Cultura
La singular visión de Octavio Paz sobre la obra de Lévi-Strauss
Paz alaba a Lévi-Strauss como un visionario y como un científico humilde y genial
"Aunque leo por placer y sin tomar notas, la lectura de Lévi-Strauss me descubrió tantas cosas y despertó en mí tales interrogaciones que, casi sin darme cuenta, hice algunos apuntes. Este texto es el resultado de mi lectura". Con estas palabras, Paz emprende una lúcida reflexión sobre la obra del prestigioso investigador.
Desde puntos de vista distintos y aveces opuestos, ambos autores coinciden en ver al hombre como emisor de signos y, simultáneamente, como un signo entre los signos. Así, las páginas de Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo constituyen una lúcida introducción al estructuralismo, pero también una exposición de las ideas del Nobel de Literatura mexicano sobre el lenguaje.
Para Paz, la obra de Lévi-Strauss posee una importancia triple: antropológica, filosófica y estética. El autor de Piedra de sol inscribía al centenario humanista considerado el padre del enfoque estructuralista de las ciencias sociales en la tradición de Rousseau y Diderot, Montaigne y Montesquieu, y afirmaba que "su meditación sobre las sociedades no europeas se resuelve en una crítica de las instituciones occidentales".
Paz alaba a Lévi-Strauss como un visionario y como un científico humilde y genial, lo asocia incluso con los caligramas de Mallarmé. Su búsqueda fue el rastro de la estructura de los engranajes de lo social, y su racimo de enigmas insondables. Su camino seguía la enseñanza de Freud, los territorios turbadores del tabú y sus nociones se asoman una y otra vez: "La atracción y la repulsión por el sexo opuesto, la visión del cuerpo como un nudo de fuerzas benéficas o nocivas, las rivalidades y las amistades… el juego violento y complicado entre veneración y profanación, miedo y deseo, agresión y transgresión, todo ese territorio magnético, magia y erotismo, que cubre la palabra incesto".
Aquello se terminó llamando estructuralismo, sus lecciones tendrían comentadores fructíferos a lo largo de toda la mitad del siglo XX. Octavio Paz entre otros. El mexicano da cuenta de la búsqueda de su maestro hacia lo universal, por encima del recuento de la historia y de la mirada del científico ceñido al dato y al microscopio.
Títulos como Antropología estructural, La cruz y la lira o El pensamiento salvaje del belga enamoraron al poeta y ensayista mexicano. Éste le homenajea en este estudio del año 67 que presentó como "resumen de mis impresiones y cavilaciones", sin pretensión crítica alguna.
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