Cultura

Estrenan Salvador: el niño, la montaña y el mango

Salvador recuerda un hogar pobre pero feliz. Una casa llena de niños; una madre dedicada y amorosa; un padre noble que era a la vez el médico del pueblo

GUADALAJARA, JALISCO (08/FEB/2013).- Una alfombra roja de forma cuadrada cubre el espacio escénico. De un lado se encuentran una silla y un amplio escritorio de madera sobre el que descansan una antigua máquina de escribir, un vaso lleno de lápices, una lámpara y un plato de comida. Del otro, se observa otra lámpara de piso y un tocadiscos. La iluminación es cálida y el público observa de muy cerca; desde las gradas dispuestas en tres lados del mismo escenario.

Es la noche de estreno de Salvador: el niño, la montaña y el mango, una obra escrita por la dramaturga quebequense Suzanne Lebeau, adaptada y protagonizada por el actor Víctor Castillo, y dirigida por Víctor Biau. Los últimos espectadores en llegar hasta el escenario del Teatro Experimental de Jalisco, tardan en acomodarse dado el reducido espacio reservado para el público.

Aún faltan algunos de encontrar sitio cuando el único personaje aparece por el lado derecho. El hombre es un poco calvo, lleva una camiseta blanca sin mangas y unos tirantes negros atados a los pantalones. Se sienta en su silla de trabajo, se pone sus gafas y acomoda una hoja en blanco en su máquina de escribir, dispuesto a comenzar a contar su historia.

Mientras teclea, su memoria viaja hasta el momento de su nacimiento en un pequeño pueblo de la sierra, cuando sus padres se horrorizaban por haber traído al mundo a un niño tan feo: "parecido a un tejón". No obstante, Salvador recuerda un hogar pobre pero feliz. Una casa llena de niños; una madre dedicada y amorosa; un padre noble que era a la vez el médico del pueblo.

El hombre detiene su escritura y continúa recreando la historia utilizando el resto del espacio y la utilería. Mediante la evocación, ese pequeño cuarto se convierte en la casa en la que creció, en la casa de la vecina, en la escuela y en la plaza del pueblo. El actor, a su vez, alterna entre el rol del Salvador actual y el Salvador niño; del padre y de la madre; de los hermanos, la vecina y el profesor.

Hasta ahí son entendibles los tres primeros nombres del título de la obra. El mango viene a cuento por una de las historias que cuenta Salvador, y que tiene que ver con el mensaje principal.

El escritor recuerda que su madre había plantado un árbol de mango a pesar de la burla de la gente del pueblo, que jamás había visto un ejemplar de esos en la sierra. "La esperanza hace vivir, Salvadorcito", la madre alentaba al niño. "Los sueños felices no tienen precio", reflexiona el hombre que recuerda.

Entre los espectadores se ve de todo. En una esquina del lado izquierdo, una joven observa conmovida y sonríe durante la mayor parte del monólogo, seguramente imaginando cada escena de una infancia difícil pero llena de amor. En el extremo derecho, un hombre de brazos y piernas cruzadas hace grandes esfuerzos por no quedarse dormido, pero no lo logra.

La historia termina luego de poco más de una hora. Salvador sale del escenario y Víctor Castillo regresa para agradecer al director, a los colaboradores y al público, el cual -reconoce el actor tapatío-- está formado en su mayoría por amigos. Entre ellos Ismael del Toro, el alcalde de Tlajomulco, ya que Castillo fungió como director de cultura del municipio durante la pasada administración.

"La prueba de fuego será la función de mañana, cuando ya no vengan los amigos", dijo Castillo antes de invitar a los presentes un brindis.

Para saber


Salvador: el niño, la montaña y el mango, estará en la cartelera del teatro experimental todos los jueves y viernes de febrero y marzo, a las 20:30 horas. La entrada tiene un costo de $100 pesos general y $80 para estudiantes, maestros y adultos mayores.

SUMARIO


El monólogo protagonizado por Víctor Castillo se estrenó la noche del jueves en el Teatro Experimental

AGENCIA INFORMADOR / EUGENIA COPPEL
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