Cultura
Fernando Zurita habla de su novela 'El hombre inocente'
Explica cómo une ficción y realidad en una historia sobre el sistema penitenciario mexicano
Fernando Zurita es abogado y es coach. Ahora, acaba de incursionar en el mundo de la literatura con su primera novela: 'El hombre inocente'. En ella, se cuenta la historia de César Romano: una semana de "pesadilla" que pasa en prisión acusado falsamente de fraude.
Se trata de un relato que expone el modo de operar del sistema carcelario, la forma de vida y la manera de pensar de quienes lo controlan, la burocracia que permite que todo esto suceda y, por otra parte, la experiencia de quien sufre un encarcelamiento, sea inocente o culpable.
Zurita explica, citando al escritor peruano, Mario Vargas Llosa, cómo es que se decidió a escribir una novela: "el tema escoge al escritor", dice, y aclara, por otra parte, que, antes que escritor, ha sido un lector. La novela da cuenta de ello; en ella podemos encontrar los horrores de la cárcel, la corrupción que impera en ellas (y fuera de ellas) al tiempo que podemos encontrar referencias a otros textos, desde Dante hasta Cortázar.
También hallamos referencias a aspectos de la vida cotidiana, música, anécdotas, comidas, lugares que nos hacen pensar de inmediato en cualquier ciudad mexicana. Podemos reconocernos fácilmente en ese mundo porque es nuestro mundo. De ahí que la ficción en esta novela esté tan cerca a la realidad. Y el mismo Fernando está retratado en ella, "por supuesto que hay ecos de mi vida en la novela, de experiencias, de la vida con mi esposa, con mis hijos, hay muchos amigos que me han reconocido ahí", cuenta el autor.
Zurita no es abogado penalista, aclara, y eso le ha permitido ver aspectos del sistema penitenciario que aquellos parecen pasar por alto, por que están tan acostumbrados a ello, tal vez, para verlo objetivamente. Se trata de varios casos reales, relata el escritor; historias que pueden ser escuchadas en cualquier cárcel mexicana. Zurita decidió contar esas historias a través de su personaje ficcional, César Romano, quien es aprehendido sin mayores explicaciones a unos pasos de la entrada de su casa.
Una situación, dice Fernando, de la que no estamos exentos: "Todos estamos expuestos", dice, "es una de las cosas que más asustan de esta historia". Y, sin embargo, no se trata de una historia fatalista. "Hay esperanza en este libro, la ficción permite contar una historia y aportar un grano de arena para que las cosas cambien".
En efecto, la novela tiene sus tintes de novela negra: nos recuerda todo el tiempo que algo terrible está sucediendo, con César Romano, con los demás presos, con las cárceles en general. En todo momento, cuando las cosas parecen ir mejorando, ocurre algo que ensombrece el panorama. Pero, por otra parte, no deja de haber esperanza, como dice el propio autor, lo que sirve tanto para mantener la tensión en el libro como para arrojar un poco de luz en medio de la sombra.
En palabas de su autor, el libro "no es un texto deprimente, te das cuenta de que se vive un infierno en las cárceles mexicanas, pero aún así hay esperanza; es también un relato de supervivencia para el personaje, César Romano. Yo lo que busqué es que el lector pudiera ver ese mundo desde la comodidad de su casa"
Y ¿fuera de la novela? "También hay esperanza", asegura Zurita, "el problema no es que no haya leyes; las legislaciones están bien, lo que hace falta es que se apliquen correctamente. Hace falta educación".
EL INFORMADOR / MARIO MORALES
GUADALAJARA, JALISCO (05/DIC/2014).- Se trata de un relato que expone el modo de operar del sistema carcelario, la forma de vida y la manera de pensar de quienes lo controlan, la burocracia que permite que todo esto suceda y, por otra parte, la experiencia de quien sufre un encarcelamiento, sea inocente o culpable.
Zurita explica, citando al escritor peruano, Mario Vargas Llosa, cómo es que se decidió a escribir una novela: "el tema escoge al escritor", dice, y aclara, por otra parte, que, antes que escritor, ha sido un lector. La novela da cuenta de ello; en ella podemos encontrar los horrores de la cárcel, la corrupción que impera en ellas (y fuera de ellas) al tiempo que podemos encontrar referencias a otros textos, desde Dante hasta Cortázar.
También hallamos referencias a aspectos de la vida cotidiana, música, anécdotas, comidas, lugares que nos hacen pensar de inmediato en cualquier ciudad mexicana. Podemos reconocernos fácilmente en ese mundo porque es nuestro mundo. De ahí que la ficción en esta novela esté tan cerca a la realidad. Y el mismo Fernando está retratado en ella, "por supuesto que hay ecos de mi vida en la novela, de experiencias, de la vida con mi esposa, con mis hijos, hay muchos amigos que me han reconocido ahí", cuenta el autor.
Zurita no es abogado penalista, aclara, y eso le ha permitido ver aspectos del sistema penitenciario que aquellos parecen pasar por alto, por que están tan acostumbrados a ello, tal vez, para verlo objetivamente. Se trata de varios casos reales, relata el escritor; historias que pueden ser escuchadas en cualquier cárcel mexicana. Zurita decidió contar esas historias a través de su personaje ficcional, César Romano, quien es aprehendido sin mayores explicaciones a unos pasos de la entrada de su casa.
Una situación, dice Fernando, de la que no estamos exentos: "Todos estamos expuestos", dice, "es una de las cosas que más asustan de esta historia". Y, sin embargo, no se trata de una historia fatalista. "Hay esperanza en este libro, la ficción permite contar una historia y aportar un grano de arena para que las cosas cambien".
En efecto, la novela tiene sus tintes de novela negra: nos recuerda todo el tiempo que algo terrible está sucediendo, con César Romano, con los demás presos, con las cárceles en general. En todo momento, cuando las cosas parecen ir mejorando, ocurre algo que ensombrece el panorama. Pero, por otra parte, no deja de haber esperanza, como dice el propio autor, lo que sirve tanto para mantener la tensión en el libro como para arrojar un poco de luz en medio de la sombra.
En palabas de su autor, el libro "no es un texto deprimente, te das cuenta de que se vive un infierno en las cárceles mexicanas, pero aún así hay esperanza; es también un relato de supervivencia para el personaje, César Romano. Yo lo que busqué es que el lector pudiera ver ese mundo desde la comodidad de su casa"
Y ¿fuera de la novela? "También hay esperanza", asegura Zurita, "el problema no es que no haya leyes; las legislaciones están bien, lo que hace falta es que se apliquen correctamente. Hace falta educación".
EL INFORMADOR / MARIO MORALES
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