Cultura
La moda, otro registro de la historia
La transformación en la manera de vestir es evidente en los protagonistas de la Independencia y la Revolución Mexicana
Entre cada uno de los movimientos hay 100 años de diferencia. Algunos de los momentos que se reflejan en las costumbres y en la moda son la caída de la monarquía en Europa y las nuevas ideas liberales.
Alejandro Bribiesca, director del Centro Internacional de Diseño y Moda ImagenArte, señala que es necesario un repaso por las tendencias. “La moda, junto con la arquitectura y el diseño, registran el cambio de la historia”.
Inicia el siglo XIX
Durante la época colonial las tendencias de la moda provenían de Europa. Los diseños sofisticados eran un lujo de las familias ricas de la Nueva España, que importaban vestidos y trajes confeccionados en Francia, principalmente.
Los españoles peninsulares y los criollos que pertenecían a los estratos sociales altos eran quienes marcaban el modo de vestir y las clases bajas imitaban los diseños con sus propios medios, según apunta el director del Centro Internacional de Diseño y Moda ImagenArte, Alejandro Bribiesca.
Al Puerto de Veracruz llegaban las telas europeas, en su mayoría sedas, encajes, algodones y bordados. De ahí se enviaban a la Ciudad de México.
Alejandro Bribiesca explica que a principios del siglo XIX “la moda vivió una época de cambio influido con la llegada de Napoleón a la corona de Francia”. Éste fue un momento para las propuestas neoclásicas.
En el caso de las mujeres como Josefa Ortiz de Domínguez, los vestidos de telas ligeras eran casi rectos, de talle alto, con mangas tipo globo. El atuendo incluía un peinado que exigía llevar todo el cabello recogido y unos rizos sueltos para enmarcar el rostro.
Entre los ejemplos de la alta costura de entonces se encuentra el traje del Ejército Realista, usado por Ignacio Allende y José María Callejas.
En el caso de los hombres, la referencia era el londinense George Bryan Brummel (1778-1840), conocido como Beau Brummell y se dice que fue “el inventor del dandismo”, según Bribiesca.
La propuesta de Beau Brummell, es decir el “Bello Brummell”, recorrió toda Europa y llegó a México.
Para los investigadores de la moda, Brummel impuso “al caballero bien vestido”.
El traje incluía la faja vasca que se enrolla varias veces en el cuerpo con la finalidad de acentuar la cintura, el pantalón corte zanahoria que redondeaba las caderas y caía en línea recta hacia los pies, calcetines, ligas o ligueros y botinas con polainas -una especie de cubre zapatos de lona que se abotonaban a los costados-.
La camisa era blanca de algodón, de lino o seda, con cuello alto que podía pasar la barbilla (se le conocía como encañonado) y en el cual se colocaba una corbata y luego el saco tipo frac.
El experto resalta que el traje del caballero no ha sufrido grandes cambios desde la época Barroca, ya que las prendas que lo integran se conservan: pantalón, chaleco y saco.
París, referencia durante el porfiriato
Otro momento de cambio fue el porfiriato, ya que la referencia en la moda sino y en el arte era París. Entonces, el vestido de la mujer se transformó y la propuesta se mantuvo hasta principios del siglo XX.
Los vestidos de la mujer eran más estéticos porque su corte era lineal, figura que se rompía con el polisón, una especie de aglobado cuyo fin era enmarcar las caderas. El cuello era alto y las mangas largas con botones en los puños, también el atuendo incluía guantes y sombreros muy amplios.
“Esa moda fue muy recatada, pues no mostraba el cuerpo de la mujer”, expresa el director del Centro Internacional de Diseño y Moda ImagenArte, quien agrega que “en México había confeccionistas, pero no diseñadores”.
La Revolución, variedad de trajes
Durante el movimiento de 1910, el traje del hombre incluía un saco largo tipo abrigo y sombrero de copa. El militar era el mejor ejemplo del buen vestir, mientras que los revolucionarios marcaron otro estilo.
Estos últimos vestían pantalón tipo migueleño, camisa de manta, un pañuelo, sombrero y guaraches, atuendo que no era práctico para la guerra. Así surgió el traje tipo charro, muy usado por Emiliano Zapato y que se caracterizó por un pantalón pegado con botones a los costados, acampanado para montar a caballo; saco corto llamado bolero o torera y sombrero.
Una de las características de las adelitas era su falda grande, incluso en ocasiones era común que usaran dos (una entallada y la otra encima), la blusa en cuello tipo barco y las trenzas con listones. El accesorio básico era rebozo, que funcionaba como abrigo o cuna, incluso podía ser una venda.
Alejandro Bribiesca expresa que los mejores vestidos eran de la élite política y de figuras como Venustiano Carranza y Francisco I. Madero.
Mayra Torres de la O
Nageva
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