Cultura
El mundo alucinante
Un Peña Nieto en cada hijo te dio
La nota en cuestión se divulgó esta semana en redes sociales mexicanas y afirmaba que el profesor, ensayista y novelista italiano Umberto Eco había sido detenido en compañía de una prostituta menor de edad. Su fuente era el portal español de noticias cómicas llamado El Mundo Today (www.elmundotoday.com). No era una broma novedosa: tenía tres años de haber sido publicada y alguien la rescató del olvido para solaz (y peor: credulidad) de los lectores nacionales. Para dar idea del tipo de notas manejado por El Mundo Today (que es, ha de aceptarse, un portal bastante entretenido) citemos algunos de los encabezados principales del pasado viernes: “Un periodista, herido al explotarle la noticia que estaba manipulando” y “Detienen a un vasco que vendía piedras a Irán”.
¿Qué hace falta para que alguien tome una noticia escrita en broma (la redacción del despacho, repleta de detalles risibles e inverosímiles, no dejaba dudas) por una real? Dos cosas: que la persona sea imbécil de solemnidad o que su talento alcance tan sólo para cortar y pegar información, dándola por cierta, sin haberla leído. En ninguno de los casos queda demasiado bien parada su inteligencia ni su capacidad de comprender y asimilar el lenguaje (dejemos de lado el “golpe de genio” que hubiera significado buscar otras fuentes de información para corroborar los hechos).
Cabe agregar, además, que el señalamiento del error en que habían incurrido al dar la noticia por buena y sacar consecuencias de ella en todos los tonos posibles, de la indignación a la complicidad, no puso de buen humor a quienes lo cometieron. Tanto en Facebook como en Twitter fue posible leer comentarios que iban de la incredulidad (“¿Cómo que no es cierto? Me queda la duda”) a la desilusión (“Yo que creía que Eco era algo más que un simple profesorcito. Ya vi que no”).
Uno de los editores de El Mundo Today escribía en su twitter que estaba impresionado de que, de pronto y sin motivo aparente, una broma vieja fuera tomada en serio por cientos de mexicanos. Si viviera de este lado, le extrañaría menos. ¿Nuestros candidatos presidenciales no leen? Qué importa. Muchos ciudadanos, incluso algunos que se ríen de ellos, tampoco es que lo hagan mucho. Ni demasiado bien.
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