Cultura

En venta obras de Pedro Coronel

Estarán en venta un total de 181 obras del fallecido pintor y escultor Pedro Coronel

MÉXICO (22/MAY/2010).- Obras del pintor y escultor mexicano Pedro Coronel, fallecido el 23 de mayo de 1985, saldrán a la venta como parte de la Subasta de arte latinoamericano, que organiza la Casa Louis C. Morton, junto a otros grandes artistas como Diego Rivera, Rufino Tamayo, Leonora Carrington y Francisco Toledo.  

Se trata de un total de 181 obras que serán ofrecidas en puja el 3 de junio próximo, en la capital mexicana. También serán subastadas piezas de Rafael Coronel, Sergio Hernández y Gabriel Orozco.  

Entre los objetos de la lista destacan el boceto que Diego Rivera hizo para el mural que se encuentra en Palacio Nacional, así como otras de sus pinturas.  

Pedro Coronel, fallecido hace un cuarto de siglo, fue un artista que vivió la consumación del renacimiento mexicano; recibió, entre otros, el Premio Nacional de las Artes 1984 y su obra es revalorada hoy en día.  

Nació en la ciudad de Zacatecas el 25 de marzo de 1921 y cursó estudios en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda", bajo la tutela de Juan Cruz, Francisco Zúñiga y Santos Balmori, entre otros. Posteriormente también se dedicó a la docencia.  

Entusiasta coleccionista de arte precolombino, primitivo, oriental, grecorromano y medieval, así como de arte gráfico, Coronel  perteneció a la generación de artistas que vivieron la consumación del renacimiento mexicano con la pintura mural.  

Se trasladó a París, Francia, donde frecuentó los talleres del pintor Bremer y el escultor Brancusi, autores que lo influyeron de forma trascendental en su producción.  

Su obra está inspirada en los colores del arte prehispánico y primitivo y se ubica en un muy especial expresionismo, tratado con formas simplificadas.  

Su primera exposición individual la realizó en 1954, y años después exhibió su obra en Francia, Italia, Japón, Estados Unidos y Brasil.  

Es considerado un innovador del arte mexicano porque su obra manifiesta una violencia semejante al portento mítico del arte antiguo mexicano y muestra un mundo lleno de hostilidad y lucha, pero también de sensualidad y erotismo.  

Entre sus obras destacan "Toro mugiendo a la Luna", "Los hombres huecos", "El Sol es una flor", "Habitante de amaneceres", "Bodas solares", "Camino de soles" y "Poética lunar", en las que deja entrever la grandeza del universo comparado con la levedad y pequeñez del ser humano y su destino.  

Algunos autores han coincidido en dividir la carrera de Coronel en las siguientes etapas: naturalista, estructuralista, lírica, cromática y la recuperación de la pintura nativa.  

En 1947 viaja a Europa y fija su residencia en París, donde conoció a Marcer Breuer y Constantin Brancusi, con quienes tuvo una gran amistad que le permitió impregnarse de las experiencias de otras corrientes y artistas.  

En 1959 ganó un premio en el Salón Nacional de Pintura, con su obra "La lucha", y un año después Durante la década de los años 60 regresó a México, cuya residencia alternó con una serie de viajes por Europa, Asia, Estados Unidos y Canadá, en la que logró la plenitud en su actividad artística. Participó junto con Mathías Goeritz, Rufino Tamayo y Pedro Fiedeberg, entre otras muchas obras, en la decoración del Hotel Camino Real de la Ciudad de México.  

Su vasta trayectoria artística se puede dividir en dos etapas: en la primera predomina el arte figurativo y se caracteriza por crear, mediante planos lisos yuxtapuestos, imágenes ideales, donde convergen la realidad y la fantasía.  

Mientras que en la segunda etapa, el pintor alcanza su madurez pictórica, pues encuentra su propio estilo, en el que se libera de la figura para pasar a la forma, construida por el color, luminosidad y brillo.  

Su plástica tiene influencia prehispánica y se apoya en imágenes semi abstractas en las que deja entrever elementos del pasado mexicano, tal es el caso de la obra "El regreso de Quetzalcoátl". Sin embargo, en el ámbito de la escultura mantuvo su estilo formalista.  

Su obra se caracteriza por mantener como constantes los colores rojo y amarillo, los cuales reflejan melancolía, pasión y soledad; con frecuencia aborda temas que desnudan la intimidad del ser humano, mostrando sus miedos más profundos, como la angustia, dolor y muerte.  

No obstante, su trabajo artístico también hace referencia a cuestiones sublimes, como el amor, sensualidad, erotismo y sentido de la vida. Tal es el caso de "Venus mexica" (1949), "La niña de la morena" (1940) y "La dama de las frutas" (1949), entre otras.  

Otras de sus piezas son "Cabeza de mujer" (1955), "Epitalamio" (1956), "Naturaleza muerta" (1956), Erotismo" (1958), "La niña de los besos" (1959), "La amante dormida" (1961), "El sonámbulo de oro" (1963) y "Piedra de soledad" (1964).  

"Año uno Luna" (1969), "La mujer caracol" (1970), "México" (1975), "Cráneo" (1981), "Floración nocturna" (1982) y "Venus de Vaudreuil" (1984), entre otras, obras que han sido expuestas en México, París, Tokio, Osaka, Estados Unidos, Italia, Brasil, Bélgica y Centroamérica.  

Entre los reconocimiento que Coronel obtuvo por su prolífica trayectoria destacan el Premio Nacional de Pintura 1984 y el José Clemente Orozco de la I Bienal Interamericana de México, en 1959.  

En 1971 apareció el libro "Pedro Coronel. Pintor y escultor", escrito por Justino Fernández y publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).  

Una de sus últimas obras fue el vitral para la Sala de Sesiones del Poder Legislativo de su estado natal, realizado en marzo de 1985.  

Gran parte de su producción se puede apreciar en el Museo Pedro Coronel, en la ciudad de Zacatecas, donde fue reconocido como Hijo predilecto por el Congreso de ese estado, en 1977.  

Pedro Coronel falleció en la Ciudad de México el 23 de mayo del 1985 y sus restos se encuentran en el Museo que lleva su nombre en la Ciudad de Zacatecas.  

A un cuarto de siglo de su muerte, su obra continúa siendo motivo de importantes exposiciones, como la retrospectiva que se presentó hace cinco años en la Sala Carlos Pellicer del Museo de Arte Moderno, del Instituto Nacional de Bellas Artes, en la Ciudad de México.  

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