Cultura

Le Clézio lanzó una defensa de la interculturalidad

El Premio Nobel de Literatura destaca que cada voz es indispensable para la convivencia humana en el planeta

GUADALAJARA, JALISCO (29/NOV/2010).- Una defensa de la interculturalidad como recurso contra los discursos nacionalistas y las guerras fue el tema central de la conferencia magistral que ofreció ayer el escritor francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, ante un público formado por unas 400 personas que lo escucharon durante unos cien minutos en el Auditorio Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro.

En La literatura intercultural –a veces como charla, a veces leyendo algunas notas-, acompañado del historiador francés avecindado en México Jean Meyer, Le Clézio, premio Nobel de Literatura 2008, hizo un recorrido por algunos ejemplos de la literatura en los que se subrayan los valores de la interculturalidad como mecanismos para la integración y el entendimiento humanos. “Cada voz es indispensable”, sostuvo, “en la red de palabras que rodea a este planeta humano”, y en ella “no existe pureza original, porque somos, todos, los ecos y los resurgimientos que construyen la inteligencia humana”.

El “boy scout proustiano”

Meyer hizo una semblanza introductoria sobre Le Clézio. Lo comparó, aunque dijo esperar que él no estuviera de acuerdo, con Arthur Rimbaud, y elogió su libro Revoluciones, aún sin traducción al español. Pero, sobre todo, insistió en que su trabajo como escritor, cercano a la literatura de culturas “víctimas de la Historia que pueden tomar su revancha” y que a veces ha sido descrito como la labor de un “boy scout proustiano”, parece ajustarse al ideal de Alfred Nobel cuando propuso un premio a una obra literaria “idealistik”, que podría traducirse del sueco como “ideal” o “idealista”.

Le Clézio ofreció una intervención de múltiples temas, todos ligados a la interculturalidad como opción para el futuro. Habló de su trabajo con proyectos educativos en los que se promueve la educación bilingüe o trilingüe; contó de su propia experiencia como hijo adoptivo de Isla Mauricio, un pequeño país de 1.2 millones de habitantes “en donde todos hablan dos o tres idiomas”; y recordó la experiencia de haber trabajado en El Colegio de Michoacán, una iniciativa intelectual promovida por el historiador Luis González y González, al que tanto Le Clézio como Meyer recordaron con insistencia.

El Nobel 2008 propuso incluso una especie de escala mundial según la cual los países más avanzados en los esfuerzos interculturales serían algunas ex colonias como Perú, Bolivia y Ecuador, promotoras de proyectos de integración lingüística, seguidas por Ghana y Nigeria.

El autor de La cuarentena sugirió que, en esta escala, México estaría a la mitad, pues “todavía hace mucha falta para que las otras culturas sean reconocidas en su valor verdadero. El problema en México sería, como en Francia y otros países, que hay un exceso de centralismo”.

Al nivel más bajo, sugirió, “encontraremos, desgraciadamente, a todas las naciones que fueron colonizadoras, porque en estas sociedades se ha mantenido la convicción de la necesidad de uniculturalismo: una sola lengua, un solo pensamiento; apenas se están desarrollando, no podría decir hacia un pluriculturalismo, sino una especie de consideración con algo de desprecio hacia las culturas menores”.

La guerra y la globalización

Le Clézio puso uno de los acentos de su conferencia en la oposición de la guerra contra el humanismo y la convivencia de culturas diversas. De hecho, dijo, la guerra, es, por naturaleza, opuesta a toda cultura. Aseguró que la noción de que algunas culturas valen más que otras, y por tanto tienen derecho de destruir a las menores, “no pertenece al pasado”. Y agregó que hay un segundo “peligro”: “El temor que podemos sentir en cuanto a la globalización, es decir, en cuanto a una cultura universal, basada sobre la rapidez y la facilidad de la comunicación y del comercio. La cultura, las artes, la literatura, pero también expresiones menos valorizadas como la cocina o el vestido, se confunden con un modo de vivir, el way of life de los norteamericanos”.

Propuso, así, que la literatura es uno de los mayores vehículos de la interculturalidad, pues sostiene la universalidad en oposición a los nacionalismos radicales; hizo un recorrido por ejemplos literarios que rebasan las fronteras de sus culturas de origen, como El lazarillo de Tormes, que, “para mí, no era un libro que hablaba de la cultura española”; y subrayó la importancia de la “criollidad” de varias literaturas, como la mexicana, en la que destacó las obras de sor Juana Inés de la Cruz, José Vasconcelos o Juan García Ponce.

La frase
Estamos delante de un desafío para las generaciones futuras, una doble inquietud: el fin de los conflictos armados y la revolución pacífica de la interculturalidad, quizás por la literatura. No hay otra meta para estos objetos a la vez magníficos y ordinarios que son los libros ”.
Jean-Marie Gustave Le Clézio
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