Cultura

Juan José Arreola ya descansa con los Ilustres

El hijo del literato, Orso Arreola, se mostró feliz y orgulloso del gran honor a su padre

GUADALAJARA, JALISCO (22/SEP/2015).- La tranquilidad le llegó a Orso Arreola Sánchez desde las seis de la mañana de ayer. Al fin concluía un proceso muy largo en el cual el Congreso del Estado aprobó que los restos de su benemérito padre, Juan José Arreola, fueran a descansar a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, al fin en el lugar que le corresponde… al fin los dos estarían en paz.

Ni la multitud que esperaba afuera del Paraninfo Enrique Díaz de León, de la UdeG, le quitó la serenidad. Ahí estaban todos los que querían darle el último adiós a su padre: Autoridades universitarias y del gobierno; personalidades de la cultura, estudiantes, jóvenes y curiosos, muchos que no alcanzaron a entrar al recinto y vieron la ceremonia desde la Rambla Cataluña, acondicionada para la ocasión.

Minutos después de las 10:00 horas, el gobernador Aristóteles Sandoval, el consejo de rectores de la UdeG y la secretaria de Cultura, Myriam Vachez Plagnol, encabezaron las primeras tres guardias de honor. Después, Juan Manuel Durán Juárez, director de la Biblioteca Pública del Estado “Juan José Arreola”, recordó la importancia literaria del que fue su antecesor: “Arreola pertenece a una generación de intelectuales jaliscienses que con su obra logra que la experiencia pueblerina se convierta en universal”.

Orso subió al estrado, acompañado de su familia, para la cuarta guardia. Vestido impecable con camisa blanca y traje negro, mantuvo todo el tiempo la mirada firme y serena, viendo cómo las expectativas que tenía para ese momento estaban siendo rebasadas, recibiendo orgulloso la fraternidad y el afecto de la comunidad que significó tanto para su progenitor.

Más tarde, las cenizas de su padre fueron custodiadas por una guardia de honor hasta la salida del Paraninfo, donde un Pontiac descapotable en color olivo metálico esperaba para trasladarlas a la Rotonda, seguidos por una procesión de cientos de personas.

Flashes por aquí y por allá de los transeúntes, quienes se detenían a mirar la procesión y aprovechaban para capturar el momento con sus teléfonos móviles, supieran o no quién estaba ahí.

 A esas alturas Orso ya estaba conmovido, y aún le falta escuchar a Tonatiuh Bravo Padilla,  rector de la UdeG, refiriéndose a su padre como un maestro de la palabra “en cuyos textos, como lo dijo Octavio Paz, la prodigiosa pirotecnia verbal se alía a un tiempo imparcial e irónica de un historiador de las costumbres y el alma”.

Tampoco había develado aún la estatua que refleja a un José Arreola en plenitud. Faltaban las palabras del gobernador, refiriéndose a su progenitor como un hombre íntegro que sólo necesitó de su talento para sobresalir.

Aún faltaba que se despidiera de su padre: “Hoy pasa (Juan José Arreola) a ser definitivamente de Jalisco al estar en esta Rotonda, cosa que inunda de luz y alegría nuestros corazones familiares. Hoy me despido de mi padre, hoy pasa a la posteridad”.

Sólo entonces, Orso ya estuvo en completa paz.
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