Cultura
Le Clézio defiende la interculturalidad como recurso contra la guerra
El escritor francés, Premio Nobel de Literatura 2008, abrió el Salón Literario de la FIL con la conferencia La literatura intercultural
Jean-Marie Gustave Le Clézio, ante un público formado por cerca de 400 personas que lo escucharon durante unos cien minutos en el Auditorio Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro.
En La literatura intercultural –a veces como charla, a veces leyendo algunas notas-, acompañado del historiador francés avecindado en México Jean Meyer, Le Clézio, premio Nobel de Literatura 2008, hizo un recorrido por algunos ejemplos de la literatura en los que se subrayan los valores de la interculturalidad como mecanismos para la integración y el entendimiento humanos; habló de su trabajo con proyectos educativos en los que se promueve la educación bilingüe o trilingüe; contó de su propia experiencia como hijo adoptivo de la Isla Mauricio, un pequeño país de 1.2 millones de habitantes “en donde todos hablan dos o tres idiomas”; y recordó la experiencia de haber trabajado en El Colegio de Michoacán, una iniciativa intelectual promovida por el historiador Luis González y González, al que tanto Le Clézio como Meyer elogiaron.
Le Clézio propuso incluso una especie de escala mundial según la cual los países más avanzados en los esfuerzos interculturales serían algunas ex colonias que se desarrollaron después como naciones mestizas: Perú, Bolivia y Ecuador, promotores de proyectos de integración lingüística y en donde muchas escuelas ofrecen educación en distintos idiomas, serían los “punteros” de este ranking, seguidos por Ghana y Nigeria. En África, en la segunda ciudad más grande de Burkina Faso llamada Bobo Dioulasse, dijo, hay una ejemplar mezquita construida en equipo por cristianos y musulmanes.
El autor de La cuarentena sugirió que, en esta escala de interculturalidad, México estaría a la mitad, pues, si bien hay esfuerzos diversos por integrar a sus diversas culturas, “todavía hace mucha falta para que las otras culturas sean reconocidas en su valor verdadero. Pero hay progreso. El problema en México sería, como en Francia y otros países, que hay un exceso de centralismo. Sabemos que el cerebro está en la Ciudad de México, pero la prueba de que no (es así) es que estamos aquí: hay muchos cerebros en México”.
Al nivel más bajo de esta escala de valores, sugirió, “encontraremos, desgraciadamente, a todas las naciones que fueron colonizadoras, porque en estas sociedades se ha mantenido la convicción de la necesidad de uniculturalismo: una sola lengua, un solo pensamiento; no hay pensamientos plurales, y apenas están desarrollando hacia no podría decir un pluriculturalismo, sino una especie de consideración con algo de desprecio hacia las culturas menores”.
Al respecto de ese tema, contó su experiencia con el idioma bretón, propio de la región francesa de Bretaña y que “está acabándose, no porque esté ahora perseguido, sino porque la gente de mi generación prohibió a sus hijos hablarlo, porque este idioma significaba el subdesarrollo, la pobreza, la miseria. Ahora, la juventud tiene pesar por esto, quiere aprender de nuevo el idioma, pero, cuando un idioma se muere, es muy difícil resucitarlo. Los idiomas son frágiles”.
Elogios para Guadalajara. Es una buena oportunidad para encontrar a los habiantes de esta ciudad. No soy aficionado a estos encuentros, la última vez que fui a una feria fue en Buenos Aires y son las dos únicas veces que he estado presente en una feria. Quería agradecer a los tapatíos, a los habitantes de Jalisco, a la ciudad de Guadalajara, a mi editorial Tusquets y, por último, a mi buen amigo Jean Meyer que hizo una presentación tan llena de calor y de amistad.
EL INFORMADOR / IVÁN GONZÁLEZ VEGA
GUADALAJARA, JALISCO (28/NOV/2010).- Una defensa de la interculturalidad como recurso contra los discursos nacionalistas y las guerras fue el tema central de la conferencia magistral que ofreció este mediodía el escritor francés
En La literatura intercultural –a veces como charla, a veces leyendo algunas notas-, acompañado del historiador francés avecindado en México Jean Meyer, Le Clézio, premio Nobel de Literatura 2008, hizo un recorrido por algunos ejemplos de la literatura en los que se subrayan los valores de la interculturalidad como mecanismos para la integración y el entendimiento humanos; habló de su trabajo con proyectos educativos en los que se promueve la educación bilingüe o trilingüe; contó de su propia experiencia como hijo adoptivo de la Isla Mauricio, un pequeño país de 1.2 millones de habitantes “en donde todos hablan dos o tres idiomas”; y recordó la experiencia de haber trabajado en El Colegio de Michoacán, una iniciativa intelectual promovida por el historiador Luis González y González, al que tanto Le Clézio como Meyer elogiaron.
Le Clézio propuso incluso una especie de escala mundial según la cual los países más avanzados en los esfuerzos interculturales serían algunas ex colonias que se desarrollaron después como naciones mestizas: Perú, Bolivia y Ecuador, promotores de proyectos de integración lingüística y en donde muchas escuelas ofrecen educación en distintos idiomas, serían los “punteros” de este ranking, seguidos por Ghana y Nigeria. En África, en la segunda ciudad más grande de Burkina Faso llamada Bobo Dioulasse, dijo, hay una ejemplar mezquita construida en equipo por cristianos y musulmanes.
El autor de La cuarentena sugirió que, en esta escala de interculturalidad, México estaría a la mitad, pues, si bien hay esfuerzos diversos por integrar a sus diversas culturas, “todavía hace mucha falta para que las otras culturas sean reconocidas en su valor verdadero. Pero hay progreso. El problema en México sería, como en Francia y otros países, que hay un exceso de centralismo. Sabemos que el cerebro está en la Ciudad de México, pero la prueba de que no (es así) es que estamos aquí: hay muchos cerebros en México”.
Al nivel más bajo de esta escala de valores, sugirió, “encontraremos, desgraciadamente, a todas las naciones que fueron colonizadoras, porque en estas sociedades se ha mantenido la convicción de la necesidad de uniculturalismo: una sola lengua, un solo pensamiento; no hay pensamientos plurales, y apenas están desarrollando hacia no podría decir un pluriculturalismo, sino una especie de consideración con algo de desprecio hacia las culturas menores”.
Al respecto de ese tema, contó su experiencia con el idioma bretón, propio de la región francesa de Bretaña y que “está acabándose, no porque esté ahora perseguido, sino porque la gente de mi generación prohibió a sus hijos hablarlo, porque este idioma significaba el subdesarrollo, la pobreza, la miseria. Ahora, la juventud tiene pesar por esto, quiere aprender de nuevo el idioma, pero, cuando un idioma se muere, es muy difícil resucitarlo. Los idiomas son frágiles”.
Elogios para Guadalajara. Es una buena oportunidad para encontrar a los habiantes de esta ciudad. No soy aficionado a estos encuentros, la última vez que fui a una feria fue en Buenos Aires y son las dos únicas veces que he estado presente en una feria. Quería agradecer a los tapatíos, a los habitantes de Jalisco, a la ciudad de Guadalajara, a mi editorial Tusquets y, por último, a mi buen amigo Jean Meyer que hizo una presentación tan llena de calor y de amistad.
EL INFORMADOR / IVÁN GONZÁLEZ VEGA
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