Cultura

''El arte ha pasado de subversivo a comercial''

El filósofo Gilles Lipovetsky está en México. El occidente globalizado. Un debate sobre la cultura planetaria, es su más reciente libro

CIUDAD DE MÉXICO (24/MAR/2012).- “Cuando lo económico se vuelve cultura y cuando lo cultural cala en la mercancía, llega el momento de la cultura-mundo”, advierte Gilles Lipovetsky en el ensayo El occidente globalizado. Un debate sobre la cultura planetaria (Anagrama, 2011), que publica en coautoría con el economista francés Hervé Juvin.

La cultura-mundo, término que fue acuñado por el sociólogo-filósofo francés y su colega Jean Serroy en La cultura-mundo. Respuesta a una sociedad desorientada (Anagrama, 2010), hace referencia a una cultura sin fronteras, a la “cultura extendida del capitalismo, el individualismo y la tecnociencia, una cultura globalizada que estructura de modo radicalmente nuevo la relación de la persona consigo misma y con el mundo”.

Lipovetsky está en México para participar en las jornadas “Nuevos modelos de distribución del cine y el audiovisual”, que se realiza en el Centro Nacional de las Artes.

Nada escapa a la cultura-mundo, afirma Lipovetsky en este nuevo ensayo, en el que junto con Juvin debate sobre la expansión de Occidente en todos los rincones del mundo y en el que se habla sobre el triunfo del mercado, incluso en el ámbito cultural.

Ni el arte ni la literatura están exentos de las reglas del mercado y el marketing, comenta en entrevista. El modelo del artista rebelde que rechaza las normas del mundo burgués pertenece al pasado, el arte ha pasado de ser subversivo a un arte comercial.

Arte de masas

“En la historia de la humanidad, hemos tenido arte mágico, arte religioso, el arte moderno, que buscaba el arte por el arte, pero en la modernidad vemos también surgir el arte comercial. Si tienes una visión normativa dices eso no es arte, pero solamente porque tienes un juicio; puedes tener otro tipo de apreciación y decir que sí es arte, es un arte, pero es comercial, un arte de masas, un arte industrial”, dice.

El autor de El imperio de lo efímero y Los tiempos hipermodernos asegura que hoy el mercado es el que hace al artista. Por eso, dice, Demian Hirst no se presenta en la prensa como creador de un estilo, sino como “el artista vivo más caro del mundo”.

“Lo que me parece innegable es que esta forma del arte comercial es la que se ha vuelto dominante. Antes era una forma muy unitaria, antes era la iglesia la que organizaba el arte, hoy es el mercado el que domina el arte. Por ejemplo, en el caso del diseño, quién podría negar la belleza de un iPhone, el de los autos, de ciertos afiches o los cárteles de publicidad, que hoy se encuentran en museos porque tenemos museos de publicidad, o también hay coleccionistas, pero se trata de una belleza comercial, está hecho para vender, no es puro; es arte hecho para consumirse”, comenta.

“Lo que hoy tenemos es ese maridaje, ese matrimonio cada vez más íntimo entre el arte y la industria, y que va cobrando una importancia cada vez más grande, por ejemplo, en el cine o en la televisión”.

Hacia una cultura de la ansiedad

Estudioso de la cultura de masas, el consumo, el individualismo, la moda, el lujo y la cultura como mercancía, Gilles Lipovetsky asegura que en este mundo, regido por el consumismo, por las tecnologías de la información y por la competencia, en la vida de las personas predomina la ansiedad.

En los 80, el autor publicó su libro La era del vacío, en el que abordaba el vacío de las grandes ideologías y de la predominación del individualismo. En esa época, dice, estábamos en un periodo de liberación. “Pero esta época se acabó, ya se logró la emancipación, la liberación en la sexualidad, en las costumbres, en la vida matrimonial, ya no hay que luchar contra la religión, contra las tradiciones, usted hace lo que quiere, pero tengo el sentimiento que el clima se ha vuelto mas pesado porque predomina la ansiedad”, dice.

“Hoy los jóvenes de 16 años están preocupados por el lugar que conseguirán en la universidad, en el trabajo, y las personas de mayor edad están preocupados en perder el trabajo. Hay una gran ansiedad que acompaña a la mundialización del planeta. Todos se ha vuelto más duro, porque es un mundo de competencia. Tenemos que acostumbrarnos a este universo que se vuelve móvil, de tensión permanente, con una emergencia constate que crea ansiedad”, dice.

Además, añade, predomina la cultura de la prevención sanitaria, la sociedad va hacia una cultura del miedo y de la ansiedad.

“Llama la atención la cantidad de mensajes que hay con relación a la higiene y a la salud, en los medios de comunicación. Recuerdo lo que pasó con la crisis de la influenza en México, en el que todos estaban preocupados por cuidar su salud. Ahora cada vez más estamos en una cultura de la prevención, de la protección, que es bueno, pero no crea entusiasmo, no es algo que estimule; la gente tiene miedo, vamos hacia una cultura del miedo y la ansiedad”, dice.

Sin embargo, el autor niega que la globalización sea sinónimo de triunfo universal de la cultura occidental, de la homogeneización de las culturas.

PERFIL
Pensador de la hipermodernidad


Gilles Lipovetsky nació en 1944, es profesor de filosofía y miembro del Consejo de Análisis de la Sociedad en su país. Es egresado de la Sorbona.

Su pensamiento es una referencia en temas relacionados con la cultura contemporánea. Las nociones de hipermodernidad e hiperindividualismo están ligadas a su producción de conocimiento.

Para Lipovetsky, la segunda revolución individualista se expresa en el pensamiento, la moda, la ética marcada por el desplome de los ideales de sacrificio y el crecimiento de una ética indolora y circunstancial, plural y emocional.

Es autor, entre otros libros, de La era del vacío, El imperio de la efímero, El lujo eterno, La pantalla global, La tercera mujer, La sociedad de la decepción.

Quién podría negar la belleza de un iPhone, el de los autos, de ciertos cárteles de publicidad que hoy se encuentran en museos, porque tenemos museos de publicidad, o también hay coleccionistas, pero se trata de una belleza comercial, (el arte) está hecho para vender
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