Cultura
Licencias truncan centros culturales
Al menos tres espacios de Guadalajara se han visto perjudicados por el permiso; en Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá autoridades descartan dificultad en trámites
De acuerdo con información obtenida vía transparencia —a los departamentos de Padrón y Licencias—, hasta finales de 2015 existían en Guadalajara 50 licencias vigentes para el giro de Centro Artístico y Cultural, cada una con un costo anual de cuatro mil 108 pesos. En Zapopan se informó también vía transparencia que sólo hay cuatro licencias de centro artístico y cultural, sin que exista el giro de galería. En Tlaquepaque se detalló que hasta la fecha sólo había una licencia de Centro Artístico y quince licencias para el rubro de galería. Mientras que en Tonalá, por transparencia, se dio a conocer que existía sólo una licencia por concepto de “Centro Artístico y Cultural” y 14 por el concepto de “galería”. En Tlajomulco de Zúñiga, la información solicitada no pudo otorgarse “por ser reservada, confidencial o inexistente”. Esto quiere decir, que en los municipios más poblados de la Zona Metropolitana de Guadalajara hay sólo 56 licencias de centros culturales independientes.
¿Qué dicen las autoridades municipales?
Hugo Rodríguez, director general de Padrón y Licencias de Tlaquepaque, aseguró que no hay mucha demanda en el giro y que no es difícil de sacar una licencia. “El primer requisito es el uso de suelo. Se nos hace la solicitud, si son personas físicas se entrega la solicitud con comprobante de domicilio, identificación. Si es rentado el local, una copia del contrato de arrendamiento, el predial y unas fotografías del lugar. No tenemos ningún problema con el giro. No hay ninguna restricción al respeto, estamos de acuerdo con ese tipo de actividades. El costo requiere pagar nada más el formato, están dentro del convenio federal”.
Este medio buscó, por medio de sus encargados de comunicación social, a los actuales directores de Padrón y Licencias de Guadalajara y Zapopan para que externaran su postura pero no hubo respuesta a la solicitud de entrevista.
Sin embargo, se habló con la titular de la Dirección de Cultura. Susana Chávez Brandon, directora en Guadalajara, señaló que el hecho de que las licencias tapatías estén sujetas a los planes parciales es algo que debe modificarse, ya que la actual legislación sólo permite que un centro cultural se apruebe en una zona distrital y no en una barrial. “Es algo que obedece a la legislación, existe un reglamento que es el de Zonificación Urbana el cual establece qué tipos de zonas hay en la ciudad: zonas barriales y distritales”.
Sobre esta definición, el departamento de comunicación de la Dirección de Cultura Guadalajara explica que “se entiende una ‘zona barrial’ como zona de ‘bajo impacto’, es decir, que cuando se hizo la legislación al respecto esta definición indicaba que no se podían abrir centros culturales en esas zonas demarcadas (también consideradas como habitacionales) debido a las distintas exigencias de cada licencia como por ejemplo, considerar que podrían impactar en dicha zona con ruido, no contar con cajones de estacionamiento, etcétera. Una ‘zona barrial’ es una definición para calles de un solo sentido y una ‘zona distrital’ para avenidas como Alcalde o Chapultepec, que son de doble sentido. Y como un centro cultural puede tener un alto impacto en la zona donde se instale, es por eso que hoy el reglamento indica que deben instalarse en una avenida. Por esta limitación algunos centros culturales tuvieron que recurrir a licencias para funcionar como cafetería, por ejemplo”.
Susana Chávez externa que en el artículo 35 de ese reglamento de zonificación se establece qué tipo de servicios puede haber; sin embargo, “la Dirección de Ordenamiento del Territorio está trabajando con una propuesta de modificación en la que se permita que centros culturales estén en ‘zonas barriales’. Hemos solicitado que se evalúen estos planes parciales pero no es un proceso rápido”. Sobre si se ha trabajado con el área de licencias, dijo que es algo que aún está pendiente.
Por su parte, Gerardo Asencio Rubio, director de Cultura en Zapopan, también aceptó que falta mucho por trabajar al respecto. “Ya empezamos (las gestiones), tuvimos una reunión con la Comisión de Cultura del cabildo y una de las cosas fue trabajar un reglamento especial para centros culturales independientes, para que no les apliquen el que existe”.
CENTROS QUE CERRARON
• Centro Cultural Malasangre
Este punto de reunión para artistas de diversos géneros cerró definitivamente sus puertas en febrero de 2015 tras cinco años de operar luego de no poder conseguir el permiso como Centro Artistico y Cultural.
• Denker Café
Al estar en una finca antigua, algunos detalles estructurales pausaron sus actividades por tres meses. Mientras, los gastos fijos no se detuvieron. Al final no obtuvieron su licencia y cerró.
• Preludio Centro Artístico y Cultural
“Un caballo llamado Beto” fue una de las obras que tuvo el recinto, hasta que cerró en marzo de este año debido al incremento gradual del costo de la licencia para operar.
Iniciativas sin eco
El pasado 28 de agosto de 2015 los integrantes del movimiento “Sí a los espacios culturales”, el cual está integrado por artistas, promotores, expositores y gestores culturales, presentaron ante el Congreso del Estado una iniciativa de ley para que exista la figura de “centros culturales independientes” en la Ley de Fomento a la Cultura del Estado de Jalisco. En aquel entonces el diputado Enrique Velázquez se comprometió a presentarla al pleno, pero con el cambio de legislatura la propuesta ha sido olvidada. Rubén Gallardo, de Arte colectivo Nahual A.C, contó que la iniciativa había quedado en puntos constitucionales.
¿Por qué es importante un centro cultural?
