Cultura

El pillaje de libros, un mal constante en la FIL

La mayoría de las librerías dejan en sus vendedores la responsabilidad de vigilar posibles fugas, otras ya recurren a seguridad privada

GUADALAJARA, JALISCO (04/DIC/2011).- Tal parece que el robo de libros en la FIL Guadalajara es un padecimiento común de las editoriales más grandes que se dan cita y se ha vuelto una constante durante los últimos años.

A pesar de la problemática, la gran mayoría de los stands se limitan a permanecer atentos a los movimientos de quienes entran y salen de sus instalaciones, en una labor de vigilancia que la mayor parte de las veces se vuelve una responsabilidad de los vendedores.

Cuando una persona sale de un stand con un libro en la mano, sin bolsa, esto podría encender las alarmas de los responsables de seguridad en cada puesto. A partir de aquí es que se ponen en funcionamiento los mecanismos de cada librería para resarcir el daño.

"Ayer (miércoles) un señor ya grande, salió con un libro en la mano sin pagar", cuenta Yazmin López de Ediciones B. Acto seguido le pidieron al visitante que devolviera el libro o lo pagara y éste decidió dejarlo, después de esto no emprendieron ninguna otra acción contra el pillo.

Rogelio Galindo, de la editorial Random House Mondadori, estima que cada año hay hasta 10% de pérdida de libros aquí en Guadalajara. Lo que en voz de otros encargados de stands, localizados principalemente sobre la avenida Cronistas de la FIL, representaría alrededor de 100 libros robados en los nueve días del encuentro editorial.

Las motivaciones para el pillaje de libros pueden ser muchas, desde el escolapio que sólo se divierte compitiendo con otros para ver quién obtiene más ejemplares, hasta quien busca hacer negocios ilícitos.

“Han dicho que muchos vienen a Guadalajara nomás a robar y luego van a vender los libros”, señala Esteban Jiménez de Editorial Alfaguara, al tiempo que hace un llamado de concientización a los visitantes que por menor que sea el robo, sí representa una cadena de pérdidas para los vendedores, para la librería y para la industria editorial mexicana.

Algunos locales como las librerías Gandhi y Fondo de Cultura Económica, unas de las librerías más recurridas, han optado por contratar elementos de seguridad privada que permanecen apostados en las entradas con una labor de vigilancia mucho más estricta. En ninguno de los dos casos accedieron a dar entrevistas al respecto.

"Por muchos detectores que pongamos, y por más alarmas que piten y piten, eso no va a educar a muchachos", dice Jaime Castillo, encargado de la popular Editorial Porrúa al preguntarle sobre el robo de libros.

Castillo explica que en Porrúa mantienen una política de puertas abiertas, de darle libertad a la gente para que así asuman más responsabilidad sobre lo que se llevan, confiando en que la amplitud de espacios inhibe a quienes pretendan sacar un libro sin pagarlo.

Y aunque el panorama podría resultar desfavorable, no a todos les pinta tan mal. En la sección de libros religiosos, se congratulan de que "nunca han tenido la desgracia" de consignar a alguien por robo.

Aunque tanto en los stands de la Conferencia del Episcopado Mexicano, de la Arquidiócesis de Guadalajara y de la librería San Pablo, coinciden en afirmar que la Biblia (con valor de unos 250 pesos) es el libro que pudiera resultar más "tentador" para alguien que pretendiera robar en estos lugares.

Todos los entrevistados lamentan las dificultades que representaría presentar ante el Ministerio Público a quienes sorprenden robando libros. En la experiencia de algunos responsables de puestos, el proceso llevaría hasta más de 12 horas.

Los más robables


En el puesto de Ediciones Era, Mirna Díaz reconoce que los libros más robados están directamente relacionados con las lecturas obligatorias en los programas escolares. En primer lugar del riesgo está “Aura” de Carlos Fuentes, seguido por  “Batallas en el desierto” de José Emilio Pacheco y por último, del mismo autor, “Los principios del placer”. Ninguno cuesta más de 100 pesos.

Mientras que en Ediciones B, el libro “Hablando sola” de Daniela Rivera es el que más veces aparece en la lista de “merma” de cada año. En este mismo local hay un caso curioso, justo al paso de la entrada principal al stand, se levanta una torre de libros de “Adolf Hitler”, del John Toland, que cuesta 700 pesos, y a decir de la encargada del lugar, desde hace cuatro años la cantidad de ejemplares de ese título permanece intacta, ninguno se lo han robado, ni se ha vendido.

EL INFORMADOR / SERGIO RODRÍGUEZ (Con información de Rubén Gil)
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