Cultura
La nueva gramática flamenca
La bailaora Rocío Molina, quien hace del flamenco un venero de metáforas, visitará México con Danzaora a finales de enero
Apenas el año pasado, fue bailarina invitada de la Compañía Nacional de Danza de España en un espectáculo titulado Ángeles Caídos. La creación de Rocío, sí, tiene una innegable veta masculina y la dulzura y sensualidad de la femineidad. Lo que hace son metáforas. Una ruptura, una pregunta irreverente ante la naturaleza de los límites. Una poética natural ante el hallazgo de sus poliedros dancísticos.
Al preguntarle por sus maestros se espera una letanía de nombres famosos. El mundo del flamenco es una constelación protagónica. Pero Rocío, contesta desde Sevilla que “los maestros de mi vida, pues han sido, realmente, todo aquel que me ha impulsado para subirme a un escenario. Agradezco a La Trini a La Luki, mi familia”, señala sin dejar de admitir que la ha marcado la escuela de Mario Maya.
El primer espectáculo de Rocío Molina se tituló Entre Paredes, poco después con apoyo de la Agencia Andaluza para el Desarrollo Flamenco, realizó en 2005 El Eterno Retorno una creación singular basada en textos de Nietzsche, espectáculo en el que participó la misma Pasión Vega. Actuó junto a Antonio Canales, luego en armonía con la bailaora Laura Rozalén realizó un singular proyecto titulado Turquesa como al Limón. A su corta edad ha recibido innumerables reconocimientos como el Premio Revelación El Público Canal Sur, Mejor Bailaora en 2007.
Su estilo y profundidad han hecho de ella un punto de referencia en la danza mundial, no es raro escuchar entre sus colegas “esa niña no es normal”. Ni tampoco es extraño que Carlos Saura la haya incluido en su último filme Flamenco Flamenco, estrenado hace dos años en España y en el que Molina comparte cartel con figuras como el talentoso Carpeta y Paco de Lucía.
Rocío Molina visita México para presentar su espectáculo Danzaora el 25 y 26 de enero en el Teatro Metropólitan del DF. Un trabajo de búsqueda flamenca. La acompaña, y no es poca cosa, la cantaora La Tremendita, con quien después de Danzaora, girará en un nuevo proyecto titulado Afectos. Antes de continuar con el futuro, Rocío habla de sus deseos.
—¿Cómo inicias este ciclo?
—Pues mira, lo veo con mucha esperanza, quiero ser más generosa que nunca. Creo que es un año de dar y dar y dar. Y con que uno reciba una sonrisa, ya está. Llevar algo como Danzaora a México me parece muy fuerte. México y nosotros tenemos muchas similitudes. Esa raíz. Es un espectáculo de mucha energía.
—Eres autora de una danza muy particular ¿cómo llegas a ese lenguaje?
—Mira, yo nunca tuve miedo. Yo soy yo misma siempre y he sido yo misma siempre. Construí primero, conociendo muy bien todo el flamenco, y luego conociendo perfectamente todo mi cuerpo y luego haciendo el trabajo para un escenario y observándome. La danza es personal y yo he ido desarrollando mi propia curiosidad.
—¿Por qué en el lenguaje del flamenco?
—Porque en el momento que escucho una soleá, en mí ocurre algo diferente y ni siquiera me lo pregunto. El flamenco sirve, como todas las artes, para transmitir, para crear ilusión, si no hiciera flamenco, prefiero no vivir. El cante, es el corazón de todos arraigados a la tierra.
Dolores Tapia
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