Cultura

Las bibliotecas no son el continente, son el contenido: Del Paso

Veinte años después, el escritor de ''Noticias del Imperio'' hace un balance de la Biblioteca Iberoamericana que administra la Universidad de Guadalajara

GUADALAJARA, JALISCO (19/JUL/2011).- Desde que lo operaron de las cataratas le gustaron tanto sus gafas que ahora ya no se las quita, aunque no las necesite. Sentado cómodamente en el sofá de su sala, Fernado del Paso, uno de los pilares vivos de la literatura nacional, que decidió adoptar a Guadalajara hace dos décadas, advierte que esta será la entrevista con la que se jubile de los medios de comunicación, porque quiere dedicarse sólo a escribir. A decir verdad, ahí sentado, se le ve orgulloso y no es para menos, bajo su dirección se fundó y nutrió en estos años la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz.

El 19 de junio de 1991, en el marco la Primera Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, y con la presencia de personajes emblemáticos de América Latina, como Fidel Castro, Carlos Menem, César Gavira, Alberto Fujimori y el presidente de España Felipe González y el rey Juan Carlos; el entonces rector de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Raúl Padilla López, acompañado del presidente de México, Carlos Salinas de Gortari inauguró, en el edificio ubicado en la entonces Plaza de las Sombrillas, la Biblioteca Iberoamericana.

— Fernando del Paso, ¿cómo es que llega usted a la dirección de esta biblioteca siendo ya un escritor consolidado?
— Yo conocí a Trino en París, a Trino Padilla; mientras él estaba haciendo un posgrado en la ciudad donde yo era cónsul. Nos hicimos amigos y yo le había comentado que tenía la intención de volver, después de 24 años de vivir fuera de México, pero que no quería volver al Distrito Federal porque es muy complicado. Yo tengo la teoría de que los mexicanos no nos cortamos el cordón umbilical, sino que lo estiramos cada que salimos del país y eso duele mucho. Después él me dijo que su hermano, Raúl Padilla, acababa de inaugurar una Biblioteca que llevaba el nombre de Octavio Paz en Guadalajara. Me dijo que si quería tomar el puesto de gerencia… no, me dijo que era la dirección y yo acepté.

—¿Qué fue lo que encontró cuando llegó a Guadalajara?
— Encuentro, en primer lugar, un lugar muy bello. Un edificio muy bonito con unos frescos impresionantes que hicieron el jalisciense Amado de la Cueva y (el capitalino) Alfaro Siqueiros. Ninguna biblioteca es su continente pero sí su contenido. Yo llegué un año después y ya tenía su público y su acervo de casi 15 o 18 mil volúmenes. El acervo ahora ha crecido a 76 mil y pico de títulos y ahora los visitantes son 18 mil usuarios al mes, aparte de seis mil niños al año en el área infantil. No quiere decir que son 18 mil lectores distintos, sin embargo cuando van dos o más personas sólo se registra uno. Así que los números pueden variar y nuestras estadísticas no son del todo certeras. Lo que es cierto es que tenemos un magnífico público.

— ¿Cuál ha sido la evolución en estas dos décadas de la Biblioteca Iberoamericana?
— No solamente ha habido un aumento en cantidad, sino también en calidad. Se han regalado títulos que consideramos que no son útiles para la biblioteca. Se adquieren todos los años más libros. Tenemos la Enciclopedia Británica completa, la Espasa Calpe, con más de 100 volúmenes; diccionarios de política, de ciencia, de folclor, de las cosas que nunca existieron… de toda clase.

— ¿Cuál es el perfil del usuario que visita la biblioteca?
— Es difícil hacer un perfil del usuario que nos visita porque tenemos la virtud de estar en el corazón de la ciudad. Por la mañana es frecuente que las personas de la tercera edad vayan y lean los periódicos, a partir del medio día es más común ver estudiantes y maestros, por la tarde tenemos mayor afluencia de niños. Tenemos espacios para las computadoras, tenemos internet inalámbrico.

