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''Los ojos del mundo están puestos en Temaca''
Sin embargo, a la par de la incidencia de estas dependencias en la formulación de políticas públicas, ha aparecido otro fenómeno social -éste de mayor carácter ciudadano por su espontánea y coyuntural organización- que tiene como fin la defensa popular ante un atropello gubernamental, de ahí que su aparición sea tan diversa como variadas las decisiones que afectan a los grupos que lo integran, y al mismo tiempo su desaparición va en sentido proporcional a la respuesta satisfactoria de sus exigencias.
Bajo este escenario es que podemos hablar de una participación ciudadana autogestora, sin necesidad de organismos institucionales que la represente, ni con intenciones de prolongarse una vez conseguido su fin, dado que surgen por la inconformidad ante un hecho específico.
En Jalisco un hecho así se vive con el caso de Temacapulín, población de Cañadas de Obregón, en Los Altos, donde están puestos los ojos del mundo, dada la insistencia de los gobiernos estatal y federal por construir ahí la Presa El Zapotillo, con lo que Temacapulín entero, incluido su patrimonio cultural, desaparecería.
''Los ojos del mundo están puestos en Temaca'' es un libro que recoge las opiniones, reflexiones, estudios comparativos de verdaderos expertos en el tema y con un alto sentido de investigación sobre realidades de interés mayor: La incorporación del agua como instrumento de mercado y por ende, como principal recurso de poder. Participan Miguel Ángel Casillas Báez, José de Jesús Hernández López, Cándido González Pérez, Gabriel Espinoza Íñiguez, Guadalupe Espinoza Sauceda, Claudia Gómez Godoy, Marco Von Borstel, Magdalena Gómez, Jade Ramírez Cuevas Villanueva, Mónica Pérez Taylor, Mónica Montalvo Méndez, Diego Echeverri Chollet, Francisco López Bárcenas, Jorge Covarrubias y Juan Pablo Soler Villamizar.
Destaca entre las aportaciones, la relativa al patrimonio cultural, el tangible e intangible, del que nos da cuenta la promotora cultural y periodista laureada, Jade Ramírez, quien recuerda que el eje central de la política cultural emprendida a partir de 1948 no estaba tan errada al considerar en los tópicos antropológico y arqueológico sus lineamientos y campos de acción, por el valor trascendente que representaban estos puntos para las comunidades y el fortalecimiento de su identidad. Jade Ramírez pone de manifiesto en la historia de la política cultural del último siglo, junto con todas sus reformas e intentos de encuadre en una sola institución, una gran falta, determinante para la concreción de una auténtica política cultural: que el gobierno acepte la diversidad de la cultura mexicana: “Y aquí debemos detenernos en la más mínima como añeja discusión en la cual queda entrampado prácticamente todo: el concepto de cultura bajo el que se siguen rigiendo los rumbos de las políticas públicas en esta materia”.
La tendencia, como señala Ramírez, permanecerá, por lo visto, durante los próximos tres años. Ojalá y el caso de Temacapulín que pone en evidencia la ceguera de un gobierno ante la inconformidad de un pueblo al verse desplazado y desprendido de lo que le da identidad, pueda ser un elemento sustantivo para rectificar y modificar la visión que se tiene de cultura como tópico que socialmente hace crecer a las personas y a los pueblos. Ojalá no sea necesario invocar hechos trágicos de los cuales, otra vez, las autoridades, sean las únicas responsables.
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