Cultura
La Orquesta Filarmónica de la UNAM enmudece Chapultepec
Más de mil 500 personas se dieron cita para presenciar un concierto que conmemoró los 100 años de la Universidad Nacional Autónoma de México
Antes de las 18:00 horas, ninguno de los mil 100 lugares dispuestos para el público se podía ver desocupado, mientras las pruebas de sonido retrasaban el inicio del evento. Mientras se arreglaban los detalles técnicos, la gente se acomodaba en banquetas e incluso a media calle, como si fuese ya una costumbre tener a un enorme escenario ambulante tapando el flujo vial en una de las vías más importantes de Guadalajara.
Una voz anunció la segunda llamada. Minutos después, el maestro de ceremonias presentó a las personalidades que hicieron posible que un evento de tal magnitud tuviera lugar en este espacio público. Ángel Igor Lozada Rivera Melo, secretario de Vinculación y Difusión Cultural del CUAAD, y Enrique Sealtiel Alatriste y Lozano, coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, se congratularon por la realización del Concierto Literario y agradecieron al público su presencia; además, aprovecharon para dejar en claro que cada una de las piezas que esa tarde-noche se presentaría, tenía una relación histórica directa con la literatura. Acto seguido, los músicos ocuparon su lugar para iniciar lo que minutos después parecería un ritual que envolvió a todos los presentes bajo sus efectos.
Fue así como, de entre los músicos y sus instrumentos, salió a hacer acto de presencia Yoav Talmi, director huésped de la orquesta. De inmediato, el israelí puso manos a la obra. El público aplaudió su presencia, y como si se tratara de un acto caricaturesco, de entre las palmas se escuchó el aullido alentador de un perro que en compañía de su dueño se dispuso a disfrutar del concierto.
Talmi agitó sus brazos por el aire y los músicos, siguiendo al pie de la letra las instrucciones, comenzaron interpretando la Obertura de Egmont, de Beethoven. Nueve minutos en los que una ola de emoción comenzó por arropar a todos los que miraban fijamente hacia el escenario y las dos pantallas gigantes que estaban a sus costados.
Para la siguiente pieza se alcanzó uno de los momentos cumbre de la noche, ya que contó con la participación de Beverly Brown en el violonchelo. La estadounidense dio cátedra de cómo se debe manejar la pasión para resaltar sobre casi 90 integrantes de la orquesta. Con la emoción de alguien que tuviese su última oportunidad para tocar, interpretó junto con la filarmónica universitaria Concierto para violonchelo y orquesta, pieza que conmovió a todo el que tenía los oídos bien puestos en lo que estaba pasando.
Un intermedio fue el remedio para calmar los ánimos desbordantes que pedían más de aquella probada de perfección musical. Quince minutos después, los músicos regresaron al escenario seguidos por Yoav Talmi, para complacer al público con las piezas que aún faltaban por recorrer: la Suite no. 1 de Peer Gynt, de Edvard Grieg; el Homenaje a Federico García Lorca, de Silvestre Revueltas, y la Suite no. 2 de El sombrerero de tres picos, de Manuel de Falla.
EL INFORMADOR/ ROBERTO MEDINA
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