Cultura

La piratería y el desuso atentan contra artesanías

Desde hace cuatro años se trabaja en la gestión de marcas que buscan que las comunidades cuenten con un registro oficial para distinguir sus productos

CIUDAD DE MÉXICO.- Las versiones piratas que entran a México de productos como textiles, juguetes tradicionales y productos de madera, así como el desuso de ciertas artesanías que deriva en la extinción de esos saberes, ponen en riesgo a este patrimonio cultural del país.

Hay en México, registradas por el Fonart (Fondo Nacional Para El Fomento De Las Artesanias) diez mil diferentes piezas en 19 ramos -textil, joyería, máscaras, espejos, cerámica, entre otros-. En todo caso, el Fonart no tiene un catálogo completo de esa producción.

Para proteger el trabajo de los artesanos mexicanos que en los últimos años se han visto afectados por ese contrabando, desde hace cuatro años se trabaja en la gestión de marcas colectivas que buscan que las comunidades cuenten con un registro oficial para distinguir sus productos. No es un instrumento igual al de la “denominación de origen”, pero permite a las artesanos proteger jurídicamente la propiedad intelectual de sus bienes y tener un uso exclusivo.

Dentro de este programa de marcas colectivas existen hoy más de 70 marcas, 32 de ellas gestionadas desde 2007 con Fonart. Con miras a evaluar el trabajo y conocer cómo operan los artesanos con este formato se realizará la primera Reunión Nacional de Evaluación de Marcas Colectivas 2007-2009.

Rafaela Luft Dávalos, directora general del Fonart, citó el ejemplo de las guitarras de Paracho; tras obtener el registro de la marca colectiva -labor que se llevó a cabo con el gobierno del estado- se logró reducir el tráfico de guitarras chinas. Describió también la experiencia de Oaxaca donde el registro detuvo una producción de alebrijes hechos de plástico en Estados Unidos.

Otros ejemplos de gestión de marca colectiva con Fonaes son el de la producción del árbol de la vida en Metepec, estado de México; los tonás o tallas de madera creadas por tres comunidades de Oaxaca; los muebles de Pichátaro, Michoacán; el cazo de cobre de Santa Clara, Michoacán; las lacas de Temalacatzingo, Guerrero, la loza de San Pablo Del Monte, Tlaxcala, y la cuera de Tamauilpas.

En peligro de extinción


Alberto Monjarás Osorio, funcionario del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, explicó que la idea de la marca colectiva es tratar de agrupar artesanos organizados porque es más difícil que de manera individual se puedan emprender acciones de preservación de este patrimonio.

Como casos de artesanías que se encuentran en riesgo por el desuso -algunas veces porque los propios artesanos han dejado de realizarlas-, Rafaela Luft Dávalos se refirió a la joyería esmaltada de Yucatán, al tigre de barro de Chiapas, al zarape de Teocaltiche en Jalisco, a la filigrana de Huetamo en Michoacán o al vidrio de pepita en el DF.

Eduardo Berrocal, encargado de la Subdirección de Programas Sociales de Fonart, contó que hace 12 años no llega a los concursos de arte popular una propuesta de obra artesanal hecha en resina del así llamado árbol del chicle -es la materia prima para la fabricación de la goma de mascar-, y que ya no se encuentran personas que las elaboren.

La primera Reunión Nacional de Evaluación de Marcas Colectivas 2007-2009 se realizará los días 28 y 29 de enero en el Hotel del Ángel (Río Lerma 154, Col. Cuauhtémoc), de la Ciudad de México con el fin de conocer el grado de desarrollo organizativo, productivo y comercial de las asociaciones propietarias de marcas colectivas promovidas por Fonart en el periodo 2007-2009, y de definir experiencias de comercialización alternativas.
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