Cultura
Lázaro, lévantate y anda
Se fue 2011, un año de profunda reflexión
Ahora mismo vivimos un momento shakesperiano: Toda gran historia trágica termina y revienta en los límites de la moral y en la reflexión filosófica. En tiempos de crisis: la violencia en nuestro país, la crisis económica mundial, los indignados en España (nomás para empezar), la muerte de un tirano y la continuidad de la tiranía en Norcorea, Cuba y sus puntadas deseando Feliz Navidad, etc. El hombre tiene que escuchar al hombre, porque esos otros ya lo han vivido y de eso hablan precisamente los clásicos. Pase lo que pase, siempre los tendremos a ellos. A Miguel de Cervantes Saavedra y sus molinos de viento. A Ortega y Gasset. A José Moreno Villa (de quien el Colegio de México y la Residencia de Estudiantes Española ha publicado recién un libro titulado Memorias) A Federico García Lorca con sus poemas en el Hudson, a Shakespare y Hamlet.
2011 tiempos de Hamlet. Y en este caso, hago hincapié en la historia de El Lazarillo de Tormes, -punto fundacional del mismo Don Quijote de la Mancha,- obra del siglo XVI de autor desconocido, que un grupo de actores-músico con tendencias corporales retomó en el caos de lo contemporáneo logrando, con toda intención, colocar un espejo entre las sociedades del siglo XVI y de la actual. La adaptación del texto a cargo de Juan Ayala, (El Lazarillo de Tormes es la primera novela picaresca en la historia de la literatura) para teatro es impresionantemente existosa y actual.
Permea la intención autoral de retratar una ideología social moralista y pesimista, razón por la cual la Iglesia la prohibió hasta bien entrado el siglo XIX.
Lázaro nombre bíblico y teatral, que para mi gusto retrata con fuerza lo que es el montaje, es una denuncia del falso sentido del honor y de la hipocresía. Lázaro se ha presentado en diversas ciudades de España y Europa con una importante reflexión sobre los tiempos que corren y una inteligente propuesta de un clásico, que divierte a la gente y la hace reflexionar.
En algún punto de la concepción del montaje, me recordó el trabajo de Hamlet, príncipe de Dinamarclown dirigido, si no me equivoco por Fausto Ramírez y en el que creativos locales de diversos proyectos conjuntaron una sola mirada brillante, inteligente y divertida sobre Hamlet. Una obra de Shakesperare que luego de ver el montaje, uno quería volver a leerla. Eso pasa con los clásicos.
Feliz fin de año. Un buen momento para visitar la biblioteca y reflexionar sobre el futuro.
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