— Etapas difíciles en estos 20 años en la Biblioteca ¿cuáles han sido?
— No hemos tenido realmente una crisis en estos años, ningún problema; pero lo cierto es que el presupuesto nunca alcanza. El problema más difícil es el dinero, pero no es privativo de la Universidad de Guadalajara, sino de todas las universidades públicas del país.

— En ese sentido, ¿cuál es el valor de una biblioteca pública en estos tiempos donde todo se privatiza?
— Esa pregunta no me la hagas porque se peca de obviedad.  Las bibliotecas o son públicas o son privadas. Yo tengo una biblioteca aquí en mi casa que no se la voy a abrir a nadie mas que algún amigo, pero una biblioteca pública es de todos. Imagínate lo que se pierde cuando se privatizan. Las bibliotecas de las facultades son tan especializadas que no sirven a todos. Esa es la ventaja de una biblioteca como la nuestra, dar un servicio más general.

—¿Qué significa la Biblioteca Iberoamericana para Fernando del Paso?
— A mí me cambió la vida porque en primer lugar fue el pretexto para regresar a mi país; pero para no vivir en la Ciudad de México; yo adoro mi ciudad pero es muy complicada, ya lo he dicho… y ahora parece que Guadalajara también se empieza a complicar, pero bueno. También me ayudo para cambiar de trabajo porque ser cónsul general es un trabajo abrumador y sobre todo, lo más importante, para dedicarme a mi trabajo, para hacer mi obra personal que es un libro de ensayos sobre el islam y el judaísmo que será publicado en septiembre. Este es uno de tres volúmenes y es un libro que le he dedicado a la Universidad de Guadalajara por darme esa oportunidad.

— ¿Cuál es el plan en el futuro inmediato para modernizar la Biblioteca?
— Ya entramos a la era digital. Tenemos ya el servicio de Internet y se está supervisando para que no entren a sitios porno o a cosas indebidas. Ahí ya entramos al universo. Hay dos problemas, uno que no tenemos espacio.
El segundo problema es acercar los libros que no sean en inglés. En esta era no se puede leer todo si no se sabe por lo menos ese idioma.

Sobre la mesa de la casa del escritor hay nueve volúmenes de la que dice, será la trilogía con la que se jubilará. Advierte que esta ha sido una de las últimas entrevistas que dará y que su libro llamado Bajo la sombra de la historia, ensayo sobre el islam y el judaísmo él no lo presentará nunca. El escritor de Palianuro de México posa para algunas fotos y antes de que salga a despedir a los reporteros a la puerta de su casa advierte “mañana (hoy) los espero ahí… para regresarle a esa plaza la bonita costumbre de las sombrillas”.

La asistencia “se ha disparado”
La administradora general de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, Luz Elena Martínez, dice que ahora que la Biblioteca Pública Juan José Arreola se ha mudado al complejo Los Belenes, al norte de la ciudad, la asistencia al espacio que ella administra se ha disparado.
“La verdad es que aún no tenemos estadísticas exactas de lo que ha pasado en los últimos dos meses, pero lo que es cierto es que por las tardes a veces ya no tenemos mesas para los usuarios, son insuficientes”.

Según Martínez, debido al déficit presupuestal que atraviesa la Universidad de Guadalajara (UdeG) en estos momentos, los planes sobre proveer de nuevos servicios e incluir otros espacios al actual edificio se ven lejanos. “Tenemos un presupuesto de 750 mil pesos al año en un edificio donde laboran alrededor de 30 personas. Todos los años compramos libros y recibimos”.

Para la administradora, una de las materias pendientes que se debe resolver con urgencia es la intervención de los muros “que se encuentran muy húmedos y pueden alcanzar los libros”.