La actriz y directora Yosi Lugo, quien ha sido de las principales promotoras de los centros culturales independientes, dijo que conseguir la licencia de centro artístico en Guadalajara fue un gran logro al principio, aunque después no funcionara de la mejor manera. “Si tuviéramos más libertad de promover, fomentar la cultura, que es nuestro compromiso, te aseguro que existiría menos delincuencia, te lo digo porque los mismos amigos que han estado presos, cuando se vuelven parte de un grupo de teatro, nos dicen: ‘si hubiera sabido que existe esto no hubiera hecho otras cosas’. Pensamos que la cultura es cara, inalcanzable, pero son espacios de expresión para todas las edades”.
De acuerdo con el reglamento tapatío para el Funcionamiento de Giros Comerciales, Industriales y de Prestación de Servicios, en el Municipio de Guadalajara un centro artístico y cultural independiente es “aquel establecimiento de construcción cerrada o abierta, cuya actividad principal es la exposición y presentación de diversas expresiones artísticas y culturales, tales como artes visuales, escénicas, musicales y literarias, así como la realización de actividades que tengan por objeto el cultivar, fomentar, promover y estimular el arte y la cultura entre la población”.
TRES CASOS PARA COMENTAR
La realidad que enfrentan
El Centro Cultural Malasangre, que estaba ubicado en el número 330 de la calle 8 de julio cerró en febrero de 2015, principalmente porque no pudo conseguir el permiso de Centro Artístico y Cultural durante los cinco años que estuvo abierto al público.
Sago Malasangre explicó en entrevista que desde el inicio buscaron trabajar dentro de la legalidad, luego de que en 2009 el Ayuntamiento tapatío aprobara la licencia para centros culturales, sin embargo uno de los grandes problemas que enfrenta esa legislación es el reglamento de Zonificación Urbana que marca que estos giros deben estar en una zona distrital, no en una barrial. “Estuvimos funcionando porque nos sugirieron abrir como fonda, metimos fonda con giro de cerveza. Nos dijeron que si estuviéramos más en ‘Chapu’ quizá nos la daban, pero en zona barrial no se puede. Es absurdo que no pueda haber un centro cultural dentro de un barrio que es donde más se necesitan”.
El promotor recordó que algunos regidores se acercaron para defender la causa pero no le dieron seguimiento. “Nos decepcionamos bastante de no poder trabajar legalmente. Sin los permisos adecuados no podíamos hacer los carteles de las presentaciones; los inspectores comenzaron a fijarse, por eso empezaron la clausura”.
El también locutor de radio dice que eso fue el inicio del fin, porque al haber acoso de inspectores todo se terminó. “Nunca se pudo lograr la licencia y fueron muchos años de estar estirando y aflojando. Fue una desilusión ver que cuando quieres trabajar en la legalidad no puedes”.
Dulce Cruz Ramos, de Preludio Centro Artístico y Cultural (Prisciliano Sánchez #777) —un espacio que cerró de forma definitivaen marzo de 2016—, contó que poco antes de que cerraran, en 2009 fueron de los primeros en tener la licencia de centro artístico. “Desde 2010 empezaron a autorizar las licencias. Se estableció en un precio de inicio cercano a los cuatro mil pesos. Se respetó el primer año pero luego empezó a subir, subía y subía hasta que llegó a costar 13 mil pesos”.
Cruz Ramos detalló que tuvieron que cerrar porque no pudieron pagar los 13 mil pesos que se solicitaban pese a que era más de lo que estaba reglamentado. “Encontré en la ley que era obligatorio que sólo nos cobraran cuatro mil pesos, metí carta a Padrón y Licencias, al tesorero, a todo mundo. Vi que lo que nos cobraban no era correcto. Reabrimos pero nos costó mucho porque lo ganado se detuvo, tuvimos entonces que hacer mucho trabajo de publicidad para que regresara la gente que ya venía”.
Semanas antes de cerrar definitivamente, aseguró que a los que no tienen licencia les va peor, “porque cada vez que tienen un evento tienen que pedir permiso. Otra cosa que no nos ayuda es la gran cantidad de trámites para cualquier cosa, ni siquiera saben que el giro existe. Los inspectores también llegan con una actitud muy fuerte, como si tuviéramos algo fuera de la ley, buscando por donde multarte”.
Celia Rosales, quien fue propietaria de Denker Café (Donato Guerra #226) y ahora es promotora de Puerquito Fest, aseguró que conseguir la licencia de Centro Artístico y Cultural en Guadalajara fue un suplicio, porque desde un inicio la información no fue clara, además de que es un trámite tedioso y cansado.
“Denker estaba en una finca antigua, teníamos un domo protegiendo la finca y por eso no nos daban la licencia. Pasaron dos meses para que Obras Públicas dijera que no había problema. No pudimos abrir hasta entonces, ósea tres meses donde estás pagando gastos fijos, ya invertiste en mobiliario, ya invertiste tiempo”.
Señaló que muchas veces aparecen más trabas y la situación se vuelve insostenible. “Es como les ha pasado a muchos colegas, hicieron el trámite y nunca pudieron tener la licencia, hubo un centro que antiguamente fue la Casa de los Colunga, pero nunca pudo obtener la licencia porque estaba en zona barrial cuando a unos pasos tenía un antro”.
LAS FRASES
“Lograr una licencia de centro cultural es un reto descomunal”.
Álvaro Abitia, cantautor y gestor cultural.
“En el Centro Cultural Malasangre hubo decenas de poetas, pintores, era un centro que cumplía con las funciones y que cerró porque nunca les permitieron sacar un permiso correspondiente por ser zona barrial, y en zona barrial se necesitan más centros culturales”
Gabrielle Ville, artista y gestora.
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