y la no subordinación”. En él, las partes reconocen que deben cumplir de buena fe, en consecuencia, “sin subordinar esta Convención a los demás tratados”. Sin embargo, en el decreto promulgatorio, el gobierno mexicano deja claro que seguirá los lineamientos del tratado de Marrakech, esto es, de la Organización Mundial del Comercio. Ahora, el gobierno del Presidente Calderón pretende cerrar la oficina de México en la UNESCO. De seguir por ese camino, “la calle de la amargura” será, además de un acogedor punto de encuentro, la descripción lamentable de la cultura mexicana.
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