Cultura
El escritor tapatío Vicente Leñero cumple 81 años
El guionista más importante del país ha escrito 20 guiones de cine, una decena de novelas y 14 obras de teatro
autores más importantes del medio siglo XX mexicano, Vicente Leñero es un polifacético autor que lo mismo ha abordado con éxito la novela, el teatro, la crónica, el cuento y el guión cinematográfico, además de ser maestro de varias generaciones de periodistas.
Ha escrito en total 20 guiones de cine, una decena de novelas, 14 otras de teatro y tres compilaciones de cuentos, lo que ha decir de sus colegas lo convierte en un escritor profesional; hoy por hoy el guionista vivo más importante del país, que ha dejado escuela, tanto con su cine como su dramaturgia.
Una de sus principales virtudes, señala el periodista, investigador y crítico Alejandro Toledo, es que no ha construido altares para sí mismo. Observa la vida con ironía y se observa a sí mismo de la misma forma, y en un país de consagraciones súbitas y absurdas, Leñero ha sabido jugar un juego distinto, donde lo que lo sostiene no es su personalidad pública sino su trabajo".
Leñero es oriundo de Guadalajara, Jalisco, donde nació el 9 de junio de 1933.
De acuerdo con sus biógrafos, se graduó en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1959, con el grado de ingeniero civil, pero Leñero pronto se refugió en la escritura para ganarse la vida.
Su primera novela fue "La polvareda" que le publicó Editorial Jus; luego vendría "La voz adolorida" (1961), el monólogo de un enfermo mental en torno a la vida, con el que muestra el realismo psicológico de sus primeros escritos.
En 1963 vinieron "Los albañiles", que le valió el Premio Biblioteca Breve. El trabajo narra la historia de un velador en una construcción.
Poco después Leñero empezó a escribir guiones teatrales, adaptando "Los albañiles", en 1970; "La carpa", en 1971, y "Los hijos de Sánchez", de Oscar Lewis, en 1972.
Se dice que influyó en el inicio del género documental del teatro en México, y dos de sus trabajos notables son "Pueblo rechazado" y "El juicio".
En los años 80, Leñero publicó con éxito varios libros documentales, como "La gota de agua" y "Asesinato".
Leñero también ha incursionado en otros géneros. Fue guionista de la película "El crimen del padre Amaro" (2002), una de las películas mexicanas más exitosas; y como periodista ha publicado para el diario "Excélsior" y en las revistas "Claudia" y "Proceso".
En ocasión de su cumpleaños 81, que se celebra este lunes, el investigador Alejandro Toledo considera que "si en el Carlos Fuentes de 'La región más transparente' vemos al país en que nos tocó vivir, en Leñero aparece el mexicano que nos tocó ser".
Su amplia obra inicia con "La polvareda", en el año 1959, y llega hasta "Más gente así", apenas del año pasado, lo que habla de una larga trayectoria que le ha valido diversos reconocimientos como el Premio Biblioteca Breve en 1963, por "Los albañiles".
También, recordó, fue merecedor de beca Guggenheim en 1967, los premios Xavier Villaurrutia y el Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura en 2001, además de que es a partir de 2010 miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, y obtuvo la Medalla Bellas Artes otorgada por el INBA, en 2011.
En declaraciones al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), su amigo y colega, el poeta Eduardo Lizalde, destacó por su parte la tenacidad literaria de Vicente Leñero que ha quedado documentada por él mismo en alguna de las muchas entrevistas que ha concedido.
En ella revela que comenzó a estudiar periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, porque pensó que ahí le enseñarían a escribir, pues según dijo, le costaba un gran esfuerzo hacerlo.
Compañero de Leñero en la Academia Mexicana de la Lengua, Lizalde consideró que los premios que ha recibido su amigo están plenamente justificados por la relevancia de obras como la novela "Los albañiles", pero también por su trayectoria en el teatro, ya que es un dramaturgo excepcional que ha montado una gran cantidad de obras, y en general "un excelente periodista y escritor del que siempre he celebrado su trabajo".
