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Conmemoración del revés
Y bajo esa premisa es que lo siguiente justifica lo corto de miras con que se valoró la conmemoración, pero lo que es más pobre todavía, es la postura derrotista y pasiva, por decir lo menos, que asumieron el Gobierno Federal y, con mayor énfasis, el Gobierno del Estado.
El hecho de elegir la palabra Bicentenario para la difusión nacional, mediática principalmente, como término general de la conmemoración, deja leer una inclinación oficial por el movimiento de Independencia sobre el de la Revolución, y que, hasta cierto punto, ideológica y partidariamente es justificable, dado el carácter conservador del Gobierno en turno, heredero natural del Porfiriato y enemigo de los vencedores en la Revolución.
Y si esta lectura fuera errónea, pese a su fundamentación, por qué no acuñar un nombre que integrara a las dos fechas históricas y conseguir la anhelada unión, en la conmemoración.
En Jalisco las autoridades lejos de enmendar la plana, la hacen todavía más confusa, al decidir conmemorar la Independencia con tres actos significativamente relacionados con un perfil derrotista. El primero de ellos es la Batalla en el Puente de Calderón, en Zapotlanejo, un espacio donde se registró una de las más dolidas derrotas del cura Hidalgo, icono mayor de la insurgencia: “Aquí el 17 de enero de 1811 la suerte fue adversa al Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo y Costilla, y al Generalísimo Ignacio Allende”. Inscripción en el puente.
Un segundo caso es el de Rita Pérez Jiménez, cuya memoria recientemente fue homenajeada con la colocación de su escultura en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, y que según palabras de las autoridades, su grandeza como “heroína de la Independencia” se da porque “aunque no fue propiamente insurgente, porque nunca tomó las armas, sí colaboró con la causa y entregó todo”.
En Guadalajara, donde el desarrollo social, económico y cultural -como en casi todo el país- se ubicaba en los terrenos del poder religioso, existió el mayor poder opositor a la Independencia, protagonizada por el obispo Cabañas, quien amagó con excomulgar “a todo aquél que aprobara, ayudara o favoreciera el movimiento insurgente y a sus caudillos Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo”. Y para conmemorar la Independencia, el Gobierno jalisciense le levanta una monumental escultura, le recuerda con publicaciones y conferencias y lo promueve como uno de sus grandes íconos del pensamiento. Pero la estulticia siempre amenaza con contagiar: ahora, el H. Ayuntamiento de Guadalajara ya prepara otra escultura en honor de Cabañas.
La conmemoración de los centenarios, u oficialmente dicho del Bicentenario, es entendible en su austeridad tan anunciada aunque no sea así, por las altísimas cantidades erogadas; lo que no es creíble, salvo en un mundo del absurdo, es la austeridad de sus miras y la lamentable incongruencia con la Historia: se conmemora la Independencia con una derrota, se le llama “heroína” a alguien a quien se le define como “colaboradora” y nunca protagonista; y se ensalza al opositor mayor de la Independencia.
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