Cultura
La muerte que siempre está viva
Los aztecas y mexicas veneraban a Mictlancihuatl o Señora del Lugar de los Muertos
“Gracias a ‘la florecita’ salí del vicio de la droga desde hace siete meses”, manifiesta Isabel Trujillo, vecina de la colonia Polanco, al preguntarle por qué le rinde culto a la Santa Muerte, representada en la figura de una calavera.
Juan Díaz, encargado de la capilla y quien se presenta a sí mismo como obispo ortodoxo mexicano, revela que los mexicanos
contemporáneos no fueron los que iniciaron el culto a la Santa Muerte, como lo dicen o creen algunos. “Los aztecas, mexicas y todos aquellos que dependían del Imperio Tenochca adoraban o veneraban a Mictlancihuatl o Señora del Lugar de los Muertos. En todas las religiones siempre han personificado a la Muerte. La cultura romana, maya, totonaca, persa, egipcia, todos tenían un alguien que llevara a las almas de aquí al más allá”, indica. El adorar a Dios va acompañado de la veneración a la Santa Muerte en la comunidad ortodoxa mexicana, subraya Díaz. En contraste a esta explicación del origen del culto a “la santita”, la antropóloga Kali Argyriadis señala que la imagen del esqueleto de la Santa Muerte fue introducida por los europeos, en el siglo XVII, por lo que no es una herencia prehispánica como se piensa.
La devoción a la Santa Muerte es cada vez más un culto popular, en la que creen personas de diferentes edades, profesiones y oficios, que pertenecen a todas las clases sociales. En Guadalajara, al igual que en otras ciudades del país, se considera a la Santa Muerte como un ángel más. Algunos conciben su aspecto como un ser de carne y hueso y no como un simple esqueleto.
Día a día el culto a la “niña” se ha ido extendiendo en Guadalajara y sus zonas aledañas. Gente de diferentes estratos acude al Mercado Corona a comprar artículos para acondicionar sus altares. En 13 puestos los clientes pueden encontrar desde figuras, lociones, cadenas, libros, oraciones, veladoras, piedras, amuletos, y vestidos de diferentes colores para arropar al “bulto” de la Muerte. Lo hacen de manera discreta. Piden que sus productos sean envueltos en papel periódico o en bolsas negras. Simulan que llegaron a comprar comida, adornos de hielo seco o hierbas. Se detienen de puesto en puesto a preguntar por algo y de repente ya están pagando los artículos de “la flaquita”.
Al igual que en otras religiones que creen en los milagros de los santos, la Santa Muerte es considerada como una deidad piadosa y generosa. Rumina Morales platica que una vecina de la colonia Morelos, la acusó de haber robado en su casa, por lo que policías la detuvieron 72 horas: “yo tuve un acoso policiaco y caí en la cárcel. Le pedí a mi ‘flaca’ que me sacara libre. Primeramente a Dios y a la ‘flaca’ estoy aquí afuera”.
El obispo Juan Díaz asevera que en La Biblia se habla de un ángel exterminador. “La humanidad siempre ha tenido un ser del más allá que lleva al otro lado las almas de los que mueren”, asegura.
Definen posturas
El estigma con el narcotráfico y la delincuencia
En programas de televisión, películas y en múltiples piezas informativas de medios de comunicación se ha difundido que la Santa Muerte está relacionada con narcotraficantes y delincuentes, porque se cree que acuden a ella para protegerlos del riesgo constantemente. Los grupos religiosos donde en sus rituales se le rinde culto a “la florecita”, han enfrentado problemas con el Gobierno Federal, como la Iglesia Tradicionalista México-Estadounidense que perdió su registro ante la Secretaría de Gobernación en 2007.
“Aquí hay devotos de todos los tipos, pobres y ricos, profesionistas e ignorantes, hombres y mujeres, gays y lesbianas, policías y ladrones. Hay militares que son devotos de la Santa Muerte y hasta altos funcionarios políticos”, comenta Juan Díaz antes de iniciar una misa.
Aunque los fieles de la Santa Muerte reconocen que sí hay narcotraficantes o delincuentes que le rinden culto, reprueban que se les llame narcosatánicos “porque también hay narcotraficantes católicos a los que no se les llama narcocatólicos. No tenemos relación con el narcotráfico, apenas nos alcanza con las limosnas. Si viene algún narco pues yo no lo sé porque no les ando preguntando a qué se dedican”, aclara el presbítero.
