Cultura
La Courtauld recrea la obra de Picasso en 1901
Fue en mayo de 1901 cuando un ambicioso Picasso (1881-1973), que apenas rebasaba la adolescencia, deja España por Francia
Hasta el próximo 26 de mayo, esta galería mostrará al público apenas dos decenas de cuadros seleccionados con esmero de colecciones y museos de todo el mundo, considerados las primeras obras maestras del genio.
Fue en mayo de 1901 cuando un ambicioso Picasso (1881-1973), que apenas rebasaba la adolescencia, deja España por Francia para debutar en solitario en su primera y gran exposición, que preparó en apenas un mes, organizada por el influyente marchante de arte Ambroise Vollard.
Es en esa segunda mitad de año, cuando el pintor se lanza a descubrir nuevas direcciones artísticas, marcando el inicio de su conocido como periodo Azul.
Según dijo hoy a Efe Barnaby Wright, comisario de la envolvente muestra, 1901 fue un año "crucial" cargado de acontecimientos relevantes en la vida de Picasso, que a sus 19 años estaba totalmente decidido a vivir y triunfar en París, "la ciudad de las artes".
Recién aterrizado en la capital francesa, el joven pintor, que llegó con apenas un puñado de dibujos y algunos cuadros, "se obsesionó al principio con pintar la ciudad moderna, los cafés, los bailes como el cancán, a la vez que absorbía estilos de otros artistas como Toulouse Lautrec, Degas, Manet".
"Su estilo y su temática cambiaron después de manera notable, cuando empieza a mostrarse interesado en temas melancólicos", explicó Wright.
La llamativa evolución experimentada por el artista "en apenas unos meses" ha sido el objetivo de la muestra, titulada, no en vano, "Convirtiéndose en Picasso: París, 1901".
Otro acontecimiento de absoluta relevancia en la vida y obra del pintor fue la dramática muerte de su gran amigo, Carles Casagemas, en febrero de ese año, cuando se disparó en un concurrido café del parisino barrio de Montmartre, según recordó Wright.
Picasso reflejó con su pincel el trágico acontecimiento que tan profundo impacto le causó con dos obras que destilan el momento aciago que atravesaba el artista: ya en tonos azules, "Casagemas en su ataúd" y "El entierro de Casagemas".
Esa evolución estilística que derivó en las llamadas etapas Azul y Rosa quedan bien reflejadas en óleos como "El niño con la paloma" o "Arlequín sentado".
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