Añadió: "los temas populares son su especialidad, pero ha tratado con inteligencia, agudeza y originalidad una gran cantidad de problemas de México y del mundo. Vicente Leñero es un intelectual destacado, me parece muy justo que se le haga un homenaje y lo celebramos todos sus colegas y compañeros".
El dramaturgo Flavio González Melo coincidió en que lo llamativo en la obra de Leñero es "la diversidad de géneros que aborda y la manera, siempre desde un ángulo interesante, desde una perspectiva diferente.
Se inicia en el campo de la narrativa cuando ha ido abordando otros campos de la escritura, al menos en el teatro y en el cine también, siempre ha habido una fuerte experimentación".
Se trata de un rasgo definitorio en el trabajo de Leñero, pues "siempre está probando el juego con estructuras, con puntos de vista, es algo que ha enriquecido la tradición de la novela, el teatro y el cine, en momentos en que a veces pesaba demasiado la tradición con estructuras ya muy sabidas y exploradas", consideró.
En teatro, apuntó el dramaturgo, Leñero ha hecho muchos experimentos interesantes con los límites del realismo buscando las fronteras, "como 'La visita del ángel' o 'Nadie sabe nada', donde juega a casi casi explorar y borrar las fronteras entre el tiempo de la ficción y el tiempo de la representación y, por lo tanto, el tiempo del espectador".
Pondera que las obras de Leñero van más allá de la coyuntura política en que fueron escritas y debido a su oficio de periodista "alimenta sus ficciones de una gran dosis de realidad, que conoce muy bien.
También, dijo, habría que destacar su enorme valor como cronista, tanto en la política como en teatro, desde la perspectiva de su experiencia como dramaturgo que la hace fundamental para entender el teatro en la segunda mitad del siglo XX en México.
La facilidad de Leñero para contar historias lo ha llevado a incursionar en el cine, como guionista en películas de la talla de Los de abajo (1978), El callejón de los milagros (1995), La ley de Herodes (1999), El crimen del padre Amaro (2002) y El atentado (2010), trabajos que para González Melo lo hacen el guionista vivo más importante del país y que ha dejado escuela, tanto en cine como en su dramaturgia.
CIUDAD DE MÉXICO (08/JUN/2014).- Considerado uno de los
Ha escrito en total 20 guiones de cine, una decena de novelas, 14 otras de teatro y tres compilaciones de cuentos, lo que ha decir de sus colegas lo convierte en un escritor profesional; hoy por hoy el guionista vivo más importante del país, que ha dejado escuela, tanto con su cine como su dramaturgia.
Una de sus principales virtudes, señala el periodista, investigador y crítico Alejandro Toledo, es que no ha construido altares para sí mismo. Observa la vida con ironía y se observa a sí mismo de la misma forma, y en un país de consagraciones súbitas y absurdas, Leñero ha sabido jugar un juego distinto, donde lo que lo sostiene no es su personalidad pública sino su trabajo".
Leñero es oriundo de Guadalajara, Jalisco, donde nació el 9 de junio de 1933.
De acuerdo con sus biógrafos, se graduó en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1959, con el grado de ingeniero civil, pero Leñero pronto se refugió en la escritura para ganarse la vida.
Su primera novela fue "La polvareda" que le publicó Editorial Jus; luego vendría "La voz adolorida" (1961), el monólogo de un enfermo mental en torno a la vida, con el que muestra el realismo psicológico de sus primeros escritos.
En 1963 vinieron "Los albañiles", que le valió el Premio Biblioteca Breve. El trabajo narra la historia de un velador en una construcción.
Poco después Leñero empezó a escribir guiones teatrales, adaptando "Los albañiles", en 1970; "La carpa", en 1971, y "Los hijos de Sánchez", de Oscar Lewis, en 1972.
Se dice que influyó en el inicio del género documental del teatro en México, y dos de sus trabajos notables son "Pueblo rechazado" y "El juicio".
En los años 80, Leñero publicó con éxito varios libros documentales, como "La gota de agua" y "Asesinato".
