Cultura

Literatura de brújula

Los escritores Juan Gabriel Vásquez y Santiago Roncagliolo charlan en El placer de la Lectura

GUADALAJARA, JALISCO.- (29/NOV/2011).- Decía Javier Marías que hay escritores de brújula y otros de mapa y Juan Gabriel pertenece al primer grupo: va al norte sin importar qué vericuetos, cajones abiertos o fantasías irreverentes se le presenten en el camino.

Así fue como en su juventud el escritor colombiano, a escondidas de sus padres, se metió a la Hacienda Nápoles, zoológico del capo colombiano Pablo Escobar. Allí vio ríos que nacían y morían; animales extraídos ilegalmente como por ejemplo un canguro que pateaba balones de futbol y lograba vencer a porteros profesionales; un loro que recitaba de memoria los nombres de la selección colombiana de futbol; o bien, un hipopótamo traído de África al que el capo salvó de morir víctima de la tristeza por falta de hembra trayéndosela desde el mercado negro de Miami.

Santiago Roncagliolo es un hombre de nariz aguileña, frente ancha, manos pequeñas y un ligero tejido adiposo que se alza develando la forma de una pequeña panza. En cambio, Juan Gabriel Vásquez es un hombre alto y fuerte, de manos inquietas y con una barba recién nacida que habla con la seguridad que le da ser entrevistado por un amigo. Arrellanados en dos sillones color café que apuntan hacia un público callado y atento, ambos escritores aprovechan el espacio para charlar sobre cómo se cocinó la reciente novela del colombiano que le mereció el Premio Alfaguara de Novela 2011 El ruido de las cosas al caer.

Durante la plática, Juan Gabriel hace un recuento de los episodios de violencia que Colombia vivió a causa del narcotráfico y cómo su lucha causo estragos en la sociedad haciendo estallar  la violencia en la cara a los colombianos. En un intersticio, Santiago pregunta.

-¿Osea que declararle la guerra abierta a los narcotraficantes fue lo que desencadenó la peor etapa de violencia en Colombia?

-Algo así- asiente el colombiano.

-Eso lo he escuchado en algún sitio- repone el peruano irónicamente.

Y los presentes rompen a carcajadas.

El colombiano dice que el no trabaja con temas sino con personajes y que éstos son los que le indican el norte de la trama del escrito. Puede ser una escena, un hombre al que sólo ha visto una vez o una visita a la Hacienda Nápoles lo que le puede despertar la locura que se necesita para escribir cualquier historia.

“Yo nunca he comenzado una novela pensando en un tema. No trabajo con temas sino que percibo la historia de un personaje que me interesa por alguna razón y en este caso fue la historia de Ricardo Laverde”.

Tanto Santiago como Juan Gabriel recordaban los cambios de personajes, temas y tonos que se mezclan en la historia cuando una mujer uniformada le hace a Santiago Roncagliolo una señal con cara y mano que significa que el tiempo se ha terminado y los dos escritores se levantan al mismo tiempo, y con un apretón de manos y un abrazo sonoro se despiden como en el final apresurado de una historia a cargo un escritor nervioso.

EL INFORMADOR/ GONZALO JÁUREGUI
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