Cultura

Keret, sus grandes historias y su público

El autor es considerado uno de los exponentes más significativos de la literatura en hebreo

GUADALAJARA, JALISCO (29/NOV/2012).- La familia puede ser una gran fuente de inspiración literaria. Más, cuando un padre de familia le explica a su hijo de cuatro años que un borracho es un enfermo que cada que bebe se pone más feliz y una prostituta es alguien a quien se le paga para escuchar los problemas ajenos. El escritor israelí Etgar Keret compartió con decenas de jóvenes algunas escenas de su vida familiar y, por lo tanto, de su literatura.

Por supuesto, la familia también puede ser una fuente de inspiración para no leer ni un libro en la vida, en un país donde millones de personas jamás han hojeado una obra literaria.  

El encuentro de Etgar Keret con mil jóvenes --no fueron mil, pero sí se contaban varias decenas-- fue una charla heterogénea, en la cual los de adelante preguntaron mucho y los de atrás se entregaron al relajo preparatoriano, incluso cuando Etgar Keret podría ser el autor que los iniciara en la lectura.  

Keret es considerado uno de los exponentes más significativos de la literatura en hebreo. Comenzó a escribir en 1992, y desde entonces ha publicado Extrañando a Kissinger, Pizzería kamikaze y otros relatos, y Un hombre sin cabeza y Papá escapó con el circo. Por su lenguaje corriente, sus títulos han tenido éxito entre los jóvenes y los niños. Se pueden encontrar en español y en otros quince idiomas. Además, ha dirigido 40 cortometrajes y algunas de sus obras han sido adaptadas para teatro.

Etgar Keret es un tipo pequeño que, para explicar su literatura, cuenta grandes historias. Un día, por ejemplo, su padre avisó que iba a comprar cigarros y volvió ocho horas después lleno de historias. Y además es un cineasta en una época en la que los jóvenes ven imágenes en movimiento de la misma forma que toman agua.

El tema es que a varios no les interesaba lo que el israelí vino a decirles. Para acabarla, había una competencia estéril entre los estudiantes de una de las escuelas más caras de la ciudad y los del bachillerato público. Los primeros no necesitaban audífonos para escuchar la traducción y varios, entre los segundos, estaban decididos a boicotear el sonido de los primeros.

Algunos de la escuela pública sacaron la casta. "Es que en México, y a nuestra edad, muchos piensan que el que lee es un teto. La verdad es que una vez que agarras la lectura ya no la puedes dejar", justificó a los suyos Ireric Vázquez, del quinto semestre de la Preparatoria Jalisco, que no tiene pinta de nerd, sino de rockera.

Sus amigos Braulio Simental, Fernanda Rubalcaba y Andrea Raygoza también disfrutaron la charla. Aunque, por las obras que ha escrito se imaginaban a Keret más abierto y amiguero y se dieron cuenta de que es un señor serio; al final del encuentro seguían impresionados por haber estado tan cerca de un escritor tan famoso.

El escritor famoso confesó que sus letras, así como las escribe en un lenguaje coloquial, son lo que le ha permitido acercarse a su público... aunque no a todo. Los que no quieren sentirse tetos prefirieron hacer oídos sordos.  

EL INFORMADOR / VANESA ROBLES

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