Leñero también ha incursionado en otros géneros. Fue guionista de la película "El crimen del padre Amaro" (2002), una de las películas mexicanas más exitosas; y como periodista ha publicado para el diario "Excélsior" y en las revistas "Claudia" y "Proceso".
En ocasión de su cumpleaños 81, que se celebra este lunes, el investigador Alejandro Toledo considera que "si en el Carlos Fuentes de 'La región más transparente' vemos al país en que nos tocó vivir, en Leñero aparece el mexicano que nos tocó ser".
Su amplia obra inicia con "La polvareda", en el año 1959, y llega hasta "Más gente así", apenas del año pasado, lo que habla de una larga trayectoria que le ha valido diversos reconocimientos como el Premio Biblioteca Breve en 1963, por "Los albañiles".
También, recordó, fue merecedor de beca Guggenheim en 1967, los premios Xavier Villaurrutia y el Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura en 2001, además de que es a partir de 2010 miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, y obtuvo la Medalla Bellas Artes otorgada por el INBA, en 2011.
En declaraciones al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), su amigo y colega, el poeta Eduardo Lizalde, destacó por su parte la tenacidad literaria de Vicente Leñero que ha quedado documentada por él mismo en alguna de las muchas entrevistas que ha concedido.
En ella revela que comenzó a estudiar periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, porque pensó que ahí le enseñarían a escribir, pues según dijo, le costaba un gran esfuerzo hacerlo.
Compañero de Leñero en la Academia Mexicana de la Lengua, Lizalde consideró que los premios que ha recibido su amigo están plenamente justificados por la relevancia de obras como la novela "Los albañiles", pero también por su trayectoria en el teatro, ya que es un dramaturgo excepcional que ha montado una gran cantidad de obras, y en general "un excelente periodista y escritor del que siempre he celebrado su trabajo".
Añadió: "los temas populares son su especialidad, pero ha tratado con inteligencia, agudeza y originalidad una gran cantidad de problemas de México y del mundo. Vicente Leñero es un intelectual destacado, me parece muy justo que se le haga un homenaje y lo celebramos todos sus colegas y compañeros".
El dramaturgo Flavio González Melo coincidió en que lo llamativo en la obra de Leñero es "la diversidad de géneros que aborda y la manera, siempre desde un ángulo interesante, desde una perspectiva diferente.
Se inicia en el campo de la narrativa cuando ha ido abordando otros campos de la escritura, al menos en el teatro y en el cine también, siempre ha habido una fuerte experimentación".
Se trata de un rasgo definitorio en el trabajo de Leñero, pues "siempre está probando el juego con estructuras, con puntos de vista, es algo que ha enriquecido la tradición de la novela, el teatro y el cine, en momentos en que a veces pesaba demasiado la tradición con estructuras ya muy sabidas y exploradas", consideró.
En teatro, apuntó el dramaturgo, Leñero ha hecho muchos experimentos interesantes con los límites del realismo buscando las fronteras, "como 'La visita del ángel' o 'Nadie sabe nada', donde juega a casi casi explorar y borrar las fronteras entre el tiempo de la ficción y el tiempo de la representación y, por lo tanto, el tiempo del espectador".
Pondera que las obras de Leñero van más allá de la coyuntura política en que fueron escritas y debido a su oficio de periodista "alimenta sus ficciones de una gran dosis de realidad, que conoce muy bien.
También, dijo, habría que destacar su enorme valor como cronista, tanto en la política como en teatro, desde la perspectiva de su experiencia como dramaturgo que la hace fundamental para entender el teatro en la segunda mitad del siglo XX en México.
La facilidad de Leñero para contar historias lo ha llevado a incursionar en el cine, como guionista en películas de la talla de Los de abajo (1978), El callejón de los milagros (1995), La ley de Herodes (1999), El crimen del padre Amaro (2002) y El atentado (2010), trabajos que para González Melo lo hacen el guionista vivo más importante del país y que ha dejado escuela, tanto en cine como en su dramaturgia.
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