Cultura

La humanidad es un error catastrófico

Transcurrieron 45 minutos: La divina palabra debe estar acabándose. La lista de quejas de Elba y Amparo llegó ya a los libros de la SEP

GUADALAJARA, JALISCO (26/NOV/2012).- Elba Castañeda lucha, reclama, suplica. Pega la nariz afilada al muro de cristal que divide el lobby de los salones de conferencias de la FIL. Nada. No hay manera de cruzar la maldita pared, le advierten los controladores del público de la FIL. Su amiga Amparo González interviene: “¡Déjala tan siquiera que vea de lejos a los de La divina palabra! ¿No sabes qué es La divina palabra?”.  

La ignorancia de los controladores aviva la llama. “¡La divina palabra! ¡El programa cultural de televisión!”, grita.

Andan cerca de los 40 años. Elba es matemática y maestra de español. Amparo es actriz. Las acompaña un viejo locuaz vestido de traje a rayas. Las dos niegan parentesco con el caballero. El gafete del hombre lo identifica como Padsie Erliu Modefayflo. Le gusta repetir: “La humanidad es un error irreversiblemente catastrófico”, mientras menea la cabeza.

Los controladores del público pelan los ojos. Son estudiantes entrenados para poner límites, no para contener escenas de locura, han de pensar.

Pero a Elba y Amparo les importa nada lo que piensen. Ante ellos, que ahora permanecen mudos y desarmados, enumeran las cosas que odian de la FIL: que lo de La divina palabra, que los libros cuestan 10 salarios mínimos, que no exista en toda la feria una antología de cuentos mexicanos, que si la hay da lo mismo porque las computadoras de búsqueda no sirven, y una lista larga de qués, entre la cual Padsie Erliu Modefayflo hilvana un par de veces su máxima: “La humanidad es un error…”.

Transcurrieron 45 minutos: La divina palabra debe estar acabándose. La lista de quejas de Elba y Amparo llegó ya a los libros de la SEP. Los controladores se hicieron ojo de hormiga. Don Padsie Erliu Modefayflo se fue meneando la cabeza. A Elba acaba de volverle el coraje por sistema de entrega de fichas que le impidió la entrada al programa de televisión. “¡Es como el Seguro Social!. El otro día mi papá se fue desde la mañana, ¿sabes a qué hora lo atendieron?...”.
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