Cultura

El primero y la última, largas filas en la Feria

Durante esos días al interior de Expo Guadalajara, signan convenios de ventas al mayoreo

GUADALAJARA, JALISCO.- Como cada año, de lunes a miércoles las actividades matutinas de la FIL están reservadas para académicos, profesionales, y miembros de la industria editorial.

Durante esos días al interior de Expo Guadalajara, signan convenios de ventas al mayoreo, y acuerdan importaciones y exportaciones de miles de libros. Pero afuera la realidad es muy distinta, pues muchas personas permancen a la espera de poder comprar unos cuantos ejemplares.

"¡Uy, que hasta las cinco!", alza la voz una jovencita aún con el uniforme escolar que recién se entera de la restricción. Como ella, las personas que forman una fila de màs de cien metros sobre avenida Las Rosas, permanecen a la expectativa de la hora en que se abran las taquillas.

En tanto, cuando el reloj marca diez minutos antes de la hora prometida, decidimos ir al frente del hilera para conocer a quien podría considerarse muy afortunado por ser el primero de la fila. Se llama Rafael Quintana y dice que está formado desde las tres de la tarde, a pesar de su posición privilegiada considera que hace falta información sobre los horarios de la Feria: "Yo creo que deberían haber sacado algún anuncio, algún aviso para no tener que hacer colas".

A pesar de todo afirma que vale la espera sì vale la pena: "Si no no estaríamos aquí", comenta antes de relatar que ha destinado alrededor de tres mil pesos para sus compras en esta Feria. Tras la conversación Rafael sigue esperando el momento de ingresar.

Más de cien metros atrás, se enceuntra Esther Vázquez, quien en compañía de sus hijos acaba de formarse en la línea. "¡No! Está grave esto, y yo vengo de Veracruz fíjese", dice que es la primera vez que visita la FIL, y denota cierta preocupaciòn por el tiempo que pueda pasar antes de entrar.

A diferencia de Rafael, Esther no ha definido un presupesto para su visita. "No traemos mucho dinero, pero pues ya viendo. Ahí veremos qué podemos comprar", reitera lo dicho por quien encabeza el contingente: "Siendo libros, vale la pena".

Mientras sostienen el mapa del recinto y planean su recorrido al interior de la FIL, Esther y Rafael, así como las decenas de personas que esperan entre ellos, siguen atentos de que a las cinco de la tarde retiren el cancél de aluminio que le impide el paso a la segunda feria literaria más importante del mundo.

ELINFORMADOR/  Sergio Rodríguez
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