Cultura
Gregarios del celuloide
A un año del cierre del cine del Bosque, especialistas afirman que el público se mantiene pero no en las salas, sino frente a las pantallas electrónicas
Es lunes por la tarde y el cielo despejado indica que hoy no lloverá. Las calles están inundadas de automóviles que quieren llegar a casa y en el paseo Chapultepec hay unos jóvenes arriba de sus patinetas queriendo vivir volando. A las 19:30 horas el Rojo Café reinicia su ciclo de cine club. Han acomodado más de 40 sillas alrededor de un forito. La película Los Herederos será la primera pero no la última de este ciclo. O quién sabe. Las 15 personas que han llegado para ver la película han salido un tanto molestas. El bullicio de la sala y hasta la licuadora de la cocina les ha incomodado. Pero también, después de ver los 90 minutos que dura el documental, han decidido discutir qué les gustó y qué no. La música, las tomas, la edición, todo está a debate.
Invitación a la reflexión
“Hoy la gente puede hacer cineclubs en sus casas, ya no es necesario ir a una sala de cine porque ir al cine es carísimo. La neta, carnal, es que el cine del Bosque tenía ese futuro trágico pintado en piel desde que llego el DVD… pero lo que no se dimensiona es que más allá de un cine, la gente está perdiendo el gusto por discutir sobre el cine”. La voz es de Alejandro Gavilán, un joven de no más de 25 años que fundó el último cineclub auspiciado por el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
“La idea surgió de un grupito de cuatro o cinco compañeros que estudiamos un diplomado en historia del cine en el CUAAD, y cuando terminó pensamos en hacer un cineclub porque la experiencia que te da ver una película en comunidad es muy chida, después de verla puedes hacer una reflexión que sino es sesuda por lo menos sí es comunitaria”, afirma este joven que se dedicaba a cuidar las computadoras de dicho centro universitario pero una vez que curso el diplomado y se especializó, formó un área especializada en el centro universitario dedicado a la producción de audiovisuales.
El Club del silencio fue el cineclub que duró dos años y medio pero que por falta de tiempo, aunado a la desconfianza de la nueva administración “ya nos ponían muchas trabas para prestarnos la videosala (Mariano Otero)”. Alejandro recuerda que había un promedio de 35 personas que asistían “de cajón” pero que llegaron a tener ciclos, como el erótico, donde “en la proyección de la película El último tango en París nos faltaron asientos; y lo mejor vino después de que encendimos las luces; (con los cineclubs) aprendemos a reflexionar y a ver cine de una manera más social”.
Se terminaron los públicos, comienzan los perfiles
Daniel Varela es una de las personas que más sabe de cine y su difusión en la ciudad. Tiene 15 años dirigiendo el Centro Universitario de Medios Audiovisuales (CAAV) desde que salió de la Universidad de Guadalajara, tras fundar el departamento de imagen y sonido. Él fue el creador de la mítica “Videosala de la UdeG” ahí por avenida Hidalgo, que luego retomó en una casa de la calle Lerdo de Tejada, donde nació el CAAV. Su videoteca es quizás la más grande de Guadalajara, junto con la de Ernesto Rodríguez, director del Cineforo de la misma universidad y dueño de videoclubes de renta de películas.
En la década pasada Varela presenció la transformación del público asistente a las salas que él programa, la sala del CAAV y la sala de proyección del Ex Convento del Carmen, espacio que le fue encargado por la Secretaria de Cultura (SC).
Si algo tiene que decir este hombre es que “la experiencia cinematográfica cambió radicalmente. Los adultos, mayores de cuarenta años, tenemos esa necesidad de ir al cine y ver películas. Ahora los jóvenes ven películas en su computadora o en algún otro aparato. Las ven en sus casas, en su escritorio o en su sala, ponen proyectores pero ahora es una experiencia más personal, ya no es la experiencia cinematográfica sino es una experiencia audiovisual”.
Varela sepulta a los públicos: “Sí, ya no hay públicos, hay perfiles de espacios… el Cine del Bosque tenía su perfil por el lugar geográfico donde se encontraba pero obviamente iba a tronar; en el cine de este tipo sólo se puede vivir con subsidio; y así tiene que ser porque nosotros cumplimos una labor social”.
La sala del Ex Convento del Carmen tiene ocho años de funcionamiento, de lunes a miércoles el perfil que le han dado es películas clásicas “que seguramente jamás volverás a ver en cine”. Los fines de semana la sala tiene un contenido más plural “aprovechando la afluencia que tiene ese recinto” afirma Varela.
