Cultura

Eliseo Alberto, en el silencio

El escritor cubano falleció ayer, a los 59 años, debido a complicaciones tras un trasplante de riñón

CIUDAD DE MÉXICO (01/AGO/2011).- Cantó a la tristeza de una generación de cubanos que nació y creció con las promesas de una revolución, ésa era la voz del escritor Eliseo Alberto de Diego García Marruz, quien falleció ayer a los 59 años debido a complicaciones sufridas tras un trasplante de riñón. Desde hace dos décadas, el autor de una vasta obra vivía exiliado en la Ciudad de México.

Considerado uno de los mejores escritores cubanos contemporáneos, el también poeta y guionista recreó desde México la Cuba de su juventud, como hizo en su última novela El retablo del conde Eros (2008), en la que mostraba una Habana que rezumaba libertad, cuajada de “prostitutas, artistas, homosexuales, delirados o mentirosos”, dijo el autor en una visita a España, donde presentó su obra.

“La literatura está obligada a reflexionar sobre la condición humana sin dejar de ser divertida”, decía uno de sus personajes de su último libro, y esa fue la tónica de sus obras de ficción, aunque su nostalgia por Cuba quedó patente en muchos de sus textos.

Conocido por sus amigos cercanos como “Lichi”, Eliseo Alberto recibió el pasado 18 de julio un trasplante de riñón. Antes de ser internado, en su columna semanal publicada en un periódico capitalino, el autor agradeció al personal médico que lo atendía y describió que tras esperar tres años para recibir el riñón que le fue trasplantado, recibió una llamada el sábado por la noche en la que le notificaron que una familia bondadosa aceptó donar los órganos de un pariente en situación terminal, él era uno de los ocho candidatos a recibir uno de sus dos riñones.

 Residente en México desde 1988, Eliseo Alberto de Diego García Marruz obtuvo la nacionalidad mexicana en 2000 y se refería al exilio como “esa gran violación”.
Hijo de Eliseo Diego, uno de los grandes poetas de la isla, el narrador nacido en 1951 estudió Periodismo en la Universidad de La Habana. Fue jefe de redacción de la gaceta literaria El Caimán Barbudo y después subdirector de la revista Cine Cubano.

Autor polifacético, su obra abarca la poesía, con libros como Importará el trueno (1975), Las cosas que yo amo (1977) y Un instante en cada cosa (1979), hasta el género de memorias, en el que destaca el Informe contra mí mismo.

En su faceta novelística destacan La fogata roja (1985), La eternidad por fin comienza un lunes (1992), Caracol Beach (1998), con la que consiguió el  Premio Internacional Alfaguara de Novela; La fábula de José (2000) y Esther en alguna parte (2005).

Autor de los ensayos Dos cubalibres y Nadie quiere más a Cuba que yo (2004), Eliseo Alberto escribió también guiones para el cine, entre ellos el de la cinta Guantanamera (1995), del cubano Tomás Gutiérrez Alea, una mirada a través del humor negro de la situación de la Cuba de finales de siglo XX.

Además del premio Alfaguara de Novela, destacan en su trayectoria galardones como el Premio La Edad de Oro por Algo del corazón, en 1980; el Premio Nacional de la Crítica por La fogata roja, en 1983, y el premio Gabino Palma por su libro de memorias Informe contra mí mismo (1997).

El cuentista Jorge F. Hernández aseguró que su amigo: “Inicia la eternidad de una nueva vida, donde en todos los demás órganos de su cuerpo ha de redactarse la nueva novela de su vida diaria, el ensayo de cada minuto, la crónica del instante, el reportaje de todos los atardeceres que le quedan por delante y los versos esporádicos que iluminarán cualquier insomnio”.  

LOS RECUERDOS:
El artista plástico Waldo Saavedra era un buen amigo de Eliseo Alberto. Expresó de la partida del autor: “Me duele muy profundo. Lo acababa de ver ayer (sábado) y me daba un sentimiento de coraje y algo… como raro, de verlo con todas las máquinas que a uno le ponen para decir que estamos vivos cuando eso no es verdad”.
“¿Pero sabes?, ‘Lichi’ nunca va a morir, porque era un tipo al que le agradecías la plática, hablar con él era encontrarse en un lugar mágico, porque sabía envolverte en el pasado y el presente. Tenía esa especie de encantamiento donde todo convivía. Hablar con ‘Lichi’ era hablar con la fantasía, entre la nostalgia y la risa”, expresó el pintor en entrevista.

Saavedra conoció a Eliseo Alberto en Cuba, “nosotros nacimos allá y teníamos muchos amigos en común. Cuando salimos de la isla,  él decidió irse a la Ciudad de México y yo a Guadalajara; fue hasta 1993 cuando nos volvimos a juntar y ya no dejamos de vernos. Cuando yo iba al DF me quedaban con él y cuando él venía pasaba a saludarme. No era solamente el amigo, era un ser tremendamente entrañable, que te dejaba extasiado hasta la última impresión. Verlo con esas máquinas me dio una sensación rara, muy fea”.

Agregó que “Lichi” siempre estaba tejiendo cuentos. “Seguramente ahora que está en el otro lado le va a estar haciendo la vida feliz a ángeles y diablitos. Porque si algo tenía de peculiar es que contaba unas mentirosillas perfectas, era como un eterno cuentacuentos. Seguramente ahora sus sueños están permeados de esas historias. Ese hombre va a seguir vivo, y creo que habría sido un buen presidente, pero no lo fue porque él era sensible y esos puestos son tan jodidos que no valen la pena para un hombre como él”.

Marisol Schulz, directora  de la Feria del Libro en Español de los Ángeles (LeáLA) y ex directora de la editorial Alfaguara México, expresó sobre la muerte de Eliseo Alberto que “se nos fue una voz latinoamericana única, una voz que era la cubana pero también mexicana; Eliseo era un hombre culto, capaz, perspicaz pero sobre todo un extraordinario escritor”.

Schulz recordó que conoció al cubano cuando ganó el Premio Alfaguara en 1998, con Caracol Beach; “pero no fue hasta que editó más títulos con nosotros (cuando era directora de Alfaguara) cuando tuve un trato más fuerte con él y con su hermano, quien también era un excelente pintor e ilustrador de libros”.
En entrevista con este diario, la directora de LeáLA consideró que la vida Eliseo Alberto estuvo marcada por su salida de Cuba. “Le pegó mucho, las pláticas que tuvimos al respecto eso me delataron. En el trabajo era un profesional, un hombre muy sensible de lo que pasaba a su alrededor. Tenía un gran amor a Cuba y en sus novelas se leía la poesía que le generaba.  Es una tristeza que se nos haya ido tan pronto”.

Inspiración
La eternidad por fin comienza un lunes
y el día siguiente apenas tiene nombre
y el otro es el oscuro, al abolido.
Y en él se apagan todos los murmullos
y aquel rostro que amábamos
se esfuma
y en vano es ya la espera, nadie viene.
La eternidad ignora las costumbres,
le da lo mismo rojo que azul tierno,
se inclina al gris, al humo, a la ceniza.
Nombre y fecha tú grabas
en un mármol,
los roza displicente con el hombro,
ni un montoncillo de amargura deja.
Y sin embargo, ves, me aferro al lunes
y al día siguiente doy el nombre tuyo
y con la punta del cigarro escribo
en plena oscuridad: aquí he vivido.

Eliseo Diego, poeta, padre de Eliseo Alberto
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