Cultura
La Canaco recuerda vida y obra de Juan Palomar y Arias
El evento lo organiza el Instituto Cultural Ignacio Dávila Garibi AC y la Canaco
Canaco) de Guadalajara celebró, en el auditorio del organismo empresarial, una disertación sobre su vida y su trabajo en la que tomaron parte el arquitecto Juan Palomar Verea y el Doctor en arquitectura Enrique Nafarrate Mexía.
Nieto del ingeniero, Palomar Verea fue el primero en disertar sobre "un personaje al que soy cercano en varios sentidos" y, afirmó, el ejercicio de hablar sobre quien fuera también notable servidor público "es interesante" porque se recupera "a la distancia" una memoria que "puede ser de provecho para saber cómo alguien ha logrado ser útil a su comunidad y situarlo en su tiempo y su generación".
Los orígenes
De esta forma, ayudado por una proyección de fotografías, el nieto de Palomar Arias se refirió a su nacimiento en Guadalajara, en 1894, a sus padres y abuelos (agrónomos ambos) que, puntualizó, se distinguieron como empresarios y por su labor en la hacienda familiar -en La Cofradía del Rosario, cerca de Zapotlán El Grande- "donde introdujeron innovaciones de orden social y también adelantos técnicos en materia agropecuaria".
Así, tras una educación que le llevó de Guadalajara a la Ciudad de México y de ahí (en 1913) a estudiar agronomía en Lovaina, Bélgica, la primera Guerra Mundial le sorprende y debe huir a Francia "en bicicleta"; de ahí regresó -después de estudiar en el College Chaptal de París, trabajar como empleado en fábricas y conocer "la penuria de los tiempos y la agitación en México"- casado con Genevive Loriot, con quien procreó a su único hijo, Yves Palomar Loriot, a quien después de la muerte de la madre traería a vivir al país.
Claridoso e implacable
Recordó Palomar Verea que su abuelo estudió, de 1928 a 1931, ingeniería civil en la Universidad de Guadalajara ( UdeG), después de un periodo en el que trabajó en Francia y Marruecos -"la leyenda dice que pudo haber conocido entonces a un piloto llamado Antoine de Saint-Exupéry"-; aquí, "hace arquitectura y traba amistad con Pedro Castellanos, Luis Barragán, Ignacio Díaz Morales, Rafael Urzúa y Agustín Basave", una generación que sería fundamental para el desarrollo de la ciudad.
Así, al par de la sucesión de imágenes, el arquitecto relató los periodos en que Palomar y Arias vivió en diferentes ciudades del país -como Mazatlán o Tecomán-, donde realizó numerosas obras; pero también, descrito como un hombre "claridoso e implacable", contó no sólo de las edificaciones importantes que llevó a cabo en Guadalajara (como la iglesia de San Francisco de Sales o La Ciudad de los Niños, del Padre Cuéllar) sino, además, de su amistad con Efraín González Luna y su participación como fundador del Partido Acción Nacional (PAN), donde "se mantuvo en la oposición el resto de sus días".
De igual forma, abordó la labor docente del ingeniero que, además de ser fundador de la Escuela de Arquitectura de la UdeG (en 1948), "dio clases de manera simultánea en la máxima casa de estudios, el ITESO y la UAG", detalle al que se puede agregar el aprovechamiento de sus viajes en función de reunir un acervo documental importante en temas de urbanismo y su constante labor en la Junta General de Planeación y Urbanización del Estado de Jalisco (hoy Departamento de Planeación y Urbanización) o el Departamento de Obras Públicas del Ayuntamiento de Guadalajara, casi hasta su fallecimiento en 1987, a la edad de 93 años.
Capacidad creativa
Por otra parte, Enrique Nafarrate, habló de los inicios de Palomar y Arias en la vida laboral, ya como ingeniero civil titulado y, asimismo, destacó no sólo sus trabajos en otras poblaciones sino aquellas obras en las que estuvo involucrado y que cambiaron el rostro de la ciudad, como las ampliaciones de las avenidas Juárez (1946-47), 16 de septiembre (1949), Tolsá (1950), Niños Héroes (1955) o Las Torres (1969), hoy Lázaro Cárdenas.
También abundó sobre cómo le conoció en la UdeG, donde tomó clases de Legislación Urbana con el ingeniero pero, ante todo, enfatizó que "para entender las obras realizadas por Juan Palomar y Arias" se necesita "puntualizar las diferencias entre disciplinas como la ingeniería civil, la arquitectura y el urbanismo" (donde destacó como gran planificador), aunque también comprender una idea de "belleza" -puesto que "el proyecto arquitectónico requiere de capacidad creativa artística"- más cercana a "la emoción" que produce que a los conceptos de orden o equilibrio.
Lo mismo que Palomar Verea, Nafarrate hizo por igual uso de la proyección de fotografías para comentar algunas de las importantes obras del ingeniero en la ciudad, como el Casino Francés, la parroquia Mater Admirabilis de El Salto, la parroquia de la Soledad (con Pedro Castellanos), un conjunto habitacional en la calle Bolívar o la propia Ciudad de los Niños.
