Cultura

El trazo de Borja Huidobro

El chileno es considerado una de las figuras más destacadas de la arquitectura contemporánea y este 30 de noviembre recibirá el Homenaje ArpaFIL 2012

GUADALAJARA, JALISCO (17/NOV/2012).- Francisco de Borja García–Huidobro Severín será el homenajeado este año por el programa ArpaFIL de arquitectura, patrimonio y arte en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Se trata de un arquitecto cuya obra se encuentra mayoritariamente en dos puntos geográficos del mundo, el primero de estos es su natal Santiago de Chile (1936), y el segundo es París, Francia. Y es que si bien su trabajo en materia de urbanismo ha sido significativo, sus edificios lo han posicionado como uno de los grandes autores de una arquitectura icónica contemporánea que también tiene presencia en países como España, China e India.

Es el Ministerio de Finanzas de París, realizado “cuando los Foster no existían”, uno de sus más característicos proyectos. Realizado junto con su socio parisino Paul Chemetov —con quien establece el Atelier de Urbanismo y Arquitectura a comienzo de los setenta—, se trata de la nueva sede que el entonces presidente francés Francois Mitterrand (1981-1995) manda hacer para desocupar el Louvre y darle su actual vocación museística, pero también es la obra que consagrará a esta dupla a nivel mundial. Emplazado directamente sobre el río Sena, es un complejo de 225 mil metros cuadrados para el alojamiento de seis mil funcionarios que durante su construcción iniciada en 1982, resiste “las imposiciones de la Municipalidad de París de alojar a los propietarios expropiados en el mismo terreno y la agregación de 45 mil metros cuadrados más para oficinas de otros departamentos de la administración pública”, dice el chileno Mariano Valdés en su libro Chemetov + Huidobro (Pontificia Universidad Católica de Chile, 1996).

Valdés ilustra también la importancia de una iniciativa como esta por parte de Mitterrand, ya que “nunca antes el poderoso Estado francés había puesto en marcha la construcción de un ministerio, sino que había ocupado y readaptado palacios y grandes casas particulares, que además de servir a su propósito, poseían los atributos necesarios para representar el poder”.

Realizado en piedra y concreto pulido, en su momento fue todo un alarde tecnológico, por eso el comentario del propio Huidobro de “cuando los Foster no existían”, que levantó crítica adversa por su escala. “Sí, fue muy criticado —dice Huidobro en el libro de Valdés—, como la Pirámide del Louvre (del chino I. M. Pei). A la gente le espanta el cambio, en general, lo monumental. Y nuestro proyecto fue el único en atravesar por encima del Quai de Bercy, apoyarse en el Sena, proponiendo una imagen fuerte y homogénea, un nuevo hito en París, por eso el jurado nos eligió unánimemente”.

Ciertamente fue seleccionado entre otros 137 proyectos participantes e inaugurado en 1989 y de éste, el mandatario galo dijo: “La belleza estimula la curiosidad, como respuesta a una necesidad del espíritu. Nos enseña y nos estimula. Mi deseo es que los grandes proyectos nos ayuden a entender nuestras raíces y nuestra historia; que nos permitan preveer el futuro y conquistarlo”.

Una dupla consagrada

El gobierno de Mitterrand apostó firmemente por la dupla Huidobro-Chemetov y otra de sus grandes encomiendas fue la Embajada de Francia en India. Terminada en 1986, es una obra en la que “se advierte la progresiva fascinación de los proyectistas por la cultura india, que fue de a poco permeando las etapas de desarrollo y alcanzó importancia durante la ejecución y el diseño de exteriores y jardines en la tradición mogol y francesa”, señala Mariano Valdés.

El ahora homenajeado en la FIL Guadalajara, señala en la publicación mencionada que la intención fue hacer “una superposición de la cultura india y francesa”. Describiéndose lejos del complejo Chandigarh de Le Corbusier, Huidobro destaca lo entretenido que ese proyecto, en ese país, fue para él por lo artesanal de su hechura. “Fui 30 veces. En un momento dado había mil 500 personas en la obra, familias enteras, hubo hasta nacimientos”, subraya. “Cuando llegábamos a la una de la madrugada a Delhi, nos precipitábamos a la obra y ahí estaban a la luz de las antorchas picando piedras, puliendo, limpiando”. Y su admiración también da un vuelco al humor típico chileno: “Hubo anécdotas espantosas, como llegar de París y ver que han montado un muro al revés, ¡y ordenarlo deshacer!”.