Otro de los pendientes es contar con más equipos de cómputo, “tenemos ocho máquinas para todos los usuarios y aún conservamos los tres que son especiales para las personas invidentes. Sin duda, son pocos equipos pero el principal problema es de espacio”
De acuerdo con el director de la biblioteca, Fernando del Paso, aún no hay un proyecto sólido para presentarlo a la rectoría pero adelantó que se debe de buscar un edificio contiguo o “por lo menos cercano” para poder resolver las nuevas necesidades de los lectores que se den cita en el Centro Histórico.

Un recinto con historia
Aun cuando los sacerdotes jesuitas llegaron a Guadalajara desde el año de 1586, y de inmediato se hicieron cargo del Colegio Seminario del señor San Pedro, no fue sino hasta 1591 cuando fundaron el Colegio de Santo Tomás de Aquino, primer centro educativo local donde se impartieron “altos estudios de latinidad” fuera de la capital de la Nueva España.

Fray Antonio Alcalde, célebre por su labor humanitaria, fue el principal promotor para que se autorizara la creación de una universidad en la Nueva Galicia. Resultado de sus gestiones fue la cédula real que autorizó la creación de la Real y Literaria Universidad de Guadalajara, en 1791. En 1793, el ex templo de Santo Tomás se convierte en sede de la casa de estudios.

En 1827, Prisciliano Sánchez, primer gobernador constitucional de Jalisco, clausura la Real y Literaria Universidad de Guadalajara, como gesto del gobierno de la nación independiente que se desliga de su pasado colonial. El edificio es adecuado para sus nuevas funciones de palacio legislativo: se derriban las torres, se le agrega el pórtico, son retirados los altares, y se adaptan curules para el salón de sesiones. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto José Gutiérrez.

El recinto, por su diferente uso y las diversas modificaciones estructurales, se aleja manifiestamente de su anterior función como lugar de culto religioso.

De 1828 a 1833, la Capilla de Loreto alojó la Escuela Normal Lancasteriana y posteriormente funcionó como escuela municipal.

Durante la Revolución Mexicana, en el año 1914, el edificio es ocupado y convertido en cuartel y caballeriza.

Desde 1919 hasta 1948, el ex templo fue la sede de la Dirección General de Estudios Superiores y, posteriormente, Oficina de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística.

Con la reapertura, en 1925, durante el gobierno de José Guadalupe Zuno, de la Universidad de Guadalajara, bajo el rectorado de Enrique Díaz de León, el edificio regresa a formar parte del patrimonio universitario.

Años después, en 1930, el “Grupo de la Universidad”, integrado por Jesús Guerrero Galván, José Parres Arias, Alfonso Michel y Francisco Sánchez Flores, decora la bóveda de la pequeña capilla, a la que bautizaron “Olimpus house”, que actualmente es el área de las oficinas administrativas de la biblioteca.

En 1937, el gobierno del Estado, presidido por Everardo Topete, concreta la venta del edificio del Colegio de Santo Tomás, anexo al templo, a una compañía norteamericana que lo derriba. Quedan así como único vestigio del conjunto arquitectónico original el ex templo de Santo Tomás y la Capilla de Loreto.

Desde 1948 hasta 1985, el inmueble fue utilizado como oficina de Telégrafos Nacionales. A partir del año siguiente y hasta 1991, el edificio estuvo cerrado, en un principio abandonado y, después, sometido a los trabajos de restauración en los que participaron arquitectos, historiadores y restauradores de arte, en un equipo multidisciplinario, bajo la dirección del arquitecto Gonzalo Villa Chávez.

El 19 de julio de 1991, se inaugura como sede de la Biblioteca Iberoamericana y se le distingue con el nombre del poeta y ensayista mexicano, Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz.

Para saber
Hoy, en punto de las 13:00 horas, el Ayuntamiento de Guadalajara y la Universidad de Guadalajara invitan a la reinauguración de la plaza que llevará el nombre Plaza Universidad de “Las sombrillas”. A partir de hoy, las mesas con sombrillas que se encuentran en la plaza, fuera de la Biblioteca, podrán ser utilizadas por cualquier persona. Habrá servicio de internet y será de uso libre.
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