Sin embargo, algunos académicos no dejan de señalar que sí existe un vínculo entre esta veneración y la delincuencia. La comunicadora social, María Concepción Lara, en la investigación El culto a la Santa Muerte en el entramado simbólico de la sociedad del riesgo, hace un recuento de la devoción a la Santa Muerte, donde señala que es una práctica religiosa que hace unos10 o 12 años empezó a difundirse a gran escala en México. “Inicialmente estuvo ligada al narcotráfico y al secuestro. Sus seguidores, que vivían de la violencia y día con día enfrentaban el riesgo de la muerte, paradójicamente a ella se encomendaban para obtener su protección”.
Como parte de la estigmatización que enfrentan sus fieles, se dice que la Santa Muerte es sólo venerada por personas marginales o de clase media baja. Sus seguidores quieren vivir su fe sin ser tachados de brujos o satánicos. Además reclaman porque se les reconozca como un grupo incluyente y plural, a diferencia de otras religiones. “La Santa Muerte es la única justa y no discrimina porque se lleva a todos. Es el único grupo religioso donde todos pueden tomar un cargo en algún momento sin importar el género, incluso los homosexuales son aceptados”, ahonda el padre Juan Díaz.
Otros de los grandes mitos que enfrentan las personas que conviven con “la flaquita”, es que ésta es utilizada en actos de brujería y por ello se les vincula con los chamanes. A pesar de las críticas que enfrentan por parte de las religiones católicas y cristianas, sus devotos están convencidos de que la Santa Muerte “es una enviada milagrosa de Dios”.
Una fiesta para todos
La Santa Muerte es considerada como un ser más espiritual y tradicional en algunas partes de México. El 2 de noviembre, cuando una gran parte de la población celebra el tradicional Día de Muertos, significa la fiesta principal para celebrar a “la patrona” en diferentes puntos del país.
El 31 de octubre de 2001, Enriqueta Romero (doña Queta), decidió sacar de su casa una figura de la Santa Muerte y colocarla en un altar público en el número 12 de la calle Alfarería, en el barrio de Tepito del Distrito Federal. Ahí, el primer día de cada mes se organiza un rosario, al que cientos de seguidores acuden con su propia imagen o bulto de “la jefa”. “La particularidad en los rosarios es que la vestimenta, los colores, los materiales y la figura, difieren de acuerdo al gusto de cada persona y a otras creencias religiosas. Los creyentes han adoptado diversas formas de rendir culto y de expresar su fe con costumbres de rituales diversos o de manera similar a la de otros santos”, describe el artista visual Jorge Salgado, quien realizó para su tesis de maestría un ensayo de imágenes fotográficas en el que retrató los rituales a “la santísima”.
En Guadalajara la fiesta ya empezó. Hace cinco años vecinos de la colonia Las Juntas instalaron un altar en un local de la calle Juan de la Barrera, cerca de las vías del Tren, para rezarle a “la niña”, como le llaman a la Santa Muerte, donde las principales peticiones siguen siendo para que familiares salgan de la cárcel, porque regrese el ser amado, por conseguir trabajo o por no perder al que tiene, por salud, entre otros. Desde hace tres años, en este lugar comenzaron a celebrarse misas los días 22 de cada mes. Al lugar acuden desde niños hasta personas de la tercera edad de todos los aspectos.
En este altar, la gran celebración empezó desde el domingo pasado. Hoy se espera la visita de 300 personas aproximadamente en cada una de las cuatros misas que se llevarán a cabo. Se estima que la Santa Muerte de la colonia Las Juntas recibirá a cerca de dos mil visitantes durante el día.
Danae Vázquez empezó a rendirle culto a la Santa Muerte desde los18 años, cuando veía que su hermano era devoto de la misma. Hace 12 años compró un auto y el vendedor “me hizo fraude”. Le pidió a la Santa Muerte que la ayudara y dice que tiempo después se arregló su problema.
A través de libros e internet empezó a conocer más sobre el tema. Después de seis años de preparación, en abril, se consagró como la primera sacerdotisa. Su principal petición es “que cada día crezca más la devoción hacia la Santa Muerte. Quiero que se esclarezca nuestro culto. Mucha gente piensa que esto no es bueno y nos sataniza. Nos dicen que es un ser malo, y no, es un ángel de luz, es una enviada de Dios”.
Danae considera a la Santa Muerte como un ser que viene por las personas para llevarlas con Dios cuando mueren: la describe como una mujer hermosa, alta, con piel blanca y cabello negro. Asegura que en Veracruz, Oaxaca y Chiapas ya se está venerando la Santa Muerte de carne y hueso a diferencia de Guadalajara donde aún se le concibe como una representación de hueso.
“El 2 de noviembre es el festejo de todos los muertos y también de la Santa Muerte, como si fuera el día de su santo, porque así es como cada uno de nosotros queda al morir, en puro hueso”, concluye Danae Vázquez.