Entonces llegó el Museo Nacional de Historia Natural, también en París, para 1989. Adjudicado por concurso y realizado sobre una estructura existente de hierro (Museo del siglo XIX en Orsay), “la intervención debía encontrar su medida justa, tener una ecuación propia con qué modernizar el Museo para ser un contrapunto a finales el siglo XX”, analiza Valdés.

Cerrado desde 1962 por el mal estado de sus instalaciones, el proyecto original e Jules André (1884) confronta una propuesta de Chemetov y Huidobro que parte de los distintos “actos” del drama del devenir animal que fueron: el espectáculo de la unidad y diversidad, la evolución, y el hombre como factor de avance, pero este guión temático en todo momento se sujetó al programa preexistente. “Podríamos haber utilizado de otra forma el edificio o haberlo botado proponiendo un edificio moderno sin huellas de su historia, pero elegimos una rehabilitación, respetando la arquitectura y la memoria del lugar”, advierte un admirable Huidobro.

En su natal Chile


Para la crítica y escritora francesa Pascale Blin quien prologa el libro de Chemetov + Huidobro “no cabe duda que el corazón de Borja nunca ha abandonado Chile”. Esto se cristaliza a través de los reacercamientos que se dan en la década de los noventa cuando la Universidad de Chile lo invita a retornar y participar en la Bienal de Arquitectura “dándole oportunidad de expresarse públicamente ante algunos de sus colegas, probablemente intrigados por su atípica trayectoria profesional”.

Su exposición sobre el Ministerio de Finanzas y otra acerca de vivienda social provoca que en su tierra natal se le evalúe con otros ojos respecto a “la importancia de sus trabajos en términos de escala (…) y la riqueza de su expresión arquitectónica”. Lo anterior, sumado a la presencia mediática que esto suscita, le genera a Borja Huidobro la llegada de diversas invitaciones a concursos de su país, mismo que además le otorga el Premio Nacional de Arquitectura en 1991 en un acto “considerable ya que nunca antes se había premiado la obra de un arquitecto menor de 60 años”, apunta Blin.

A esto le seguirían los concursos ganados para el edificio Consorcio Nacional de Seguros que proyecta en coautoría con Enrique Browne (1992-1993), el de los Juzgados del Crimen (1995-1996), Banmédica (1996), los Puertas del Golf y una serie de casas, entre las que está la propia en el Lago Ranco.

Hoy, este arquitecto que vivió “la edad de oro” de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, que se mudó a París en 1963 y que es pintor “por necesidad para poder ser yo”, prepara sus maletas para visitar Guadalajara ya que es el homenajeado de esta, la edición 2012 de ArpaFIL, que el venidero 30 de noviembre le reconocerá como lo que es: uno de los grandes en el panorama internacional de la arquitectura.

Ana Guerrerosantos

PERFIL

Pintor y arquitecto


Nacido en 1936, Borja Huidobro estudió dibujo con el pintor Nemesio Antúnez, y arquitectura en la Universidad Católica de Chile. Es autor, entre muchas otras obras, del anfiteatro de la Quinta Vergara, donde se desarrolla el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, y del Ministerio de Finanzas de Francia en París, una obra considerada audaz por estar emplazada sobre el Río Sena.

Borja Huidobro ha entendido la arquitectura de forma apasionada, desde una amplia perspectiva cultural y de creación propia que ha hecho de sus edificios, iconos urbanos.

En Francia, Borja Huidobro es miembro de la Sociedad Francesa de Arquitectura y de la Academia de Arquitectura (que lo ha distinguido con las medallas de honor y plata), además de haber sido nombrado Caballero de la Orden de la Legión de Honor y de las Artes y las Letras. En su país de origen, el arquitecto ha sido reconocido con la Orden al Mérito Gabriela Mistral y el Premio Nacional de Arquitectura en 1991.

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