En cambio, la Videosala del CAAV, ya con 10 años, mantiene un perfil de “un espacio donde los estudiantes y el público en general van a poder ver películas de autores turcos, alemanes, opera, ballet… es para personas interesadas en la especialización”. Aquí, dice, “la programación es la más alternativa de la ciudad”.
Un Cineforo con renombre pero sin dinero
Otro de los personajes obligados a tratar el tema del cine es sin duda Ernesto Rodríguez, lleva 16 años dirigiendo la sala de cine alternativo más visitada en la ciudad: el Cineforo. Pero también Ernesto es uno de esos pequeños empresarios que ven en su pasión su profesión: tiene tres tiendas de préstamo de películas llamadas Video diversión.
“A mí me tocó vivir de todo; tengo 10 años con este negocio, creo que lo que más nos pegó fue la entrada del cable en la década de los 90. Me toco la transformación del VHS al DVD y ahora al blue-ray… pero sigo pensando que no hay mejor experiencia que el cine porque te permite sentir otras cosas”.
Anualmente, el Cineforo ubicado en el subterraneo del edificio Cultural y Administrativo de la Universidad de Guadalajara, recibe entre siete y ocho mil espectadores que pagan su boleto. Los mejores parámetros para medir su calidad es que cuentan con la selección de películas de la Cineteca Nacional, la selección que ellos hacen de lo mejor que se proyectó en los semestres, además de los distintos ciclos que hacen por países o autores.
Rodríguez es de los que piensa que el cine del Bosque tronó porque no era rentable tener una sala de cine “y ahí tienes el terreno, a la gente que administraba ese cine le era más funcional venderlo como terreno que como cine”.
De barba entrecana y lentes gruesos Ernesto es otro de los melancólicos de los tiempos antiguos “Uno, que ya está grande, pues sí extraña ver películas en el cine; el Cineforo cumple con esa función, podemos ver películas que no se ven en las carteleras de las cadenas”.
Y aunque el Cineforo ya cuenta con un renombre entre el público amante del cine lo cierto es que “no creo que próximamente le vayamos a poder hacer adecuaciones, le caben 433 personas, si le movemos lo vamos a dejar muy chiquito, como de 250 asientos… pero de ¿dónde? Si no hay dinero”.
En su negocio aún se mantiene su esperanza, renta unas tres mil 500 películas al mes. En sus estantes igual se ven las películas de Rambo que Diarios de Motocileta. Alfred Hitchcock, Quentin Tarantino, Woody Allen, Francis Ford Coppola, Tim Burton, George Lucas y otros directores del cine contemporáneo comparten las mamparas. “Lo que hicimos en el Cineforo fue darle un perfil, si te vas a la historia vas a ver que ese espacio fue pensado también como una especie de teatro, pero para crear público no puedes estar jugando con el auditorio, el cine fue su vocación principal y ahí está, creo que es un buen espacio”.
Para saber
Salas especiales
Cineforo UdeG. Avenida Juárez y Enrique Díaz de León.
Videosala CAAV. Lerdo de Tejada 2071. Colonia Americana.
Ex Convento del Carmen. Av. Juárez 638 Zona Centro.
Sala Guillermo del Toro. Instituto Cultural Cabañas. Cabañas 8. Plaza Tapatía.
Rojo Café. Guadalupe Zuno 2027. Colonia Americana.
Al aire libre
Intento masivo
Es jueves por la noche. En el parque Metropolitano la gente empieza a llegar a las 20:30 horas. es raro pero entre más oscuro, mejor. La gente llega a las lomas cercanas a las torres rojas; son cientos: niños, jóvenes, adultos, parejas. Llevan cobijas, almohadas, sabanas. Llevan dinero para comprar palomitas. Se sientan frente a una tela de 15 metros de alto por 10 de ancho.
A partir de abril de 2011, cada jueves, dentro de las instalaciones del parque Metropolitano de Guadalajara se realizan proyecciones cinematográficas y audiovisuales gratuitas. Dicen que privilegian la programación alternativa pero el pasado ya pasaron la película fue El Juego perfecto, una cinta que a principios de año fue estrenada en las salas de las cadenas comerciales de la ciudad. También dicen que el concepto que buscan es tener una alternativa de entretenimiento gratuito, sano y familiar que fomente la relación directa con el medio ambiente. Y quizá lo consigan. Hay quien se duerme sobre el pasto durante toda la proyección y nadie dice nada.
Son cientos de personas las que se dan cita cada jueves. Llegan, se instalan, se divierten viendo la película y se van. La cinefilia se transforma.
Síguenos en