Cultura

La Casa Luis Barragán mantiene su pulcro estado

Adriana Garrido Neri, estudiante de Arquitectura en la UNAM, realiza un recorrido por el terreno de mil 200 metros cuadrados

CIUDAD DE MÉXICO (05/JUL/2014).- La Casa Estudio Luis Barragán, en el viejo barrio de Tacubaya en esta ciudad, y que hace 10 años fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, se mantiene exactamente igual como la habitó ese arquitecto mexicano de 1948 a 1988, año en que falleció. Había nacido en 1902 en Guadalajara, y quiso morir en la capital del país.

Así lo informó Adriana Garrido Neri, estudiante de la carrera de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México ( UNAM), quien actualmente presta su Servicio Social como guía en ese inmueble, al realizar un recorrido por esa singular casa habitación que ocupa un terreno de mil 200 metros cuadrados con mil cinco de construcción.

La visita al inmueble se inscribió en el programa de festejos diseñado por el Instituto Nacional de Bellas Artes ( INBA) para conmemorar la década que se cumple este año, informó en su oportunidad María Cristina García Cepeda, directora general de esa institución cultural y apasionada admiradora y promotora de la obra del maestro Luis Barragán, el genial constructor.

"Los muros deben ser altos porque son elementos que protegen a los hombres", solía decir Barragán, recordó la entrevistada, y por esa razón la casa tiene, como otras que construyó el jalisciense, enormes paredes. Devoto de San Francisco de Asís, Barragán siguió el ejemplo de "tener en casa y vivir con lo estrictamente necesario", añadió Garrido.

El periplo por la casa, desde el zaguán hasta la recámara que ocupara a lo largo de cuatro décadas el personaje en cuestión, llevó a conocer el vestíbulo, la estancia, la biblioteca, los corredores, el cuarto para visitas, el tapanco, la cocina, el estudio, la azotea y otros espacios de los muchos que conforman la construcción de recias paredes y pisos sólidos.

Otra frase de Barragán era: "Los jardines deben dar paz al hombre", por eso, destacó la joven guía, "el arquitecto se esforzó por construir un jardín que por su diseño y acabado da la impresión de ser una enorme jungla, aunque solamente tiene alrededor de 10 metros de profundidad, y salvo algunas florecillas color amarillo, todo el panorama es verde".

Al respecto, Garrido Neri comentó que el visitante observador se podrá dar cuenta que en las paredes, techos, pisos, puertas y mobiliario de la casa prevalecen los colores vivos como el blanco, el rosa, el amarillo y el azul, pero nunca se podrá ver alguno de esos elementos pintados de verde, porque para esa decisión, Barragán tenía otra máxima:

"El verde pertenece a la naturaleza, y la naturaleza está fuera de la casa", solía decir a todo aquel que le preguntara sobre los colores utilizados en sus construcciones, en las que utilizaba las alturas, las sombras y el reflejo de la luz para crear una estética que a la menor provocación se podía tornar en poesía, para beneplácito de sus habitantes.

Una de las habitaciones que más llama la atención es la alcoba principal, donde se ubica una imagen, rica pieza de arte sacro que representa a "La anunciación", pintura de gran formato colocada justo frente a la cama. "Luis Barragán tuvo Parkinson en los últimos años de su vida y esta imagen frente a su cama le brindó momentos de espiritualidad", apuntó.

Barragán tuvo siempre una cama normal, como casi cualquier persona en este planeta. Sin embargo, cuando enfermó fue sustituida por una cama de hospital y tras su muerte, ese mullido lecho fue cambiado, a su vez, por otra cama común, lo que hace que esa sea la única pieza no original en toda la casa, aunque en el estudio también hay muebles nuevos.

La religiosidad de Luis Barragán fue más allá. "Yo tengo contacto directo con Dios y sé que para ir al cielo, los mortales debemos hacerlo uno por uno", creencia que lo llevó a construir escaleras muy angostas en su casa. Una de ellas lleva a la azotea, resguardada por altísimos muros que, de acuerdo con él mismo, "enmarcan a un pedacito de cielo".

Actualmente y administrada por una Fundación, la Casa Luis Barragán recibe alrededor de mil 500 visitantes cada mes, y para acceder al inmueble, cada uno paga 200 pesos y 100 si son estudiantes. "Japón, Colombia, Argentina, Chile, Estados Unidos y Alemania, son las naciones de donde más visitantes llegan", señaló Adriana Garrido Neri.
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