Cultura

Las mil caras de Cristo

Artistas de todos los tiempos han dado a Jesucristo una imagen para venerar

GUADALAJARA, JALISCO (17/ABR/2014).- Aunque a lo largo de la historia la imagen de Jesucristo ha tenido diversas representaciones, antes de que se decidiera dar un rostro al hijo de Dios hubo que analizar su pertinencia.

De entrada, el problema estaba en cómo hacerlo, pues ni siquiera se tenía una idea clara de cómo era aquel hombre, y si se planteaba retratarlo como un ser a imagen y semejanza de los hombres, había que pensar que históricamente merecía ser lo más cercano posible a la realidad, pero no había documentos que lo describieran —los evangelios no tienen esa descripción—; sin embargo, ello también suponía la profanación de lo que es digno de veneración y respeto.

Por otro lado, se pensó —incluso hay varias obras que lo muestran así— en representaciones alegóricas o símbolos, de tal suerte que hubo artistas que lo mostraron como un cordero sobre un montpiculo (“cordero de Dios que quita el pecado del mundo”), así como el pez, el león, el delfín e incluso racimos de uvas.

Poco a poco los artistas comenzaron a darle a Jesucristo forma humana: primero fue un adolescente y un hombre joven, después comenzó a vérsele como un varón maduro. Al final, las comunidades cristianas establecieron de manera casi universal una forma de retratar a Cristo: un hombre de aspecto solemne y mayestático, de 1,83 metros de altura, de amplia cabellera y abundante barba generalmente partida.

Artistas de diversas épocas han retomado esta imagen, pero sumándole —en algunos casos— sus estilos personales. Aquí una probadita de su presencia en óleos y murales.

La última cena


Esta pintura mural renacentista, realizada en 1495, Leonardo da Vinci (1452-1519) muestra la última cena de Jesús de Nazareth. En ella, Jesús anuncia que uno de sus 12 discípulos lo traicionará.

La obra, considerada como una de las mejores del mundo, se encuentra en el refectorio del Convento de Santa María de la Gracia, en Milán.

Ha sido restaurada en múltiples ocasiones con la guía de las copias que existen de la obra.

En el mural se aprecia el ánimo innovador de Da Vinci, pues experimentó con una técnica que combinó óleo y yeso.

Cristo en la columna

Michelangelo Merisi da Caravaggio (1573-1610), considerado el primer gran pintor del barroco, pintó —en su mayoría— cuadros en los que destacó el tema religioso. Uno de ellos fue “Cristo en la columna”. Esta obra, elaborada en 1607, se conserva en el Museo de Bellas Artes, en Ruan, Francia.

La tortura también fue un tema frecuente de Caravaggio. La pintura “La coronación de espinas”, realizada en 1604, lo demuestra. En este cuadro —que se conserva en Italia—, Jesús de Nazareth es torturado por tres hombres.

Cristo crucificado

Pintado por Diego de Velázquez (1599-1660), se conserva en el Museo del Prado, en España. Es una representación de un Cristo inerte, clavado a la cruz. Al eliminarse las referencias espaciales, el espectador puede sentir la soledad, el silencio y reposo que rezuma la figura de Cristo.

Miguel de Unamuno se inspiró en esta obra para escribir el poema “El Cristo de Velázquez”: “¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío? / ¿Por qué ese velo de cerrada noche / de tu abundosa cabellera negra / de nazareno cae sobre tu frente?”.

La Sagrada Familia


“La Sagrada Familia” es una de las pinturas tempranas del pintor y grabador Francisco de Goya (1746-1828). Fue realizada para decorar la Basílica del Pilar entre 1775 y 1780. Sin embargo, el óleo fue rechazado y el español tuvo que venderlo en otra parte. Fue hasta 1877 que, por órdenes del rey Alfonso XII, la obra fue comprada para el Museo del Prado.

La Virgen María con el niño en brazos (Jesús como un bebé), san Juanito y san José son los protagonistas de esta escena en la que destaca la iluminación, al emplear un potente foco de luz que deja el fondo en penumbra y resalta las figuras, siendo éste lenguaje típico del Tenebrismo.

El Cristo Amarillo

El pintor francés Paul Gauguin (1848-1903), pintó “El Cristo Amarillo” en 1889.

En el centro de la imagen está Cristo,  la zona inferior de la composición está ocupada por tres mujeres bretonas: la del primer plano está de espaldas, la del plano medio está de perfil y la del tercer plano aparece de frente.

Para esta pintura, Gauguin se inspiró en una talla policromada del siglo XVII que encontró en una iglesia de un pueblo cercano a Pont-Aven.

Cristo de San Juan en la Cruz


Salvador Dalí (1904-1989) pintó el “Cristo de San Juan de la Cruz” en 1951.

Este óleo de estilo surrealista se conserva en el Museo Delvingrove, en Glasgow, Reino Unido.

Para realizar esta pieza, el pintor español se inspiró en un dibujo de San Juan de la Cruz y en un sueño. En la pieza se muestra a Jesús de Nazareth crucificado. Su cabeza, mirando hacia abajo, es el centro de la obra; abajo aparecen dos pescadores.

Entre Cristo y la bahía hay nubes iluminadas por la luz que irradia la figura del crucificado.

Cabeza de Cristo


El volumen exaltado que destaca en la pintura de Fernando Botero se denota en su pintura “Cabeza de Cristo”, obra realizada en 1976 y que el colombiano donó al Museo de Antioquia, que cuenta con una exposición permanente de la obra del artista.

A esta representación de Cristo se suman otras hechas por el artista colombiano, quien lo ha retradado en el Via Crucis y en la cruz; y aunque es en escencia el mismo personaje regordete, en las obras posteriores a ésta se notan ciertas diferencias en la figura del personaje bíblico.
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