Cultura
FIL de todos, Universidad Pública
La Feria es espléndida por su oferta de horizontes culturales civilizatorio
La Feria es espléndida por su oferta de horizontes culturales civilizatorios. Me gustaría que el Gobierno hiciera lo imposible por aportar los recursos necesarios para la digna marcha de la Universidad, y que, en correspondencia, no al gesto que el Gobierno debe hacer, sino a las y los ciudadanos que pagamos impuestos y que tenemos conciencia de nuestros derechos —entre ellos el de ser informados—, y a nuestra exigencia de una racionalidad en el gasto para las tareas universitarias —y más cuando es innegable que estamos en una crisis donde los medios son escasos—, estos recursos fuesen ejercidos de manera que no quedara duda alguna sobre su destino, bajo nuevas reglas del juego que nos den confianza.
Yo quiero a mi Universidad. Quererla significa tener en estima a personas concretas que le dan vida: académicos, personal administrativo, directivos, personal de servicios. En ella hice mi licenciatura y maestría, y en ella he trabajado en distintas etapas, desde la formación del Instituto de Estudios Sociales, con ese inteligente y divertido maestro que fue Manuel Rodríguez Lapuente, hace 35 años. He acompañado algunas de sus mejores luchas, que son las que vive cuando opta por caminos de decisiones colegiadas, y por decir adiós a épocas que han quedado registradas en libros como La Charola, de Sergio Aguayo. En pocas palabras, la quiero y la he sufrido, y la quiero sana y salva, para bien de todas y todos en Jalisco. Me ha arropado, y, a mi vez, he estado presente en sus foros, cátedras, encuentros, lecturas y presentaciones, donde me he sentido como en casa, desde cargos públicos y como ciudadana de las letras. Hasta soy madrina de una muy digna generación de abogados en sistema semi-escolarizado.
Sé que el dinero le hace falta para una justa remuneración de su personal, crear plazas, mejorar aulas, laboratorios, edificios. Quiero, en esta mi lealtad a ella, vivir el día en que se siga abriendo más y se constituya en un referente ético de transparencia, democratización de espacios, cultura de género y de derechos humanos, vividos desde dentro, en coherencia con lo que en la FIL oferta. La UdeG puede ser una promotora vital de una cultura de paz.
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