Las variantes
Devoción sin fronteras
El culto a la Santa Muerte no sólo se da en diferentes regiones de México sino también en diversos países, como Cuba y Argentina, a través de diferentes representaciones plasmadas en imágenes o diseñadas en diferentes “bultos” que varían en su color y tamaño. En cada una de las comunidades donde se venera a la Santa Muerte varía como se le concibe, en algunos puntos se le considera como un ser de carne y hueso, en otros cómo un mero esqueleto y en algunas poblaciones sus seguidores la distinguen como hombre o mujer.
“El culto a la Santa Muerte en Veracruz es una reproducción fiel de una misa de la Iglesia Católica porque quieren demostrar que son católicos, hasta en sus procesiones llevan carteles que dicen: ‘somos católicos, apostólicos y no satánicos’”, detalla Kali Argyriadis, investigadora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo, (IRD) con sede en Francia. Interpreta que el culto a “la patrona” significa una cuestión social de venerar algo que está prohibido y que provoca miedo, pero a la vez a algo que también es profundamente mexicano, con relación a las celebraciones tradicionales que se hacen el Día de Muertos, como el montaje de altares y la visita a las tumbas de seres queridos.
La antropóloga Nahayeilli Juárez Huet, explica que, en la última década, se ha visto en los rituales a la Santa Muerte en México, un entrecruzamiento en distintos niveles y significados, con símbolos y prácticas ligadas al universo de la santería cubana, como sucede con los santeros del Distrito Federal que son devotos de la misma, quienes simpatizan con su imagen de hueso. Indica que los santeros de la capital del país asocian a la Santa Muerte con Oyá, considerada en Cuba como dueña de las puertas del cementerio, centellas y vientos fuertes.
“El nivel en el que parece predominar este entrecruzamiento es el de uno más estético y muy ligado al equiparamiento de símbolos y adaptación de objetos (collares, pulseras, velas,) que se hacen accesibles a través del mercado y que se venden como novedosos para los devotos de la Santa Muerte, sin que esto necesariamente implique que estén iniciados en la santería”, detalla Juárez.
Kali Argyriadis, revela que la santería en Veracruz llegó vía el Distrito Federal y no por el lado de Cuba, como se cree por su ubicación. En el Puerto de Veracruz, la imagen de Yemayá empezó a venerarse en los centros espiritistas, como ocurre en Brasil, como una mujer blanca que camina sobre el mar, con estrellas y perlas que brotan de sus manos. “La llaman ‘lucero de la mañana’ en Veracruz y con ese nombre empiezan a identificarla con La Santa Muerte”. Indica que es un objeto de culto híbrido en el que se funciona la vertiente de una Muerte encarnada (su forma antes de morir) y de un esqueleto.
En el puerto Jarocho la gente acostumbra hacer un ritual frente al mar, donde le ofrenda flores y frutas, se realizan limpias y además construye un altar sobre la arena y caminan en el agua hasta sumergir la mitad de su cuerpo. “El Día de Muertos se le celebra a la Santa Muerte como si fuera su cumpleaños, se realizan eventos especiales, se le lleva mariachi y se le cantan las mañanitas. En Veracruz hacen un ritual al mar porque la identifican con Yemayá (dueña del mar y de la Luna). También en una zona arqueológica se hace un ritual con danzantes que van vestidos con trajes de esqueletos”, detalla Kali.
En algunas partes del mundo, el culto a la Santa Muerte ha pasado a de ser una práctica espiritual a un juego o accesorio de moda que cualquiera puede portar, y en otros casos se convirtió en una práctica imitada que se adquiere a través de videos y foros de discusión en internet, como sucede en Argentina. “El culto a la Santa Muerte empezó a expandirse en los últimos años en Argentina, sobre todo en Buenos Aires, pero la versión mexicana, la Santa Muerte, se conoció a través de internet, donde se están fusionando estas dos deidades”.
En foros de internet la discusión gira en torno a si se consideran como una misma o son diferentes. El desconcierto surgió porque: “Ahora se representa a San La Muerte con imágenes de la Santa Muerte. La imagen va cambiando, ya parece de comic, con capas de colores que sirven para distintas cosas”, señala Alejandro Frigerio, antropólogo argentino por la Universidad de California.
El investigador de prácticas religiosas afirma que en Argentina la devoción a la Santa Muerte es mucho más oculta y con vergüenza, pues su imagen no tiene la misma aceptación y resonancia cultural antigua y favorable como la que se vive en México, debido, en gran parte, a que en ese país sudamericano no existe el trasfondo de la celebración tradicional que se realiza el Día de Muertos en México. “En Argentina actualmente hay una tendencia de normalizar el culto, en el que cualquiera puede participar y no sólo los delincuentes como se piensa”, indica Frigerio.
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