Cultura
El caricaturista trabaja con la realidad: Rius
El artista michoacano presenta su autobiografía 'Mis confesiones. Memorias desmemorias'
Rius", el caricaturista mexicano que a sus 80 años de edad sigue dando de qué hablar.
Tiene más de 100 libros en su andar sobre las viñetas, pero eso no detiene el ingenio del nacido en Zamora, Michoacán, para continuar deleitando a los lectores. Ahora toca turno a "Mis confusiones. Memorias desmemorias", un libro autobiográfico, el segundo en su trayectoria, en la que habla directamente de su madre, sus hermanos, la familia, de sus ascenso a los tronos de la caricatura política de México, de sus encuentros con el Che Guevara, con Lázaro Cárdenas, con Cantinflas y con una centena más de personajes públicos y desconocidos que han marcado el camino de Rius hacia una crítica sumamente analítica y reflexiva, pero cargada siempre de un exquisito humor negro.
"Una de las ventajas de escribir las memorias es que se vuelve a vivir un poquito toda esa época, pero también te das cuenta de que todo tiempo pasado fue mejor, porque en México vamos para atrás en todos los aspectos de la vida política y social. No podemos decir que la vida está mejor que en 1940".
En más de 500 páginas, Rius recuerda sus inicios, el origen de sus apellidos, la ausencia de sus padre que se marcó a los seis meses de nacido tras una repentina muerte, el viaje que desde los años de edad emprendió a la Ciudad de México junto a sus madre en busca de una mejor calidad de vida, sus primeros dibujos, su encanto y desenfado con la política mexicana y su alcance internacional como crítico político, como creyente de la izquierda.
"A los caricaturistas nos acusan mucho de que exageramos las cosas, solo comprobamos que estamos mal. Dicen que somos muy pesimistas pero es que nosotros trabajamos con la realidad, no trabajamos con la ilusión ni con la esperanza, pero la realidad, en México es cabrona, cuando te das cuenta que más de la mitad vive en la miseria".
Rius señala que su trabajo como caricaturista visto desde la pluma periodística ha tenido un solo objetivo: que el lector lee crea en cada palabra, que el lector sea capaz de entregarle su confianza ciegamente a Rius.
"Hay señalar lo que está mal hecho, no podemos hacer otra cosa. Por muy fuertes que sean las caricaturas no van a cambiar nada sobre todo en México, donde el cinismo de los gobernantes es increíble, se ríen de las caricaturas y hasta les gustaría tener la original para tenerla en su cantina. Lo que he tratado de ser y seguir siendo es que la gente me crea, que los lectores sepan que les estoy diciendo la verdad. Creo que lo he logrado porque muchos me siguen y eso es una responsabilidad enorme".
El caricaturista añade que ha hecho lo que ha querido y que a estas alturas de la vida "ya no me queda nada por hacer, me siento satisfecho con mi trabajo. Uno de los logros máximos para mí fue oír que el sub comandante Marcos se volvió de izquierda por mi culpa o que los comandantes sandinistas en Nicaragua también, que por leer mis libros iniciaron la revolución. Nunca pensé que eso lo lograría o que tendría como a uno de mis lectores al Che Guevara, esas cosas no tienen precio".
EL INFORMADOR / NORMA GUTIÉRREZ
GUADALAJARA, JALISCO (05/DIC/2014).- "Nos ven como locos que no estamos satisfechos con nada", dice Eduardo del Río, mejor conocido como "
Tiene más de 100 libros en su andar sobre las viñetas, pero eso no detiene el ingenio del nacido en Zamora, Michoacán, para continuar deleitando a los lectores. Ahora toca turno a "Mis confusiones. Memorias desmemorias", un libro autobiográfico, el segundo en su trayectoria, en la que habla directamente de su madre, sus hermanos, la familia, de sus ascenso a los tronos de la caricatura política de México, de sus encuentros con el Che Guevara, con Lázaro Cárdenas, con Cantinflas y con una centena más de personajes públicos y desconocidos que han marcado el camino de Rius hacia una crítica sumamente analítica y reflexiva, pero cargada siempre de un exquisito humor negro.
"Una de las ventajas de escribir las memorias es que se vuelve a vivir un poquito toda esa época, pero también te das cuenta de que todo tiempo pasado fue mejor, porque en México vamos para atrás en todos los aspectos de la vida política y social. No podemos decir que la vida está mejor que en 1940".
En más de 500 páginas, Rius recuerda sus inicios, el origen de sus apellidos, la ausencia de sus padre que se marcó a los seis meses de nacido tras una repentina muerte, el viaje que desde los años de edad emprendió a la Ciudad de México junto a sus madre en busca de una mejor calidad de vida, sus primeros dibujos, su encanto y desenfado con la política mexicana y su alcance internacional como crítico político, como creyente de la izquierda.
"A los caricaturistas nos acusan mucho de que exageramos las cosas, solo comprobamos que estamos mal. Dicen que somos muy pesimistas pero es que nosotros trabajamos con la realidad, no trabajamos con la ilusión ni con la esperanza, pero la realidad, en México es cabrona, cuando te das cuenta que más de la mitad vive en la miseria".
Rius señala que su trabajo como caricaturista visto desde la pluma periodística ha tenido un solo objetivo: que el lector lee crea en cada palabra, que el lector sea capaz de entregarle su confianza ciegamente a Rius.
"Hay señalar lo que está mal hecho, no podemos hacer otra cosa. Por muy fuertes que sean las caricaturas no van a cambiar nada sobre todo en México, donde el cinismo de los gobernantes es increíble, se ríen de las caricaturas y hasta les gustaría tener la original para tenerla en su cantina. Lo que he tratado de ser y seguir siendo es que la gente me crea, que los lectores sepan que les estoy diciendo la verdad. Creo que lo he logrado porque muchos me siguen y eso es una responsabilidad enorme".
El caricaturista añade que ha hecho lo que ha querido y que a estas alturas de la vida "ya no me queda nada por hacer, me siento satisfecho con mi trabajo. Uno de los logros máximos para mí fue oír que el sub comandante Marcos se volvió de izquierda por mi culpa o que los comandantes sandinistas en Nicaragua también, que por leer mis libros iniciaron la revolución. Nunca pensé que eso lo lograría o que tendría como a uno de mis lectores al Che Guevara, esas cosas no tienen precio".
EL INFORMADOR / NORMA GUTIÉRREZ
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