Cultura

El intento de contar desde la estética de la inmediatez

Élmer Mendoza habla sobre la 'narcoliteratura' y su aporte a la sociedad

GUADALAJARA, JALISCO (02/DIC/2011).- Los narradores “estamos contando cosas menos terribles de lo que pasa en la realidad”, porque es difícil entrar al universo de la crueldad y simbolizarla,“entonces creo que hacemos ficción desde una visión bastante condicionada porque nos aterra relatar la historia dedecapitados y cosas por el estilo”, comentó el escritor Élmer Mendoza en la conferencia “La guerra en México. Imagen, crónica y ¿ficción?”, del Encuentro Internacional de Periodistas.

Asombrado por la cantidad de alumnos que movilizó la Universidad de Guadalajara para participar en el Encuentro Internacional de Periodistas, el autor de Balas de plata (Tusquets) agregó que se está haciendo una literatura social que no es ingenua y que intenta explicar lo que pasa en el país.

“Creo que hay muchos críticos de lo que hacemos porque estamos tratando de hacer una estética de la inmediatez, pues tienen la teoría de que sólo se pueden contar cosas cuando se han procesado. Pero creo que están equivocados, porque los narradores tienen recuerdos propios, símbolos, una formación que les ayuda a equiparar lo que realmente pasa con lo que tiene en la cabeza”. Para esta estética, se requiere recopilación, registro de sensaciones, porque si bien hay imágenes de la crueldad, también hay una gama de emociones que “mucha gente no había experimentado y que tiene que ver con el miedo, la angustia, la incertidumbre, el coraje y la esperanza de que todo esto se resuelva”.

El también catedrático de la Universidad Autónoma de Sinaloa insistió  en que lo que relatan no es narcoliteratura, término que utilizan para descalificar, “sino que estamos haciendo literatura social porque estamos contando lo que pasa y logrando que la gente se avergüence de haber sido permisiva con el narco… está bien que les guste echarse un pericazo, pero no podemos permitir este grado de violencia”.

El sinaloense Èlmer Mendoza concluyó con un consejo para los narradores: que tengan control sobre el deslumbramiento. “Los hechos en sí mismos son deslumbrantes, golpean. Y un narrador que pierde el control puede perderse en para qué está contando. Todo lo que hagamos tiene que tener aspiración a ser perfecto (…) Además, tenemos que contar lo que pasa pero con el lenguaje de cada región”. Marcela Turati, quien ganó el Premio Alemán de Periodismo 2011, relató cómo pasó de cubrir pobreza a escribir temas vinculados con la violencia que vive el país. “La primera vez que me topé con un episodio de violencia fue en Ciudad Juàrez, donde me informaron que en Villa Ahumada había habido una balacera entre dos bandos. “Cuando llegué me asomé al gym del pueblo y vi que había mesas tiradas, adornos. Pregunté qué había pasado y me dijeron que hubo una fiesta de quince años la noche en que hubo la balacera. Entonces quise contar qué había pasado con la festejada, con los que fueron a la fiesta, con los músicos que estaban tocando…”.

La periodista de Proceso hizo un recorrido sobre las historias que fue encontrando en el camino, como la de la niña de nueve años que fue usada como un escudo antibalas o los músicos de cantina que ahora se la pasan en cementerios.

“Pero esas historias las encuentras con mucho seguimiento y teniendo el pulso de la zona. Y tenemos que preguntarnos cómo hacerle para que no nos acostumbremos a que maten a padres que buscan a sus hijos  desaparecidos, como Nepomuceno Moreno (asesinado el lunes pasado)”. Marcela Turati agregó que la violencia es tan despordante y la cantidad de historias aparecen por todos lados, que “tenemos que saber cómo le metemos investigación, para conocer patrones, tendencias, que nos ayuden a entender mejor. Yo me pregunto qué más podemos contar, cómo mantenemos viva la memoria, cómo hacerle para cubrir sin perder la alegría de vivir y dónde buscar historias de esperanza”.

En la mesa, moderada por David Izazaga, también participó AlejandroAlmazán, quien dijo que le preocupaba que muchos reporteros estabanhaciendo narcoficción.

EL INFORMADOR / ALEJANDRA GUILLÉN
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