Cultura
Jorge Viladoms, por primera vez en México
El pianista mexicano radicado en Suiza se presenta por primera vez en el país
GUADALAJARA, JALISCO (18/OCT/2012).- Por primera vez en México, el pianista originario de Durango, Jorge Viladoms, ofreció un concierto la noche de este jueves. El motivo: recaudar fondos para que los niños mexicanos menos favorecidos, puedan tener acceso al estudio de la música clásica.
Viladoms comenzó a tocar el piano a los 15 años en clases particulares, y a los 18 fue aceptado en el Conservatorio de Lausanne en Suiza. Desde entonces, ha seguido su carrera profesional en Europa. En 2008 obtuvo un master en pedagogía musical con mención honorífica. Ha recibido numerosos premios y se ha presentado en escenarios de Ginebra, Zurich, Basilea, Hamburgo, París, entre otros.
La razón que lo trae de vuelta a su país de origen es la visita al espacio educativo La Barranca, ya que esta fue elegida como la primera institución para ser apoyada por la fundación recientemente creada por Viladoms: Crescendo con la Música. Por medio de la compra de instrumentos musicales y la formación de profesores, ésta pretende dar mayores oportunidades a los niños de tener una formación musical de calidad.
En el concierto de beneficencia que tuvo lugar en la Fundación J. Álvarez del Castillo, Viladoms interpretó cinco piezas, algunas de las cuales explicó brevemente a los presentes.
"Claude Debussy escribió a un amigo que cuando no se tienen los medios para viajar, hay que usar la imaginación. Con Pagodas, Debussy nos lleva hasta el extremo oriente. Buen viaje", dijo el joven músico y se sentó a continuación frente al piano de cola. Del mismo autor tocó después, siempre sin hacer uso de partituras, la pieza Claro de Luna.
Antes de un breve intermedio, se escuchó Fantasía en Si Menor, del compositor ruso, Alexander Scriabin. De él dijo Viladoms, que tuvo un poco de influencia de Chopin y "un poquito de locura también".
En la última parte interpretó la Sonata No. 2 del mexicano Federico Ibarra, quien compone -dijo- "piezas de mucha grandeza y ambientes muy especiales". Cerró el concierto con Valle de Oberman, en la que pidió al público estar atento a los silencios, ya que son a veces más importantes que los sonidos.
AGENCIA INFORMADOR / EUGENIA COPPEL
Viladoms comenzó a tocar el piano a los 15 años en clases particulares, y a los 18 fue aceptado en el Conservatorio de Lausanne en Suiza. Desde entonces, ha seguido su carrera profesional en Europa. En 2008 obtuvo un master en pedagogía musical con mención honorífica. Ha recibido numerosos premios y se ha presentado en escenarios de Ginebra, Zurich, Basilea, Hamburgo, París, entre otros.
La razón que lo trae de vuelta a su país de origen es la visita al espacio educativo La Barranca, ya que esta fue elegida como la primera institución para ser apoyada por la fundación recientemente creada por Viladoms: Crescendo con la Música. Por medio de la compra de instrumentos musicales y la formación de profesores, ésta pretende dar mayores oportunidades a los niños de tener una formación musical de calidad.
En el concierto de beneficencia que tuvo lugar en la Fundación J. Álvarez del Castillo, Viladoms interpretó cinco piezas, algunas de las cuales explicó brevemente a los presentes.
"Claude Debussy escribió a un amigo que cuando no se tienen los medios para viajar, hay que usar la imaginación. Con Pagodas, Debussy nos lleva hasta el extremo oriente. Buen viaje", dijo el joven músico y se sentó a continuación frente al piano de cola. Del mismo autor tocó después, siempre sin hacer uso de partituras, la pieza Claro de Luna.
Antes de un breve intermedio, se escuchó Fantasía en Si Menor, del compositor ruso, Alexander Scriabin. De él dijo Viladoms, que tuvo un poco de influencia de Chopin y "un poquito de locura también".
En la última parte interpretó la Sonata No. 2 del mexicano Federico Ibarra, quien compone -dijo- "piezas de mucha grandeza y ambientes muy especiales". Cerró el concierto con Valle de Oberman, en la que pidió al público estar atento a los silencios, ya que son a veces más importantes que los sonidos.
AGENCIA INFORMADOR / EUGENIA COPPEL
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