Cultura
El mundo alucinante
La Sole
La reciente defenestración pública de Sealtiel Alatriste es un ejemplo. El asunto fue simple: le concedieron un premio por demás sustancioso a un escritor que, a la vez, fungía como responsable de la difusión cultural de la UNAM. Hasta aquí nada extraño. Lo peculiar es que otros escritores (notemos que se trata de un gremio tan solidario como el de los antropófagos) se dieron a la tarea de rastrear diferentes textos firmados por Alatriste, documentando a lo largo de ellos la repetición literal de fragmentos de otros autores, algunos de ellos tan modestos como los redactores de www.buenastareas.com y www.taringa.net, que no son precisamente Shakespeare. Total: saltó a la mesa la palabra “plagio”, el acusado renunció a galardón y empleo y argumentó que su error había consistido en omitir las comillas de las frases de marras. Y que lo sentía.
Pero lo mejor no fue eso, sino el alboroto de drama español del Siglo de Oro que sobrevino. Porque en la discusión pública en torno al asunto, en la que participaron todos los escritores a los que les acercaron una grabadora o, al menos, los que tuvieron una cuenta de facebook o twitter a mano, se puso en duda (y se defendió ardorosamente, como si se tratara de proteger a unas señoritas a las que les fueran a arrancar los calzones) el honor de la UNAM, la dignidad intelectual del pueblo mexicano, la fe del lector en la integridad de quien toma una pluma… No faltó quien considerara el caso un síntoma de esa pérdida general de valores en la que parecen estar cifradas todas nuestras desgracias, ni quien conminara a Alatriste para que, tal como aquellos samurái que caían en deshonra, trepara a un cerro y se hiciera el harakiri. Otros, criticando el purismo de los primeros, se dieron a la tarea de perorar sobre el posmodernismo, las apropiaciones, los intertextos, los palimpsestos y el mingitorio de Duchamp, como si fusilarse un párrafo de www.buenastareas.com para rellenar un maquinazo editorial fuese una maniobra estética digna de análisis.
Total: próceres romanos por un lado y exhibicionismo de café por otro. Y muy pocos que parecieran darse cuenta de lo divertido que resulta que todo un señor premio Villaurrutia recurra a www.buenastareas.com para inspirarse.
Debe ser por la sole.
Síguenos en