Cultura
KItty Crowther se descubre en cada trazo
A su llegada a la FIL, la ilustradora belga destaca que a los niños hay que darles historias ''con respeto y honestidad''
Con 16 años de trayectoria dedicada de lleno a la literatura infantil, señala que aún no sabe cómo va a ser su siguiente proyecto, porque también desconoce si querrá compartirla. Sin embargo, destaca durante el proceso creativo no sabe a dónde va.
“Cuando comienzo a trabajar una nueva historia nunca sé a dónde voy, por dónde me llevarán estos nuevos personajes que habitan mis novelas. Cada nueva historia es un nuevo descubrimiento. En principio, no tengo una historia definida, solamente conozco a los personajes y a partir de ellos es que la historia se va construyendo poco a poco, sin que yo conozca el fin”, explica la creadora de Le Petit Homme et Dieu (El pequeño hombre y Dios), su más reciente publicación en francés.
Su área de trabajo es un pequeño taller que tiene en su casa en Nueva Zelanda, donde vive con sus hijos Theodore y Elías, su principal fuente de inspiración.
“Mis dos hijos son muy importante para mi trabajo, son mi primeros y más agudos críticos, independientemente de que yo sea su madre. No escribo para ellos, pero sí son una influencia que repercute en todo un sector, con el que estoy muy agradecida luego de 17 novelas gráficas”.
La cotidiana convivencia con sus hijos es lo que le ayuda a decidir los temas a tratar, “pero aun así, en ocasiones no sé qué de nuevo contarles. Porque a los niños cada vez están más despiertos y tienen mayor curiosidad desde más pequeños por descubrir el mundo, entonces hay que darles temas no para entretenerlos, sino para que comiencen a reflexionar sobre su entorno sin caer el cliché o en lo más simple. Los pequeños son muy inteligentes, inmediatamente descubrirán que les estás mintiendo o que les quieres tomar el pelo, por eso hay que hablarles de cosas reales, de la vida, pero de cómo es realmente la vida”.
Cada elemento de la naturaleza, como los árboles, las plantas, los animales son detonantes para nuevas historias. “Es cuando sé que tengo que ponerme a trabajar y dejar todo lo demás. Me gusta pensar que cada elemento tiene vida propia, en El pequeño hombre y Dios muchas cosas están rodeadas de un halo naranja para mostrar que están vivos todos esos elementos”.
Sobre su nueva publicación, El pequeño hombre y Dios, señala que se trata de encontrar la voz y la relación entre el hombre pequeño y el grande. “Los pequeños tienen el derecho de decidir sobre la moral del libro, porque no lo sé todo. Ellos son muy hábiles para revelar las cosas inexplicables. Ellos no saben cocinar, treparse a los árboles o nadar, pero al final de cuentas, te das cuenta que lo saben todo. Son muy inteligentes, es lo que me sorprende de cada entrega. Siempre me quedo maravillada, sorprendida de lo que son capaz de hacer los niños. Entonces, hay que darles literatura inteligente y tratarlos con respeto y honestidad”.
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