Cultura

Lagos y la oportunidad Latinoamericana

El libro de el ex mandatario chileno es el resultado de conversaciones con el escritor Carlos Fuentes

GUADALAJARA, JALISCO (26/NOV/2012).- Ricardo Lagos (1938) fue presidente de Chile de 2000 a 2006. Su periodo de gobierno destacó por las políticas económicas, pero sobre todo sociales que implementó y que le dieron estabilidad al interior y lustre en el exterior. Fue también ministro de Educación, por lo que ha sido cercano a los procesos culturales de su país y del continente. De una cercanía fraternal e intelectual con Carlos Fuentes, este ex diplomático piensa América Latina, la sabe en un momento especial, importante y que puede trascender, como explicó en entrevista

De paso por la Feria Internacional de Libro 2012 presentó ayer El siglo que despierta (Taurus), resultado de largas conversaciones con Carlos Fuentes. Ahí, ambos tratan de descifrar la realidad para aventurar un escenario del futuro o los futuros que deparan no sólo a Latinoamérica, sino al mundo en sí. Hoy, además, dicta la Cátedra Julio Cortázar.

Ahí, dice el estadista, “quiero plantear cuáles son los desafíos para América Latina. Pero diría que el tema fundamental en muchos de nuestros países es cómo fortalecemos la democracia; cómo somos capaces de dar cuenda de las nuevas exigencias de los nuevos sectores medios que están surgiendo en nuestros países y por lo tanto cómo somos capaces de satisfacer estas nuevas demandas. Y eso requiere esfuerzos y políticas nuevas.”

Sobre Fuentes, Lagos señala que el escritor pensaba que “la economía debe estar al servicio del hombre y no el hombre ser un esclavo de la economía y que por tanto la economía debe de tener algunos tipos de regulaciones en toda sociedad para que cumpla la función que está llamada a tener; y para que el hombre día a día expanda las fronteras culturales que son posibles que estén al alcance de todos. Porque definitivamente lo que permanece de una sociedad es el tipo de cultura y civilización que es capaz de tener. A ratos nos confundimos y pensamos que lo que importan es el poder temporal y no el poder permanente de la palabra.
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