Cultura
Incubadoras culturales apuestan al negocio
El ITESO, la UP y el Tec de Monterrey se suman a la consolidación de proyectos artísticos como empresas
De las entrañas universitarias hasta instituciones independientes, la idea de orientar y guiar al talento artístico se ha convertido en una misión que ya da frutos.
El ejemplo más palpable y pionero en casos de éxito es Incubarte, que “recluta” artistas y creativos que desean inmiscuirse en los campos empresariales bajo una perspectiva redituable y socialmente responsable.
Universidades como el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), el Instituto Tecnológico de Monterrey (Tec) y la Universidad Panamericana (UP), se suman a la tarea de impulsar y apostar por los proyectos culturales nacientes de sus propias comunidades estudiantiles; no hay que esperar a que el alumno concluya sus estudios para adentrarlo al mundo laboral desde su sensibilidad por el arte.
Definición de objetivos, apertura a lo empresarial y búsqueda de recursos (patrocinios o financiamientos) son los principales planos de acción en los que las incubadoras culturales de Guadalajara trabajan con los “emprendedores”.
Desde cero
Incubarte es una asociación civil fundada oficialmente en 2009, que tras analizar las dificultades de crecimiento, posicionamiento y difusión de los proyectos locales, decidieron unir esfuerzos para formar desde un vértice empresarial a emprendedores de la industria del entretenimiento y la cultura.
La carencia de recursos económicos, viabilidad y definición de proyectos, así como la limitada oferta de becas y programas gubernamentales y de organizaciones independientes son factores que se buscan solucionar.
“Una incubadora es una asesora y facilitadora, y no una hacedora”, aclara Gabriela Flores, directora de Incubarte.
Desde su creación ha apoyado 80 empresas culturales: Luna Morena y Circo Dragón son ejemplos activos.
Incubarte ofrece asesorías desde la perspectiva como empresa, organización administrativa y operativa, protección a través de contratos, ámbito fiscal, derechos de autor, organización interna, repartición, asignación de responsabilidades y declaración de impuestos.
Lo cultural también se paga
Venancio Almanza Franco, maestro del Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO, destaca que antes de arriesgarse en el mercado, habrá que analizar los costos y gastos de operación que el “negocio” requerirá a corto y largo plazo para mantenerse en el mercado.
“Hay que verlo (el proyecto cultural) como un emprendimiento que debe generar empleos y recursos para que pueda operar y cubrir sus costos operativos”.
En el caso del ITESO, los proyectos empresariales culturales se guían en la incubadora de Pymes de la universidad, además de afinarlos desde su creación —casi siempre— en la carrera de Gestión Cultural, en la que se imparten materias que se enfocan en el diseño de proyectos, generación de fondos (recursos, patrocinios, capitales), promoción y planes de negocio.
Caso de éxito desde el ITESO, es “Con X”, empresa especializada en ofertar servicios de turismo cultural.
En el Instituto Tecnológico de Monterrey, la visión de la incubación cultural se enfoca en potencializar proyectos digitales, comenta Isaac Lucatero Castañeda, director de la División de Emprendimiento e Innovación, pero también hay impulso a propuestas artísticas tradicionales.
La incubadora del Tec ha estado presente en consolidación de proyectos como la firma de moda del diseñador tapatío, Benito Santos, o la empresa MexiCulture que, apoyándose en el arte wirrárika, ha llevado los diseños de esta cultura en aplicaciones añadidas a objetos de usos cotidiano, como carátulas o protectores para aparatos electrónicos o guitarras.
Pero es en el diseño digital donde el despegue de negocios deslumbra por su inmediatez y posicionamiento en el mercado; los videojuegos son la punta del iceberg que destapa a artistas de la animación, sonorización y producción, como un proyecto multidisciplinario.
José Enrique Alba Escamilla, director de la incubadora, agrega que el modelo del Tec, también aplicado en proyectos culturales, es el “Tech Lean Accelerator”, basado en la metodología “Lean Star-Up”, que consiste en realizar pruebas rápidas del negocio, seguidas de su validación y ex cubación.
Focalización directa
A pesar de que Guadalajara avanza en la cristalización de proyectos culturales y artísticos, Venancio Almanza del ITESO, añade que “a nivel emprendimiento o empresa comercial, no estamos acostumbrados a incubar proyectos, todo lo queremos rápido, sin hacer planes de negocio”. Por ello el fracaso o poca vida de una apuesta cultural radica también en lo económico, así que en ocasiones hay que recurrir a la búsqueda de financiamientos y/o patrocinios.
Ignacio Acosta Nieto, director de Arte y Cultura de la Universidad Panamericana, señala que cuando el proyecto cultural da sus primeros pasos, la búsqueda de patrocinios o apoyos económicos deberá focalizarse en función de los verdaderos beneficios que alimentarán positivamente al proyecto.
Actualmente la UP incuba a 80 becarios culturales, entre ellos LUMA, una productora audiovisual; FilMéxico, consultora y organizadora de eventos culturales; y la plataforma digital de Jesús Gómez, que crea escenarios virtuales para teatro.
FRASE
"La necesidad de buscar sitios de esparcimiento y recreación, ha impulsado el emprendimiento cultural y artístico "
Isaac Lucatero Castañeda, director de la División de Emprendimiento e Innovación del Tec de Monterrey.
TOMA NOTA
Apoyos viables
Incubarte está registrada ante la Secretaria de Desarrollo Económico y certificada por el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem), lo que le permite concursar por presupuestos anuales (estatales y federales) para subsidiar la capacitación a emprendedores. Como promedio, se asignan 20 mil pesos por empresa, este año se incubarán 15.
En la incubadora se imparten charlas de sensibilización para informar que existe un sector cultural y creativo capaz de retribuir en lo económico. En los talleres de preincubación (con un costo de ocho mil pesos) se desglosa el modelo de negocio. La incubación como tal cuesta 40 mil pesos, con disposición de asesoramiento profesional por hasta 12 consultores.
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