EL INFORMADOR / RICARDO SOLÍS
GUADALAJARA, JALISCO (27/NOV/2014).- Para ahondar acerca de la "obra y significación" del reconocido ingeniero Juan Palomar y Arias, el Instituto Cultural Ignacio Dávila Garibi AC en coordinación con la Cámara Nacional de Comercio (
Nieto del ingeniero, Palomar Verea fue el primero en disertar sobre "un personaje al que soy cercano en varios sentidos" y, afirmó, el ejercicio de hablar sobre quien fuera también notable servidor público "es interesante" porque se recupera "a la distancia" una memoria que "puede ser de provecho para saber cómo alguien ha logrado ser útil a su comunidad y situarlo en su tiempo y su generación".
Los orígenes
De esta forma, ayudado por una proyección de fotografías, el nieto de Palomar Arias se refirió a su nacimiento en Guadalajara, en 1894, a sus padres y abuelos (agrónomos ambos) que, puntualizó, se distinguieron como empresarios y por su labor en la hacienda familiar -en La Cofradía del Rosario, cerca de Zapotlán El Grande- "donde introdujeron innovaciones de orden social y también adelantos técnicos en materia agropecuaria".
Así, tras una educación que le llevó de Guadalajara a la Ciudad de México y de ahí (en 1913) a estudiar agronomía en Lovaina, Bélgica, la primera Guerra Mundial le sorprende y debe huir a Francia "en bicicleta"; de ahí regresó -después de estudiar en el College Chaptal de París, trabajar como empleado en fábricas y conocer "la penuria de los tiempos y la agitación en México"- casado con Genevive Loriot, con quien procreó a su único hijo, Yves Palomar Loriot, a quien después de la muerte de la madre traería a vivir al país.
Claridoso e implacable
Recordó Palomar Verea que su abuelo estudió, de 1928 a 1931, ingeniería civil en la Universidad de Guadalajara ( UdeG), después de un periodo en el que trabajó en Francia y Marruecos -"la leyenda dice que pudo haber conocido entonces a un piloto llamado Antoine de Saint-Exupéry"-; aquí, "hace arquitectura y traba amistad con Pedro Castellanos, Luis Barragán, Ignacio Díaz Morales, Rafael Urzúa y Agustín Basave", una generación que sería fundamental para el desarrollo de la ciudad.
Así, al par de la sucesión de imágenes, el arquitecto relató los periodos en que Palomar y Arias vivió en diferentes ciudades del país -como Mazatlán o Tecomán-, donde realizó numerosas obras; pero también, descrito como un hombre "claridoso e implacable", contó no sólo de las edificaciones importantes que llevó a cabo en Guadalajara (como la iglesia de San Francisco de Sales o La Ciudad de los Niños, del Padre Cuéllar) sino, además, de su amistad con Efraín González Luna y su participación como fundador del Partido Acción Nacional (PAN), donde "se mantuvo en la oposición el resto de sus días".
De igual forma, abordó la labor docente del ingeniero que, además de ser fundador de la Escuela de Arquitectura de la UdeG (en 1948), "dio clases de manera simultánea en la máxima casa de estudios, el ITESO y la UAG", detalle al que se puede agregar el aprovechamiento de sus viajes en función de reunir un acervo documental importante en temas de urbanismo y su constante labor en la Junta General de Planeación y Urbanización del Estado de Jalisco (hoy Departamento de Planeación y Urbanización) o el Departamento de Obras Públicas del Ayuntamiento de Guadalajara, casi hasta su fallecimiento en 1987, a la edad de 93 años.
Capacidad creativa
Por otra parte, Enrique Nafarrate, habló de los inicios de Palomar y Arias en la vida laboral, ya como ingeniero civil titulado y, asimismo, destacó no sólo sus trabajos en otras poblaciones sino aquellas obras en las que estuvo involucrado y que cambiaron el rostro de la ciudad, como las ampliaciones de las avenidas Juárez (1946-47), 16 de septiembre (1949), Tolsá (1950), Niños Héroes (1955) o Las Torres (1969), hoy Lázaro Cárdenas.
También abundó sobre cómo le conoció en la UdeG, donde tomó clases de Legislación Urbana con el ingeniero pero, ante todo, enfatizó que "para entender las obras realizadas por Juan Palomar y Arias" se necesita "puntualizar las diferencias entre disciplinas como la ingeniería civil, la arquitectura y el urbanismo" (donde destacó como gran planificador), aunque también comprender una idea de "belleza" -puesto que "el proyecto arquitectónico requiere de capacidad creativa artística"- más cercana a "la emoción" que produce que a los conceptos de orden o equilibrio.
Lo mismo que Palomar Verea, Nafarrate hizo por igual uso de la proyección de fotografías para comentar algunas de las importantes obras del ingeniero en la ciudad, como el Casino Francés, la parroquia Mater Admirabilis de El Salto, la parroquia de la Soledad (con Pedro Castellanos), un conjunto habitacional en la calle Bolívar o la propia Ciudad de los Niños.
EL INFORMADOR / RICARDO SOLÍS
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