Cultura

El onírico proceso creativo y audiovisual

El montaje de títeres, inspirado en los seres creados por el caricaturista José Ignacio Solórzano, se estrena en el Teatro Diana

GUADALAJARA, JALISCO (02/NOV/2016).- “No se culpe a nadie” es un proyecto interdisciplinario de la compañía La Coperacha, que conjuga ópera, ilustración y títeres. Uno de los autores de la música, Carlos Sánchez Gutiérrez, platicó con sobre esta obra que se estrenará en México en el Teatro Diana.

“Invitamos a tres artistas: Ricardo Zohn, Darren Stevenson, director de la Push Physical Theatre y al monero JIS, de Guadalajara. Toda la concepción visual de la obra se fincó en las ideas de JIS, quien mandó una serie de bocetos. Tuvimos un montón de pláticas y le dimos forma a esta obra que combina música, ópera, teatro físico, títeres, todo ello con base en la imaginación visual de JIS y a la imaginación poética de una serie de autores que nos interesan, como Raúl Aceves, Jorge Esquinca, Roberto Juarroz y Juan Trigos”.

Sobre los diferentes estilos en las ilustraciones de JIS, Carlos afirmó que lo que emplean “son las imágenes más oníricas, más filosóficas, ese aspecto que nos gusta mucho de JIS, un ilustrador abstracto, filosófico. Se crearon una serie de títeres de gran formato con base en sus especificaciones. Empleamos a personajes que representan a las ideas en formación, a las ideas amorfas, con características humanoides”.

Los títeres son de proporciones amplias, pues “No se culpe a nadie” nace con el objetivo de llegar a teatros grandes: “Nos interesaba que fueran monumentales. Hay unos que tienen que ser habitados con tres personas”. Olga Gámez y Antonio Camacho son los encargados de la dirección de los muñecos, que fueron pintados por artistas de Guadalajara.

La música

Sobre la música, el compositor dijo: “La obra está estructurada en dos actos: el primer acto es música mía, dura 35 minutos; la segunda es de Ricardo Zohn. Son claramente distintos, pero tenemos gustos en común: nos gusta la gestualidad, la orquesta es la misma, es similar. Nos interesa una música muy rítmica, con mucho color y muy comprensible. Música que la gente identifique, sí es abstracta pero es muy directa”. La obra está armada en pequeñas viñetas, con una narrativa fragmentaria que evoca, entre otras cosas, la condición del artista frente a la creación y frente a la hoja en blanco.

El título lleva un guiño a Julio Cortázar, pues es el nombre de un cuento en donde el personaje se enfrenta con las dificultades de ponerse un suéter. Sobre ello, Carlos platicó: “Las ideas vienen a veces de donde no las esperamos: uno puede encontrarse frente a un suéter y hacer una metáfora de la batalla”.

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