Cultura

Jutta Bauter, en lucha por reivindicar el libro ilustrado

Bauter reclamó en su lengua madre el poco espacio que se le destina al arte a la que ha dedicado su vida

GUADALAJARA, JALISCO (27/NOV/2011).- Porque la imagen sin texto perdería sentido en los libros para niños y viceversa, es necesario luchar por hacer respetar y validar la ilustración o animación literaria como el arte que es, dejó claro la escritora e ilustradora alemana Jutta Bauter.

Durante su plática de apertura del Foro Internacional de Ilustración, FILustra, ofrecida esta tarde, la germana dio un recorrido por la historia de los libros caricaturizados en su país, del papel que juegan en la vida literaria de los niños y habló de algunos destacados caricaturistas alemanes que, a pregunta expresa, ningún presente en la sala conocía.

Con una traductora a su izquierda, Bauter reclamó en su lengua madre el poco espacio que se le destina al arte a la que ha dedicado su vida, "¿Por qué casi no hay galerías de ilustración?, ¿por qué no nos dan espacio en los museos?", y a la vez, aceptó que las tecnologías de ilustración digital les han restado mérito, pues facilitan el trabajo gráfico.

"Alemania estaba dividida hace unos años. Después de la caída del muro de Berlín miramos hacia el Oriente y había cosas interesantes por descubrir: la cultura de los niños fue muy enriquecedora para nosotros", contó sobre un parteaguas en su historia, que si bien ha influido en los niños, nunca se compararán con los de otros países.

Claro ejemplo de esto es un descubrimiento que la caricaturista hizo con la Nobel 2009, Herta Muller, al comparar la niñez germana con la de Latinoamérica: "Por ejemplo, un niño alemán hace un dibujo y escribe 'este es mi papá y se enoja cuando alguien estaciona mal su carro'. En Perú, un niño escribe junto a su dibujo: 'éste es mi abuelo en la milpa, ¡yo lo quiero mucho!'", y sobrecogió al público tras el relato.

Además, señaló que los niños alemanes gustan de trabajar en solitario, no comparten sus lienzos, mientras los peruanos gozan con la pintura colectiva. Es cuestión de perspectivas, pues los germanos reciben su primera colección de libros el día de su nacimiento, y el segundo cuando cumplen tres años.

Esta forma de impulsar en la cultura en Alemania es parte de un programa de nombre Buchstart, impulsado por ilustradores de aquél país, que a la fecha ha repartido más de cuatro millones y medio de libros.

Nuevas formas de leer, nuevas formas de ilustrar

"Se ha diversificado la lectura y nosotros ilustramos estas diferentes formas de leer", dijo Bauter antes de explicar una de sus ilustraciones: tres niños se resguardaban de la lluvia bajo un gran árbol, cada uno leyendo sobre diferentes plataformas, uno leía un libro, otro utilizaba un iPad para lo mismo, y el último lo hacía desde un teléfono móvil.

Por más pequeños que sean, no se debe subestimar a los pequeños lectores, lo que quieren es leer, escuchar, imaginar, no se trata de tomarles el pelo al intentar escribir para ellos, espetó.

"El último premio Nobel islandés que acabo de leer dice 'como niño, me enfurecía que en vez de que me contaran historias quisieran enseñarme algo'", como enfurece a la ilustradora la intención de algunos de escribir literatura infantil con la visión de lucrar y no de narrar.

"Uno se puede dar cuenta si un libro quiere contar o ganar dinero, hay que tener sensibilidad para eso", añade, "lo pienso cuando me encuentro con personas frías, sin humor, que solamente funcionan, son gente que a lo mejor no tenían un (Winnie) Pooh como acompañante o unos padres que les contaran historias de pequeños".

Para la ilustradora, que ha recibido cinco distinciones en su país por sus obras infantiles, es necesario seguir estimulando la imaginación y abstracción de las nuevas mentes con un equilibrio perfecto entre imagen y texto, de manera que una sin la otra no signifiquen nada.

EL INFORMADOR / VIOLETA MELÉNDEZ

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