Cultura

José María Murià dona fondo catalán a Biblioteca

Mañana se inaugura la colección que el historiador y promotor cultural entregó a la nueva Biblioteca Pública del Estado

GUADALAJARA, JALISCO (28/AGO/2012).- A lo largo de su carrera académica, José María Murià ha hablado en numerosas ocasiones sobre algún episodio de la historia de Jalisco; sobre la migración catalana en México; sobre el tequila y la charrería; sobre sus idas y vueltas entre Guadalajara y el Distrito Federal.

Pero poco ha contado el historiador acerca de su empeño por contribuir a la formación de bibliotecas, un asunto que, como afirmó el propio Murià: “he machacado mucho; unas veces con éxito, otras con cierta propensión al fracaso”.

La que se inaugura mañana 29 de agosto pertenece sin duda al grupo de los aciertos. Se trata de un acervo de libros, revistas y materiales de exposición en catalán, sobre Cataluña y/o de autores catalanes, los cuales fueron donados por Murià a la Biblioteca Pública Juan José Arreola.  

“Básicamente es la biblioteca de mi papá, que me dejó deudas de herencia pero también me dejó muchos libros”, contó el historiador, quien también enriqueció el conjunto sumando varios ejemplares. A esos se le han ido añadiendo otros volúmenes que Murià ha conseguido como donativos de distintas editoriales e instituciones catalanas.

Aun así, la colección ubicada en el quinto piso de la nueva sede de la biblioteca estatal, será nombrada como el dueño original de la mayoría de los ejemplares: Josep María Murià Romani.

Mientras tanto, el personal de la nueva sede aun trabaja en la mudanza de sus propios acervos y la instalación de equipamiento. Dijo Murià que su primera intención era esperar a que se inaugurara todo el reciento, pero ha tenido ya más retraso del esperado y su sección catalana está lista para ser abierta al público.

Murià y las bibliotecas

Desde muy joven, José María Murià ha vivido con la obsesión de que haya libros en las bibliotecas pues, según el historiador, “una sociedad que no lee es una sociedad que va a la deriva”. Y aunque nos encontremos en plena era digital, las bibliotecas seguirán siendo los lugares donde se atesoran los libros; donde se organizan, se consultan y se comparten.

En su casa nunca faltaron libros, así que el joven Murià se dio cuenta de la importancia de estos lugares durante su primer año en la Preparatoria Nacional de México, la cual tenía una biblioteca muy completa y era un lugar agradable para trabajar.  

El impacto fue al regresar a esta ciudad y darse cuenta de la lamentable situación de las bibliotecas en Jalisco. Incluso en la Facultad en Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara –entonces ubicada en la avenida Tolsá, ahora Enrique Díaz de León— donde “había una bibliotequita: tres anaqueles con cuatro libros que nunca se sacaban”.

Como alumno y posterior profesor de dicha institución, Murià orientó sus esfuerzos a darle forma a esa incipiente biblioteca. Hasta 1973, cuando las transformaciones al interior de la universidad lo obligaron a dejar su cargo.

Otro “fracaso” en esa misión que Murià se autoimpuso, fue durante los tres años que trabajó en la sede jalisciense del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). “Seguía la obsesión de juntar libritos para hacer una biblioteca, pero nadie les ponía orden y ahí quedó”.

Al poco tiempo, el historiador regresó a la capital del país para cursar su doctorado en El Colegio de México. “Ahí me enfrenté con una biblioteca que para mí era un sueño. Había miles de libros, buscabas en el catálogo y uno encontraba los libros ¡Era una maravilla! Mientras que acá en la Biblioteca Pública del estado sí había muchos libros pero era un desgarriate. Un día nos enteramos que la mujer que prestaba los libros del área de historia era analfabeta. Un caso surrealista”, contó el historiador.

Los éxitos

En 1981, José María Murià fue nombrado Director General de Archivos, Bibliotecas y Publicaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores, quedando así a su cargo una enorme biblioteca ubicada en Tlatelolco y más de ochenta distribuidas por todo el mundo en embajadas y consulados mexicanos.

“Enriquecimos cada biblioteca, a muchas les dimos nuevo vestido (…) En otras redistribuimos, y a la biblioteca central se le dio mucho orden y se formó un buen acervo sobre diferentes países del mundo y las relaciones internacionales. Todo eso ahí está sigue funcionando bastante bien. Fue un éxito”.

Otro gran logro sucedió al regreso de Murià a la Guadalajara. Al inicio de su gestión como presidente del Colegio de México, el historiador consiguió traer a la institución un acervo de más de 40 mil libros –antiguos muchos de ellos— sobre historia de México. Casi 20 toneladas de libros viajaron hasta Guadalajara en un camión que había cruzado hacia el norte transportando jitomates. Una colección valuada, según dijo Murià, en cerca de cuatro millones de dólares.

Su antiguo dueño, el académico estadounidense Miguel Mathes –o como dijo el historiador, “un gringo loco”— accedió a la propuesta de Murià de donar sus libros para crear la biblioteca que ahora lleva su nombre, y que, según José María Murià, “es la repatriación de bienes culturales más grande que se ha hecho en nuestro país”.    

Ejemplares únicos, periódicos antiguos, folletos, volantes de la guerra de independencia que emitía el gobierno del lado de los Insurgentes: “era un traje hecho a la medida; una biblioteca perfecta para una institución como el Colegio de Jalisco. A partir de ahí se han hecho muchos trabajos de investigación y eso es una de mis mayores satisfacciones”, expresó el historiador.

Las tareas pendientes

La que se inaugura mañana en la Biblioteca Pública del Estado –aseguró José María Murià— es la penúltima que el académico se empeña en formar. “La última será con los treinta y tantos mil libros de historia de México y de Jalisco que tengo en mi colección personal, y todavía no sé que haré con ellos”.

También se involucró en cierta medida en el proyecto de la nueva sede con algunas asesorías y la donación de cerca de seis mil novelas con el objetivo de que puedan circular entre más manos.  

La próxima apertura de la Biblioteca Juan José Arreola, es algo que a Murià le llena de emoción: “jamás pensé que vería en Guadalajara una biblioteca de esa categoría”, confesó.

Y sin embargo, está consciente de que la ciudad aun está rezagada en la materia, lo que puede parecer contradictorio cuando se tiene la Feria Internacional del Libro más importante del español.

Hacen falta también más librerías, dijo, y que –como sucede en casi todas las metrópolis del mundo— se localicen en los alrededores de las universidades. En opinión de Murià, “no es que la gente no quiera leer sino que no hay una estructura, un esfuerzo, un mercado que abastezca de libros”.

PARA SABER
La cita con los libros

La inauguración de la Biblioteca Josep María Murià Romani tendrá lugar este miércoles 29 de agosto a las 12:00 horas, en el quinto piso de la Biblioteca Pública del Estado Juan José Arreola (Periférico Norte Manuel Gómez Morín 1695).

José Mariá Murià presidirá la inauguración de la biblioteca que una vez fuera de su padre, así como el Seminario de Presencia Catalana en México y el resto de América Latina, en el que participarán una veintena de académicos de México, Cataluña, Estados Unidos, Cuba y Centroamérica.

El seminario Presencia Catalana en México y el resto de América Latina se llevará a cabo ahí mismo desde la tarde del miércoles, y hasta el viernes 31 de agosto.
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