Cultura

Grandes personajes italianos, grandes modestos en sus testamentos

Los testamentos de 25 italianos ilustres se exhiben desde mañana en el Archivo Histórico Capitolino de Roma, con motivo de las celebraciones de los 150 años de Unidad de Italia

ROMA, ITALIA (14/FEB/2012).- Los grandes personajes italianos resultaron, en general, grandes modestos en sus últimas voluntades en cuanto al destino de sus restos, funerales y ceremonias en su memoria, según se desprende de la exposición de 25 testamentos manuscritos que se abre mañana en Roma.

"Mi cadáver será quemado con leña de Caprera en el sitio por mí indicado por una barra de hierro, será encerrado en una urna de granito y colocado en la tumba de mis hijos bajo el alcornoque allí existente".

Estas fueron las últimas voluntades del revolucionario italiano Giuseppe Garibaldi, nacido en Niza, entonces Reino de Piamonte en 1807 y muerto en la isla de Caprera (Cerdeña), en 1882, quien pidió también ser vestido con la "camisa roja" que le caracterizó en sus luchas por la independencia de Uruguay, Brasil y Nicaragua, además de sus gestas en Italia.

Los testamentos de 25 italianos ilustres se exhiben desde mañana en el Archivo Histórico Capitolino de Roma, con motivo de las celebraciones de los 150 años de Unidad de Italia, en una exposición organizada por el Consejo Nacional y la Fundación italiana del Notariado, en colaboración con la presidencia del Consejo de Ministros.

Se trata de manuscritos históricos, cuya caligrafía refleja también la mano firme de los que escribieron antes de que la enfermedad los invadiese, o los redactados por manos temblorosas ya atenazados por la debilidad o por el miedo a la muerte, como en el caso del valiente Garibaldi.

El músico y compositor romántico Giuseppe Verdi (1813-1901), autor de Rigoletto, La Traviata e Il Trovatore eligió sin embargo, el silencio: "Que mis funerales sean modestísimos y se hagan al despuntar el día y que el Ave María se rece sin cánticos ni músicas".

Un deseo cumplido pues tras su muerte en Milán en 1901 cientos de miles de personas siguieron el carro fúnebre sin decir palabra.

Menos escrupulosos fueron los italianos con las últimas voluntades del Premio Nobel de Literatura, el siciliano Luigi Pirandello (1867-1936), atormentado por la situación de su mujer que sufría una grave enfermedad mental, quien pidió un carro de "ínfima clase" y que nadie le siguiera, "ni parientes, ni amigos. Solo el caballo y el cochero"

También escribió en el testamento que le quemaran "porque mi cuerpo apenas quemado, que sea aventado, porque nada ni siquiera la cenizas deseo que queden de mí", una cláusula que no fue cumplida pues fueron guardadas.

Como tampoco el deseo del primer presidente de la República de Italia Enrico Da Nicola (1877-1959) quien pidió no ser recordado "en ningún tiempo, en ningún lugar, por ninguna razón, en ninguna ocasión" y hoy da nombre a calles, instituciones, parques y avenidas.

También se exhiben testamentos de mujeres como el de la actriz Lina Cavalieri (1874-1944), "la mujer más bella del mundo" quien después de cuatro matrimonios y una vida bajo los reflectores, quiso un funeral organizado "con la sinceridad que siempre va más allá de las ceremonias fastuosas".

El dramaturgo y político Gabrielle D'Anunzio (1863-1938) quiso que su testamento fuese custodiado en el Monumento erigido al rey Vittorio Emanuele II, conocido como Vittoriano y situado en Plaza Venecia de Roma, confiando para ello en su "hermano de armas", Benito Mussolini.

Además de herencias económicas, las hay afectivas y espirituales como la del empresario y máximo accionista del gigante automovilístico Fiat, Giovanni Agnelli (1921-2003).

Agnelli recomendó a su herederos que debían "permanecer unidos en los afectos y en los entendimientos y recordar que el mayor consuelo y la mayor fuerza moral en la vida son el amor a la patria, la cohesión familiar, la rectitud y el respeto por el trabajo humano".
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