Cultura
Javier Rivera Blanco, la pasión detrás de la arquitectura
Obras que trascienden en tiempo y espacio
—Un estudioso del patrimonio y de la Historia que quiere sacar lecciones de lo que ha ocurrido. Un gran filósofo dijo que el progreso no es destruir el pasado, sino aprovechar lo bueno del ayer para mejorar el presente.
—Cuando era pequeño, ¿qué soñaba ser de grande?
—Quería ser policía o pintor. Lo primero lo olvidé poco a poco; decidí estudiar a los artistas, arquitectos y pintores, con lo cual soy enormemente feliz, porque hago lo que me más gusta.
—¿Cómo nace en usted la pasión por la arquitectura?
—Porque soy de un pueblecito en el Camino de Santiago, Sahagún, que tiene iglesias magníficas de ladrillo románicas, lo que en mi tierra se llama mudéjar (albañiles musulmanes que vivían en zona cristiana). Me llamaban mucho la atención aquellos peregrinos que hablaban lenguas extrañas y vestían de forma extravagante. Me admiraba que fueran a mi pueblo que era tan pequeño y se maravillaran por sus obras de arte.
—¿Qué significa para usted recibir el Premio ArpaFIL?
—Un gran honor, porque estuve en Guadalajara dando un doctorado de arquitectura en su universidad pública hace 10 años, y me entusiasmó el lugar y México entero. Y de forma especial, por el gran prestigio de la Feria, que va unida al humanismo de la literatura y el saber. También por el gran prestigio de quienes lo recibieron antes y, finalmente, porque es un estímulo que me obligará a ser su embajador más cariñoso.
—¿Quién es el principal detractor de su vida?
—Acaso yo mismo… siempre tenemos también enemigos que nos hemos ido ganando a lo largo de nuestra vida, por incomprensión, por errores de unos y otros, pero en general se merecen mi elogio, porque muchas veces los enemigos nos dicen las verdades mucho más claras que los amigos, que, por serlo en exceso, no nos dicen la verdad.
—Si pudiera transportarse en el tiempo, ¿en qué época le gustaría vivir y por qué?
—En el siglo V, en la época de Pericles, el gran gobernante griego que refundó Atenas y reconstruyó la Acrópolis con personalidades como Fidias, Calícrates, Ictinos, etcétera. Es el momento en el que más brillan las artes y las letras y surge el concepto de la democracia, todavía imperfecto, pero que dará origen a la libertad de los hombres.
—¿Con qué personaje literario se identifica y por qué?
—Me entusiasma El lazarillo de Tormes, porque muestra la capacidad de supervivencia ante el abuso; me gustan los personajes de Vargas Llosa cuando luchan contra la dictadura; me fascina la creación del mundo representada en Macondo, donde surge la conciencia del principio y de la creación de las cosas necesarias para el ser humano.
—Si pudiera lograr que todos los mexicanos leyeran el mismo libro, ¿cuál sería?
—Recomendaría una obra en cuya edición colaboré yo desde la Universidad de Alcalá: Elogio de la fugacidad. Antología poética (1958-2009), de José Emilio Pacheco, de la biblioteca Premios Cervantes. Les diría que eligieran sus poemas como quien elige un pensamiento para cada momento y pensaran en un hombre de gran dignidad, de inmensa grandeza a pesar de su extraordinaria modestia. Les incitaría a leer Pedro Páramo, de Juan Rulfo.
—¿Cómo considera usted que es posible encontrar la trascendencia?
—Pertenezco a una familia de origen creyente y culturalmente me siento inmerso en el cristianismo para entender el mundo…
— ¿Por qué considera usted que, aun cuando millones de personas compartimos la misma lengua, no todos hablamos el mismo idioma?
— Porque el nacer en un sitio u otro nos hace afortunados o desgraciados.
— ¿Cuáles son sus expectativas de la FIL 2010?
— Volver a ver los magníficos murales de José Clemente Orozco del Instituto Cultural Cabañas y también apreciar los nuevos rumbos de la literatura en español.
— ¿Qué debate y entre quiénes le gustaría presenciar?
—La libertad. García Márquez y Vargas Llosa.
— ¿Qué mensaje puede dar a los jóvenes de Mar Adentro de México?
—Que nadie les va a dar nada gratis, pero que México es también esperanza y los maestros de la literatura mexicana les señalan caminos para avanzar. Que los conozcan...
ENFILADOS
La profundidad de los detalles
¿Sabías que..?
l El premio Arquitectura, Arte y Patrimonio (ArpaFIL) es un reconocimiento que se otorga desde 1995 a la trayectoria de aquellos profesionistas que han contribuido a resaltar de manera artística el patrimonio del mundo.
l Javier Rivera Blanco nació en la misma provincia que Fray Bernardino de Sahagún, franciscano que se hizo mexicano, y además es miembro del Consejo Asesor de la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León.
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Mar Adentro propone: No te pierdas el Homenaje ArpaFIL, hoy a las 18:00 horas en el Auditorio Juan Rulfo.
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