Cultura
La fadista admirada por Prince encarna la nueva savia del género
La cantante logra que el fado, estilo musical portugués por excelencia, cobre un nuevo impulso gracias a su voz sólida y emotiva
Con cuatro discos en seis años, la cantante, nacida en la localidad lusa de Santarém en 1979, se ha instalado en la vanguardia de un género que ha resurgido con nuevos talentos en los últimos años después de que su reina indiscutible, Amália Rodrigues, dejase un insustituible vacío, con su muerte en 1999.
En una entrevista, Moura, cuyo nuevo álbum "Leva-me aos fados" ("Llevadme a los fados"), publicado en 2009, se convirtió en disco de platino en Portugal en apenas tres meses, confiesa que el amor por este género lo incubó desde pequeña por influencia de sus padres, amantes de la canción portuguesa.
"El fado fue un flechazo, incluso había grabado un disco de pop rock y tenía firmado un contrato con Universal -su editora- (...) Pero desde que empecé a cantar en casas de fados me enamoré de ese estilo de vida, de ese ritual", reconoce.
"Vida na Mao" (2003), "Aconteceu" (2005) y "Para Além da Saudade" (2007) demostraron el talento de Moura para aunar la fidelidad a la tradición con influencias musicales más heterogéneas, mezcla que, según la propia artista, le permite sentirse "libre" para poder crear "un estilo genuino".
Moura, que conjuga un "look" moderno con una natural timidez, ha recabado la admiración y el reconocimiento tanto en su país como en el extranjero, donde ha colaborado en varios trabajos musicales.
Los británicos Rolling Stones, con los que llegó a tocar "No expectations", en un concierto en Lisboa, y el estadounidense Prince, con quien prepara un proyecto conjunto, han trabajado con la cantante lusa y se han rendido a su carisma.
"A Prince le gusta mi trabajo y mi música. Mostró interés en hacer algo (...) Me hace muy feliz", admite con modestia Moura, quien revela que el "el Príncipe de Minneápolis" ya ha tocado al piano una de sus obras.
En "Leva-me aos fados" -que se edita en España el próximo mes- hay "una distinta" interpretación, según la cantante, para quien la elección de compositores como Ze Mário Branco y un diferente acompañamiento instrumental -introduce dos guitarras portuguesas- han provocado una identificación "más inmediata" en el público.
"Estoy sorprendida en cómo las personas de fuera de Portugal se interesan más por el fado. Incluso hay opiniones muy formadas sobre cuál es el concepto del fado", subraya Moura, cuya voz ha recorrido continentes tan dispares como Asia, Norteamérica y Europa.
Un público heterogéneo en edades -con una significativa presencia de niños y jóvenes- agrada a la cantante, quien atribuye al papel de las nuevas tecnologías un valioso nexo de unión con sus fans.
"El fado ha llegado a los jóvenes", proclama, y recuerda la influencia de las grandes figuras del género, entre las que cita a la propia Amália y al menos conocido Alfredo "Marceneiro" (1891-1982), apodo que se ganó por su profesión de carpintero.
"Alfredo Marceneiro es una de mis grandes referencias por la forma en la que contaba las historias", indicó Moura, quien aseguró que trabaja en varias ideas para un próximo disco.
La cantante, que tiene programados conciertos en Madrid y en Brasil durante 2010, deja clara su honestidad artística: "me he entregado al fado de la forma pura que he podido (...) y he buscado el sentido que el fado pueda tener en mí".
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