Cultura
Emmanuel Grivet se mueve al ritmo de la improvisación
La noche del miércoles se llevó a cabo la primera de dos funciones que ofrece el bailarín francés en Guadalajara
Después de saludar al público, Grivet anuncia en español que la función no puede comenzar porque existe un problema: se necesitan cuatro personas para la ejecución de la primera pieza y sobre el escenario solo hay dos. En el público suenan murmullos y risas, pero el francés advierte que habla en serio.
Por fin se levanta una chica de las primeras filas quien, mientras dura el sonido los aplausos, se descalza y sube al escenario. Poco más tarde, un chico hace lo mismo. "Ahora un momentito, voy a dar unas pautas", dice Grivet. "Ustedes pueden tomar sus teléfonos como hace la gente habitualmente".
Algunos de los asistentes efectivamente sacan sus aparatos; otros charlan en voz baja y otros más observan la reunión, de los cuatro hasta entonces desconocidos, que se lleva a cabo a la vista de todos.
Por fin se apagan las luces, quedando solamente iluminado el escenario forrado de blanco y las cuatro sillas que se apilan sin un orden lógico en la esquina superior derecha. Débora es quien empieza con una secuencia de movimientos enérgicos y delicados a la vez, sin más sonido que el de los obturadores de las cámaras fotográficas.
La secunda el fundador y director de la Emmanuel Grivet Compagnie, y empieza la primera interacción con tintes de improvisación. Poco después se une también la melodía de un tango, que le imprime un aire de emoción al encuentro.
Finalmente están moviéndose también sobre el escenario, las dos personas que acudieron al teatro la noche del miércoles en calidad de espectadores. Se llaman Carla y Efrén, y por su flexibilidad y soltura se intuye que son bailarines profesionales o amateurs. La primera pieza acaba con las risotadas de los cuatro.
La segunda parte del espectáculo de danza contemporánea e improvisación se llama Transparence Blanc y en ella actúa Emmanuel Grivet en solo. En lugar de las sillas aparece ahora como escenografía un reloj de arena cuya altura alcanza la rodilla del bailarín, y que éste voltea como una señal de que empieza a correr su tiempo.
Grivet, quien aparece primero con playera roja, pronto se la cambia por una blanca para estar a tono con el resto de los elementos.
Aquí también las secuencias de movimiento desarrolladas en silencio se intercalan con las secuencias guiadas por música de diferentes géneros, que complementan las distintas emociones que el bailarín expresa con su cuerpo.: felicidad, emoción, angustia, desesperación, nostalgia, drama, aburrimiento.
Cuando la arena azul termina por caer, Grivet también detiene su cuerpo en movimiento.
EL INFORMADOR / EUGENIA COPPEL
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