Cultura
Londres recupera a Wallace, el otro descubridor de la selección natural
El Museo de Historia Natural de Londres honra la memoria de Alfred Wallace con una exposición
"Darwin llevaba 20 años trabajando de forma minuciosa en su gran libro, aún inacabado, y en la mitad de tiempo Wallace realizó el mismo descubrimiento", relató George Beccaloni, responsable de la exposición sobre este científico que el Museo de Historia Natural de Londres inaugura hoy.
Ambos científicos británicos se acercaron, trabajando de forma independiente y desde distintas esquinas del mundo, a la misma conclusión a mediados del siglo XIX, en plena época victoriana: la evolución de las especies se debe a un proceso de selección natural, un "adaptarse o morir" necesario para su supervivencia.
Mismo planteamiento, pero distinta aproximación, pues mientras Charles Darwin desarrollaba en Londres su conocido "El origen de las especies", el galés Wallace comenzaba a encontrar esa conexión entre sus minuciosos apuntes desde el Sudeste asiático.
Cuando Wallace estuvo seguro de su teoría en 1858, tras once años de observación, la envió por carta a Darwin, quien recibió la noticia "totalmente horrorizado".
Darwin, presionado para adelantar la publicación de su obra, incluyó en un ensayo previo las teorías de Wallace sin consultarle y quince meses después completó su volumen "El origen de las especies", pasando a la historia como el único autor de esa teoría.
Según Darwin, los escritos del galés supusieron una aportación menor, algo que desmiente la carta original de Wallace, que puede verse junto a otros documentos históricos en la exposición de homenaje, que será permanente en Londres.
Coincidiendo con el centenario de la muerte de Wallace, el Museo de Historia Natural organiza a lo largo de todo el año lecturas de sus diarios, exhibe un retrato del naturalista en la entrada principal del edificio y programa visitas a su colección de insectos.
En sus viajes por Brasil, Malasia, Indonesia y Singapur, Alfred Wallace descubrió más de seis mil nuevas especies, esencialmente mariposas, de las que enviaba una copia a Inglaterra mientras se guardaba otra para sí.
Son estos archivos personales la gran colección que puede verse ahora, aproximadamente el 70 por ciento del total de su trabajo repartidos en cuadernos de dibujo, minuciosos diarios, cartas e insectos disecados que Beccaloni encontró destartalados.
"En 2002 contacté con los nietos de Wallace y resultó que tenían todo un armario lleno de documentos en el desván, totalmente descuidado y cubierto de polvo. ¡No sabían lo que valía", explicó este experto, que ha dedicado varios años a la restauración de cientos de ejemplares de mariposa del científico galés.
El resultado de su trabajo es la mayor colección existente de la obra de Wallace, que considera útil todavía para los científicos dedicados al estudio de esas especies que no pueden viajar para observarlas directamente.
Entre risas, Beccaloni destaca el apartado del diario en el que Wallace relata como, a su vuelta a Inglaterra en 1862, el barco en el que viajaba se hundió, perdiendo gran parte de su trabajo a excepción de cuatro diarios, también presentes en la muestra de Londres.
"Eran las nueve de la mañana, estaba desayunando y el capitán del barco bajó y me dijo 'Me temo que el barco está en llamas, pero ¿podría subir a la cubierta y decirme si está de acuerdo conmigo?'", escribió un sorprendido Wallace.
"No hay duda de que es un prueba de que el capitán era inglés. Estaríamos ante un comportamiento distinto si tuviera otra nacionalidad", señala Beccaloni entre risas.
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